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Jeremías 23:11 - Biblia Martin Nieto

11 Sí, hasta el profeta y el sacerdote practican la injusticia, hasta en mi propia casa he encontrado su maldad, -dice el Señor-.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 «Aun los sacerdotes y los profetas son hombres malvados que no tienen a Dios. He visto sus hechos despreciables aquí mismo en mi propio templo —dice el Señor—.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Hasta el profeta y el sacerdote se han vuelto impíos, y en mi propia Casa me he topado con su maldad, dice Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Profetas y sacerdotes, ambos son impíos. En mi propia Casa encuentro sus maldades, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Profetas y sacerdote son impíos, en mi propia casa encontré su maldad -oráculo de Yahveh-.

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Jeremías 23:11
24 Tagairtí Cros  

Levantó altares a todos los astros del cielo en los dos atrios del templo del Señor.


Y hasta puso la imagen de Aserá en el templo del Señor, del que Dios había dicho a David y a Salomón, su hijo: 'En este templo y en Jerusalén, elegida por mí entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre;


Igualmente, todos los jefes de los sacerdotes y del pueblo multiplicaron las infidelidades, siguiendo las prácticas abominables de las naciones y profanando el templo que el Señor se había consagrado en Jerusalén.


Ésta es la relación de los miembros del sacerdocio que se habían casado con mujeres extranjeras. Entre los descendientes de Josué, hijo de Yosadac, y entre sus hermanos: Maasías, Eliezer, Yarib y Guedalías.


¿Qué viene a hacer mi amada en mi casa, tras haber cometido tantas iniquidades? ¿Crees que los votos y las carnes sagradas alejarán de ti la desgracia y podrás escapar?


Por esto, así dice el Señor omnipotente sobre los profetas: Yo les daré a comer ajenjo, y a beber agua envenenada; porque de los profetas de Jerusalén sale la impiedad para todo el país'.


Hasta en el templo que lleva mi nombre han colocado sus ídolos detestables para profanarlo.


Los profetas profetizan mentiras, los sacerdotes enseñan con su mal ejemplo. ¡Y mi pueblo en ello se complace! Mas ¿qué haréis cuando llegue el fin?


Rebaño perdido era mi pueblo; sus pastores lo extraviaban, le hacían vagar por las montañas; de monte en colina caminaba, olvidando su aprisco.


Pues desde el más chico hasta el mayor, todos están llenos de rapiña; desde el profeta al sacerdote, todos practican la estafa.


Sí, los hijos de Judá han hecho lo que desagrada a mis ojos - dice el Señor-; han colocado la inmundicia de sus ídolos en el templo donde se invoca mi nombre, para profanarlo.


Por eso daré a otros sus mujeres, sus campos a nuevos propietarios, porque desde el más chico al más grande todos están llenos de rapiña; desde el profeta al sacerdote, todos practican el engaño.


Mira, Señor, y considera: ¿a quién has tratado alguna vez así? ¡Ay! ¡Las madres han comido a sus vástagos, a los hijos de sus caricias! ¡Fueron asesinados en el santuario del Señor sacerdote y profeta!


Después de haber inmolado a sus hijos ante sus ídolos, entraban aquel mismo día en mi santuario para profanarlo. Esto es lo que han hecho dentro de mi templo.


También los levitas, que se alejaron de mí cuando Israel me abandonó para ir en pos de sus ídolos, cargarán con el peso de sus pecados.


Estaban pagados del esplendor de sus joyas, con ellas fabricaron las detestables imágenes de sus ídolos; por eso yo se lo convertiré en basura.


Y setenta hombres de los ancianos de la casa de Israel, entre los cuales se encontraba Jazanías, hijo de Safán, estaban de pie ante aquéllos, cada uno con su incensario en la mano, del cual subía el perfume del incienso.


Y me llevó al atrio interior del templo del Señor. A la entrada del templo del Señor, entre el vestíbulo y el altar, veinticinco hombres, vueltas sus espaldas al santuario del Señor y sus rostros a oriente, se postraban hacia oriente ante el sol.


Sus jefes son, en medio de ella, como leones rugientes; sus jueces, como lobos nocturnos que no dejan nada para la mañana.


Sus profetas son fanfarrones e impostores, sus sacerdotes profanan las cosas santas y violan la ley.


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