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2 Reyes 12:3 - Biblia Martin Nieto

Y Joás hizo lo que es justo a los ojos del Señor todo el tiempo que le dirigió el sacerdote Yehoyadá.

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Biblia Reina Valera 1960

Con todo eso, los lugares altos no se quitaron, porque el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

pero aun así, no destruyó los santuarios paganos, y la gente seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso allí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Yoás hizo lo que agrada a Yavé todo el tiempo que estuvo bajo la tutela del sacerdote Yoyada.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Sólo que no se abandonaron los lugares altos,° pues el pueblo todavía seguía sacrificando° y quemando incienso en los lugares altos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Joás hizo durante toda su vida lo que es recto a los ojos de Yahveh, conforme a la instrucción que le había dado el sacerdote Joadá.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Con todo eso los lugares altos no fueron quitados; pues el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.

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2 Reyes 12:3
13 Tagairtí Cros  

Asá hizo lo que es recto a los ojos del Señor, como su padre David.


En cambio, no se quitaron las colinas, aunque Asá fue siempre fiel al Señor.


Siguió en todo la conducta de su padre, Asá, y no se apartó un punto de ella, haciendo lo que es recto a los ojos del Señor.


Empezó a reinar el año séptimo de Jehú, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sibía, de Berseba.


No obstante, no desaparecieron las colinas, de modo que el pueblo ofrecía todavía sacrificios y quemaba incienso en ellas.


Hizo lo que es recto a los ojos del Señor, como había hecho su padre Amasías.


Sin embargo, no desaparecieron las colinas, de modo que el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos. Él construyó la puerta superior del templo del Señor.


Sin embargo, no desaparecieron las colinas, de modo que el pueblo ofrecía aún sacrificios y quemaba incienso en ellas.


Hizo lo que es justo a los ojos del Señor, como su padre David.


Suprimió las colinas, hizo pedazos las estelas, arrancó los cipos sagrados y machacó la serpiente de bronce que Moisés había hecho (pues hasta entonces los israelitas le quemaban incienso; la llamaban Nejustán).


Hizo lo que es justo a los ojos del Señor y anduvo por los caminos de su padre David, sin apartarse a derecha ni a izquierda.


Ordenó a los habitantes de Jerusalén que entregaran la parte correspondiente a los sacerdotes y levitas para que éstos pudieran dedicarse enteramente a la ley del Señor.


Desde antiguo has quebrado tu yugo, has roto tus coyundas y has dicho: 'No quiero servir'. En efecto, sobre toda colina elevada, bajo todo árbol verde te has tumbado como una prostituta.