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2 Reyes 2:21 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Entonces Eliseo se dirigió al manantial, que estaba en las afueras de la ciudad, y lanzando la sal en el manantial, declaró: ―El Señor ha purificado estas aguas. Ya no causarán más muerte ni esterilidad.

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Biblia Reina Valera 1960

Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

y Eliseo fue hasta el manantial que suministraba el agua a la ciudad, le echó la sal y dijo: «Esto dice el Señor: “Yo he purificado el agua, ya no causará muerte ni esterilidad”».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Se dirigió a la fuente y echó la sal en el agua, luego dijo: 'Esto dice Yavé: He sanado esta agua, de ella ya no saldrá más ni muerte ni esterilidad'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y salió al manantial, y echando allí la sal, dijo: Así dice YHVH: Yo he saneado estas aguas, no habrá por ellas más muerte ni esterilidad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Se dirigió él luego hacia el manantial de las aguas y arrojó en él la sal, al tiempo que decía: 'Así habla Yahveh: voy a sanear estas aguas, para que nunca más salga de ellas muerte ni esterilidad'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así dice Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni esterilidad.

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2 Reyes 2:21
14 Tagairtí Cros  

―Bien —les dijo—, tráiganme una vasija nueva llena de sal. Ellos hicieron lo que les pidió.


Y así ocurrió. El agua quedó purificada, tal como Eliseo lo dijo.


―Tráiganme un poco de harina —dijo Eliseo. La puso dentro de la olla, y dijo: ―Ya todo está bien, así que pueden servirle a todos para que coman. Así que todos comieron, sin sufrir ningún daño.


―¿Dónde cayó? —preguntó el profeta. El joven le mostró el lugar, y Eliseo cortó un palo, lo lanzó al agua e hizo que el hacha subiera a la superficie y flotara.


»Toda ofrenda deberá ser sazonada con sal, porque la sal es un recordatorio del pacto de Dios.


»Dichosos ustedes cuando alguien los ofenda o persiga o diga todo tipo de mentiras contra ustedes por ser mis discípulos.


La sal es buena, pero si pierde su sabor, ¿cómo podrá recuperarlo? Tengan siempre sal en ustedes y vivan en paz unos con otros».


Al acabar de decir esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo untó al ciego en los ojos y le dijo:


Él les enjugará las lágrimas y no habrá muerte ni llanto ni clamor ni dolor, porque estos pertenecen a un pasado que no existe más».