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2 Reyes 8:11 - Biblia Martin Nieto

Entonces levantó su cabeza, permaneció largo rato en silencio y, al fin, el hombre de Dios se echó a llorar.

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Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

Y el varón de Dios le miró fijamente, y estuvo así hasta hacerlo ruborizarse; luego lloró el varón de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Eliseo se quedó mirando a Hazael tan fijamente que Hazael se sintió incómodo. Entonces el hombre de Dios se puso a llorar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Entonces el rostro del hombre de Dios se contrajo y su mirada quedó fija, poniéndose después a llorar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y lo miró fijamente hasta que se avergonzó. Entonces el varón de Dios rompió a llorar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

El varón de Dios, demudado el rostro, se quedó totalmente paralizado y luego rompió a llorar.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y mantuvo firme su rostro, hasta que se sintió avergonzado; y lloró el varón de Dios.

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2 Reyes 8:11
15 Tagairtí Cros  

Entonces rompió a llorar a voz en grito, de modo que lo oyeron los egipcios, y la noticia llegó a casa del Faraón.


En tiempo de Pécaj, rey de Israel, TeglatFalasar, rey de Asiria, fue y tomó Iyón, Abel Bet Maacá, Yanóaj, Cades, Jasor, Galaad, Galilea y todo el país de Neftalí, deportando todos sus habitantes a Asiria.


Y tanto le insistieron, que les dijo: 'Mandadlos'. Y mandaron cincuenta hombres, que lo buscaron durante tres días, pero no lo encontraron.


ríos de lágrimas caen de mis ojos porque tu ley no se observa.


Si no escucháis este aviso, mi alma llorará en secreto por vuestro orgullo; llorará sin descanso y mis ojos derramarán lágrimas, porque el rebaño del Señor es conducido al cautiverio.


Tú les dirás estas palabras: 'Mis ojos se derriten en lágrimas noche y día sin descanso, por el gran desastre que quebranta a la virgen, hija de mi pueblo, por su gravísima herida.


¡Ay, mis entrañas, mis entrañas! ¡Cómo sufro! ¡Entretelas de mi corazón! El corazón se me salta; ya no puedo callarme porque he oído el sonido del clarín, el clamor de guerra.


¡Quién me brindara en el desierto un albergue de ambulantes! Abandonaría entonces a mi pueblo; me alejaría de él, porque son todos adúlteros, una pandilla de traidores.


Sí, un lamento llega de Sión: ¡Ah, en qué desastre estamos! ¡Qué vergüenza nos cubre! ¡Tener que abandonar la patria y dejar nuestra casa!


Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella,


sirviendo al Señor con toda humildad y con lágrimas, en medio de las pruebas que me han sobrevenido por las asechanzas de los judíos.


Por lo cual, estad alerta y recordad que durante tres años no he cesado noche y día de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno de vosotros.


Tengo una tristeza inmensa y un profundo y continuo dolor.


Pues hay muchos entre vosotros, de quienes muchas veces os dije, y ahora tengo que repetirlo con lágrimas en los ojos, que son enemigos de la cruz de Cristo;