Os hacemos saber también que a ninguno de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros, sirvientes del templo, en una palabra, a ninguno de los que prestan servicio en este templo de Dios, se le podrá imponer tributo, impuesto o derecho de paso.
Esdras 8:15 - Biblia Martin Nieto Yo los reuní junto al río que corre hacia Ahavá, donde estuvimos acampados tres días. Al pasar revista a la expedición, encontré laicos y sacerdotes, pero ningún levita. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Los reuní junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días; y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví. Biblia Nueva Traducción Viviente Reuní a los desterrados junto al canal de Ahava, y acampamos allí tres días, mientras revisaba la lista de las personas y los sacerdotes que habían llegado. Descubrí que ni un solo levita se había ofrecido para acompañarnos. Biblia Católica (Latinoamericana) Los reuní cerca del río que corre hacia Ahava y acampamos allí tres días. Vi que había laicos y sacerdotes, pero no, levitas. La Biblia Textual 3a Edicion Y los reuní junto al río que corre hacia Ahava, y acampamos allí tres días; y pasé revista al pueblo y a los sacerdotes, pero no encontré allí de los hijos de Leví. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Los reuní a la orilla del río que corre hacia Ahavá, y allí acampamos tres días. Observé que había gente del pueblo y sacerdotes, pero no levitas. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y los reuní junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días: y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví. |
Os hacemos saber también que a ninguno de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros, sirvientes del templo, en una palabra, a ninguno de los que prestan servicio en este templo de Dios, se le podrá imponer tributo, impuesto o derecho de paso.
que me granjeó el favor del rey, de sus consejeros y de todos los funcionarios reales más influyentes! Así yo, animado por la ayuda del Señor, mi Dios, convoqué a los israelitas más importantes para que vinieran conmigo.
Fueron también a Jerusalén, el año siete del rey Artajerjes, otros israelitas: sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes del templo.
Entonces llamé a los jefes Eliezer, Ariel, Semayas, Elnatán, Jarib, Natán, Zacarías y Mesulán, hombres sensatos,
De los descendientes de Fineés, Guersón; de los de Itamar, Daniel; de los de David, Jatús, hijo de Secanías;
Allí, a orillas del río Ahavá, proclamé un ayuno para humillarnos delante de nuestro Dios y pedirle un viaje feliz para nosotros, nuestras familias y toda nuestra hacienda.
Por fin partimos del río Ahavá hacia Jerusalén el día doce del primer mes; nuestro Dios nos protegió durante el viaje, y nos libró de toda violencia de enemigos y saqueadores.
Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos al acordarnos de Sión.
El año treinta, el mes cuarto, el día cinco del mes, me encontraba yo entre los deportados junto al río Quebar, cuando se abrieron los cielos y contemplé visiones divinas.
Llegué a Tel-Abib, junto a los deportados que habitaban a lo largo del río Quebar, allí donde ellos habitaban, y permanecí como aturdido siete días en medio de ellos.
El sábado salimos fuera de la ciudad y fuimos por la orilla del río, donde pensábamos que estaba el lugar de oración. Nos sentamos y nos pusimos a hablar con las mujeres que se habían reunido.