Salmos 5 - Biblia Martin Nieto1 Al maestro de coro. Para flautas. Salmo de David 2 Escucha mis palabras, Señor, atiende a mi gemido, 3 oye la voz de mi lamento, Rey mío y Dios mío. 4 A ti, Señor, te invoco; de mañana me escuchas, de mañana me dirijo a ti y me quedo esperando. 5 Tú no eres un Dios que se complace en la injusticia, el malvado no puede ser tu huésped. 6 Los soberbios no resisten delante de tus ojos, aborreces a todos los malhechores, 7 llevas a la ruina a los mentirosos, al hombre explotador y fraudulento el Señor lo detesta. 8 Mas yo, por tu infinita bondad, entro en tu casa, me postro hacia tu templo con toda reverencia. 9 Guíame tú, Señor, por tu justicia, frente a mis opresores, allana tus caminos ante mí. 10 En su boca no hay sinceridad, su corazón está lleno de maldades; sepulcro abierto es su garganta, aunque su lengua sea melosa. 11 Castígalos, oh Dios, castígalos, que caigan presos en sus propios planes; recházalos por sus crímenes sin cuento, por haberse rebelado contra ti. 12 Que se alegren en cambio los que en ti confían, que siempre estén alegres, porque tú los proteges; que se gocen en ti los que aman tu nombre. |
Evaristo Martín Nieto©