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Jueces 17:2 - Nueva Biblia Española (1975)

Un día dijo a su madre: Aquellos mil cien siclos que te desaparecieron, por los que echaste una maldición en mi presencia, mira, ese dinero lo tengo yo, lo tomé yo.

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Biblia Reina Valera 1960

el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Un día le dijo a su madre: —Te oí maldecir a la persona que te robó mil cien piezas de plata. Bueno, yo tengo el dinero; fui yo quien lo tomó. —El Señor te bendiga por haberlo admitido —respondió la madre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Dijo a su madre: 'Las mil cien monedas de plata que te habían robado y a propósito de las cuales habías pronunciado una maldición, maldición que oí con mis propios oídos, pues bien, esa plata la tengo yo: yo la había tomado'. Su madre dijo inmediatamente: '¡Yavé bendiga a mi hijo!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

quien le dijo a su madre: Los mil cien ciclos de plata que te fueron sustraídos, acerca de los cuales proferiste maldición a mis oídos, he aquí, aquella plata está en mi poder. Yo la tomé. Y su madre le dijo: ¡Bendito seas de YHVH, hijo mío!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Éste dijo a su madre: 'Los mil cien siclos de plata que te han sido hurtados y por los que lanzabas maldiciones que has hecho llegar a mis oídos, los tengo yo; yo los había tomado'. Dijo entonces su madre: '¡Bendito, tú, hijo mío, ante Yahveh!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

El cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, por lo que tú maldecías, y de los cuales me hablaste, he aquí que yo tengo este dinero; yo lo había tomado. Entonces su madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío.

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Jueces 17:2
21 Tagairtí Cros  

y lo bendijo diciendo: Bendito sea Abrán por el Dios Altísimo, creador de cielo y tierra;


Me encaré con ellos, los maldije, golpeé a algunos, les tiré de los pelos y los conjuré solemnemente: 'No casarán sus hijas con sus hijos ni tomarán sus hijas para sus hijos o para ustedes'.


La soberbia del malvado oprime al infeliz: ¡que se enrede en las intrigas que ha tramado!


No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso.


El que roba a sus padres y dice: 'No he pecado', hace compañía al asesino.


¡Maldito quien ejecute con negligencia el encargo del Señor! ¡Maldito quien retenga su espada de la sangre!


Entonces Pedro se puso a echar maldiciones y a jurar: ¡No conozco a ese hombre! Y en seguida cantó un gallo.


pues, por el bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera ser yo mismo un proscrito lejos del Mesías.


El que no quiera al Señor, fuera con él. Ven, Señor.


¡Maldito quien desprecie a su padre o a su madre!, y el pueblo a una responderá: ¡Amén!


quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas acciones.


Había un hombre en la serranía de Efraín llamado Mica.


Pero ahora te lo devuelvo. Su madre exclamó: ¡Dios te bendiga, hijo mío! Trajo a su madre los mil cien siclos, y ella dijo: Consagro este dinero mío al Señor, en favor de mi hijo, para hacer una estatua chapada. Entonces entregó el dinero a su madre;


Maldigan a Meroz; maldíganla, dice el mensajero del Señor; maldigan a sus habitantes, porque no vinieron en auxilio del Señor, en auxilio del Señor con sus tropas.


El dijo: El Señor te bendiga, hija. Esta segunda obra de caridad es mejor que la primera, porque no te has buscado un pretendiente joven, pobre o rico.


Los que seguían a Saúl eran unos dos mil hombres. La lucha se extendió por toda la serranía de Efraín. Saúl cometió aquel día un grave error, conjurando a la tropa: Maldito el que pruebe un bocado antes de la tarde, mientras me vengo de mis enemigos. Nadie probó bocado.


Uno de la tropa dijo: Tu padre nos echó un juramento maldiciendo al que probara hoy un bocado, y eso que la tropa está agotada.


Samuel se presentó a Saúl, y éste le dijo: El Señor te bendiga. He cumplido el encargo del Señor.


Saúl dijo: Dios se lo pague, ya que se han compadecido de mí.


Que su majestad se digne escucharme: si es el Señor quien te instiga contra mí, apláquese con una oblación; pero si son los hombres, ¡malditos sean de Dios!, porque me expulsan hoy y me impiden participar en la herencia del Señor, diciéndome que vaya a servir a otros dioses.