Allí pues el pueblo padeció sed por falta de agua, y murmuró el pueblo contra Moisés, y decía: ¿Por qué nos habéis hecho subir de Egipto, para matarnos de sed, a nosotros, y a nuestros hijos, y a nuestro ganado?
Oseas 2:3 - Biblia Version Moderna (1929) no sea que yo la despoje de sus ropas, dejándola desnuda, y la ponga tal como estaba en el día que nació; y la torne como un desierto, y la ponga como una tierra seca, y la haga morir de sed: Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 no sea que yo la despoje y desnude, la ponga como el día en que nació, la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed. Biblia Nueva Traducción Viviente De lo contrario, la desnudaré por completo, como estaba el día en que nació. Dejaré que muera de sed, como en un desierto desolado y árido. Biblia Católica (Latinoamericana) Ustedes llamarán a sus hermanos Mi pueblo, y a sus hermanas, Amadas. La Biblia Textual 3a Edicion No sea que la despoje Y la deje totalmente desnuda° Y la ponga como el día que nació, Y la deje como el desierto, Y la reduzca a tierra árida, Y la haga morir de sed, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Llamad a vuestro hermano: 'Mi-pueblo' y a vuestra hermana: 'Amada'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) no sea que yo la despoje y desnude, y la deje como el día en que nació, y la ponga como un desierto, y la deje como tierra seca y la mate de sed. |
Allí pues el pueblo padeció sed por falta de agua, y murmuró el pueblo contra Moisés, y decía: ¿Por qué nos habéis hecho subir de Egipto, para matarnos de sed, a nosotros, y a nuestros hijos, y a nuestro ganado?
La tierra está de luto y desfallece; el Líbano está avergonzado y languidece; Sarón se ha tornado en desierto, y el Basán y el Carmelo sacuden sus hojas.
¡Descúbrase tu desnudez; sea vista también tu vergüenza! Yo me vengaré de ti; no habrá quien me pueda resistir.
Tus santas ciudades han venido a ser un desierto; Sión ha venido a ser un desierto; Jerusalem es una desolación.
Muchos pastores han destruído mi viña; han rehollado mi campo; han convertido mi porción amena en un desierto y una soledad.
Y si dijeres en tu corazón: ¿Por qué me han sucedido estas cosas? por la grandeza de tu iniquidad han sido descubiertas tus faldas, y violentados tus calcañares.
Por tanto yo también descubriré tus faldas, alzándolas sobre tu rostro, para que sea vista tu vergüenza.
Y sus nobles envían a sus criados por agua; van éstos a los pozos, mas no hallan aguas: se vuelven con sus vasijas vacías: avergonzados y confusos, cubren sus cabezas.
Pues será como la retama en el desierto, que no ve cuando viene el bien, sino que habita los sequedales del desierto, de una tierra salada y no habitada.
¡Oh generación perversa, atended al oráculo de Jehová! ¿Por ventura he sido yo un yermo para Israel, o una tierra de densas tinieblas? ¿por qué pues ha dicho mi pueblo: ¡Sacudimos el yugo! ¡no volveremos más a ti!
Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, el que nos hizo subir de la tierra de Egipto, el que nos condujo por el desierto, por una tierra de yermos y de hoyos, por una tierra de sequía y de sombra de muerte, tierra por donde nadie pasa, y donde ningún hombre habita?
Porque así dice Jehová acerca de la casa del rey de Judá: Tú me eres como Galaad, o la cima del Líbano; mas ciertamente te pondré como un desierto, como ciudades no habitadas.
Miro, y he aquí el campo fructífero convertido en un desierto, y todas sus ciudades derribadas, a la presencia de Jehová, y a causa del ardor de su ira.
Sus ciudades se han convertido en una desolación, una tierra seca y un desierto; tierra en que no habita hombre alguno, ni hijo de Adam pasa por ella.
Porque no está enviudado Israel, ni Judá, desamparado de su Dios, Jehová de los Ejércitos; aunque su tierra está llena de crimen contra el Santo de Israel.
¶Y en todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los días de tu mocedad, cuando estabas desnuda y descubierta, y te revolcabas en tus sangres.
Aunque él sea el más fecundo entre sus hermanos, vendrá un viento solano, soplo de Jehová, procedente del desierto; y se secará su manantial, y su fuente se agotará: el enemigo despojará el tesoro de todas sus alhajas deleitosas.
Ahora pues descubriré sus deshonestidades a la vista de sus amantes; y no habrá quien la libre de mi mano.
Y los diez cuernos que viste, y la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda, y comerán sus carnes, y a ella la quemarán con fuego.
Mas tuvo una grandísima sed, y clamó a Jehová, diciendo: Tú has dado por mano de tu siervo esta tan grande salvación, ¿y ahora acaso tengo que morir de sed, o caer en mano de estos incircuncisos?