Bíobla ar líne

Fógraí


An Bíobla ar fad Sean-Tiomna Tiomna Nua




Sofonías 3:3 - Biblia Martin Nieto

Sus jefes son, en medio de ella, como leones rugientes; sus jueces, como lobos nocturnos que no dejan nada para la mañana.

Féach an chaibidil
Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos nocturnos que no dejan hueso para la mañana.

Féach an chaibidil

Biblia Nueva Traducción Viviente

Sus líderes son como leones rugientes en cacería de sus víctimas. Sus jueces son como lobos voraces al anochecer, que para la mañana no han dejado rastro de su presa.

Féach an chaibidil

Biblia Católica (Latinoamericana)

Sus reyes en medio de ella son como leones que rugen; sus gobernantes son como lobos nocturnos que no guardan ni un hueso para el día siguiente.

Féach an chaibidil

La Biblia Textual 3a Edicion

Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos nocturnos,° que no dejan hueso para la mañana.

Féach an chaibidil

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Los príncipes que la habitan son leones rugientes; sus jueces son lobos de la noche que nada dejan por roer para mañana.

Féach an chaibidil

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos nocturnos que no dejan hueso para la mañana.

Féach an chaibidil
Aistriúcháin eile



Sofonías 3:3
15 Tagairtí Cros  

León rugiente y oso hambriento, tal es el príncipe que oprime a un pueblo pobre.


Tus jefes son unos rebeldes, compinches de ladrones; todos hambrean recompensas y van detrás de los regalos; no hacen justicia al huérfano, ni atienden la causa de la viuda.


Su rugido es como el de un león; ruge como los cachorros; gruñe, agarra la presa, la lleva y nadie se la quita.


Pero tus ojos y tu corazón buscan tan sólo tu propio interés, sangre inocente que derramar, explotación y violencia que ejercer.


Sí, hasta el profeta y el sacerdote practican la injusticia, hasta en mi propia casa he encontrado su maldad, -dice el Señor-.


A los príncipes de Judá y Jerusalén, a los eunucos, a los sacerdotes y a todo el pueblo del país que pasó por entre los dos trozos del novillo,


Por eso el león de la selva los asalta, el lobo del desierto los destroza, el leopardo está al acecho ante sus ciudades; todo el que sale fuera es despedazado; porque son muchos sus delitos, abundantes sus rebeldías.


Ved, los príncipes de Israel, cada uno por su cuenta, están ocupados en derramar sangre.


Confiáis en vuestras espadas, cometéis acciones detestables, cada cual deshonra a la mujer de su prójimo, ¿y vais a poseer el país?


Más veloces que leopardos sus caballos, más feroces que lobos nocturnos; sus jinetes llegan al galope, vienen volando de lejos sus jinetes, como águila que cae en picado sobre la presa.