―¿Por qué te atreviste a matar al ungido de Dios? —le preguntó David.
1 Samuel 24:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Estas palabras de David persuadieron a sus hombres de no dar muerte a Saúl. Cuando Saúl salió de la cueva para seguir su camino, Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Así reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces David contuvo a sus hombres y no les permitió que mataran a Saúl. Después de que Saúl saliera de la cueva para seguir su camino, Biblia Católica (Latinoamericana) Les dijo: '¡Oh no! ¡Por la vida de Yavé que no pondré mi mano sobre él. ¡No puedo hacerle a mi señor tal cosa porque es el ungido de Yavé!' La Biblia Textual 3a Edicion Y con estas palabras David disuadió a los suyos, y no les permitió levantarse contra Saúl; de modo que Saúl salió de la cueva y siguió por el camino. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y dijo a sus hombres: 'Líbreme Yahveh de hacerle semejante cosa a mi señor, el ungido de Yahveh, y de poner mi mano sobre él, porque es el ungido de Yahveh'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Así reprimió David a sus siervos con estas palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, se fue su camino. |
―¿Por qué te atreviste a matar al ungido de Dios? —le preguntó David.
o si le hiciera daño a un amigo, o si a mi enemigo le quitaran sin razón lo que es suyo.
Pero yo les digo: ¡Amen a sus enemigos! ¡Oren por quienes los persiguen!
Ahora, díganme mientras estoy delante del Señor y delante de su ungido: ¿He robado a alguien un buey o un burro? ¿He defraudado alguna vez a alguno de ustedes? ¿Los he oprimido alguna vez? ¿He recibido soborno de alguien? Díganmelo y rectificaré todo lo malo que haya hecho.
―Jamás haré lo que me sugieren, —dijo a sus hombres—. Es un grave pecado agredir al rey escogido de Dios.
David le gritó: ―Señor mío y rey mío. Saúl miró, y David, haciéndole una reverencia,
Gracias a Dios por tus buenos razonamientos. Bendita seas, por haberme impedido derramar sangre y hacerme justicia por mis propias manos.
Que el Señor dé a cada uno su recompensa por hacer el bien y por ser leal, pues yo me negué a matarte aun cuando el Señor te entregó en mis manos.
―No —dijo David—, porque nadie puede quedar impune si ataca al ungido del Señor.