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Juan 19:39 - Nueva Biblia Española (1975)

Fue también Nicodemo, aquel que al principio había ido a verlo de noche, llevando unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.

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Biblia Reina Valera 1960

También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Lo acompañó Nicodemo, el hombre que había ido a ver a Jesús de noche. Llevó consigo unos treinta y tres kilos de ungüento perfumado, una mezcla de mirra y áloe.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

También fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando unas cien libras de mirra perfumada y áloe.

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La Biblia Textual 3a Edicion

También había ido Nicodemo (el que al principio acudió a Él de noche°), llevando una mezcla de mirra y áloe como de cien libras.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Llegó también Nicodemo, aquel que al principio fue a buscar a Jesús de noche, con una mezcla de mirra y áloe como de unas cien libras de peso.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y vino también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloe, como cien libras.

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Juan 19:39
15 Tagairtí Cros  

Después ordenó a los médicos de su servicio que embalsamaran a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel.


Lo enterraron en el sepulcro que se había excavado en la Ciudad de David. Lo pusieron en una cama llena de un ungüento confeccionado a base de aromas y perfumes, y encendieron en su honor una gran hoguera.


A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos, y en la sala de los marfiles te festejan las arpas.


he perfumado la alcoba con mirra, áloe y cinamomo.


Mi amado es para mí una bolsa de mirra que descansa en mis pechos;


nardo y enebro y azafrán, canela y cinamomo, con árboles de incienso, mirra y áloe, con los mejores bálsamos y aromas.


Mientras sopla la brisa y se alargan las sombras me voy al monte de la mirra, iré por la colina del incienso.


La caña rajada no la quebrará, la mecha humeante no la apagará hasta que haga triunfar el derecho.


Pero todos', aunque sean primeros, serán últimos y aunque sean últimos serán primeros,


Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas le rindieron homenaje; luego abrieron sus cofres y como regalos le ofrecieron oro, incienso y mirra.


Terminado el descanso del sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús.


Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo auténtico, de mucho precio, le ungió los pies a Jesús y, además, le secó los pies con el pelo. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.


Dijo entonces Jesús: Déjala que lo guarde para el día de mi sepultura;