A pesar de todo, ahora el Señor nos ha concedido la gracia de dejarnos un resto y de darnos un asilo en su tierra santa. El Señor ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud.
Salmos 13:3 - Biblia Martin Nieto ¿Hasta cuándo tendré desazón en mi alma, y en mi corazón tristeza día y noche? ¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo sobre mí? Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío; Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte; Biblia Nueva Traducción Viviente Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh Señor mi Dios! Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré. Biblia Católica (Latinoamericana) ¡Señor, Dios mío, mírame y respóndeme! Ilumina mis ojos para que no me duerma con los muertos, La Biblia Textual 3a Edicion ¡Considera, oh YHVH, Dios mío, y respóndeme! Alumbra mis ojos, para que no duerma el sueño de la muerte, Biblia Serafín de Ausejo 1975 ¿Hasta cuándo he de albergar afanes en mi alma, pesar en mi corazón, día tras día? ¿Hasta cuándo prevalecerán sobre mí mis enemigos? Biblia Reina Valera Gómez (2023) Mira, óyeme, oh Jehová Dios mío; alumbra mis ojos, para que no duerma en muerte; |
A pesar de todo, ahora el Señor nos ha concedido la gracia de dejarnos un resto y de darnos un asilo en su tierra santa. El Señor ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud.
mira a mis enemigos, que son tantos, mira con qué violencia me persiguen.
Aborrezco a los que adoran ídolos vanos, pero yo he puesto mi confianza en el Señor;
Él, vengador de la sangre, se acuerda de ellos, no olvida el grito de los oprimidos.
Cuando tengan calor, les serviré bebida; los emborracharé hasta que se aturdan y caigan en sueño eterno para no despertar jamás -dice el Señor-.
Yo emborracharé a sus príncipes y a sus sabios, a sus gobernadores, sátrapas y héroes, y dormirán un sueño eterno para no despertar -dice el rey-, cuyo nombre es 'El Señor omnipotente'.
¡Acuérdate, Señor, de lo que nos ha sobrevenido, mira y considera nuestra afrenta!
Por eso se dice: Despierta tú, que duermes, y levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el cordero.
Pero Jonatán no había oído el juramento que su padre hizo prestar al pueblo; y, alargando la punta del bastón que tenía en la mano, lo metió en un panal de miel, se lo llevó a la boca y sus ojos se iluminaron.
Jonatán respondió: 'Mi padre ha causado mucho mal al país; mirad cómo mis ojos se han iluminado cuando yo he gustado un poco de miel.