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Hechos 28:4 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

4 Al ver la serpiente colgada de la mano de Pablo, los isleños se pusieron a comentar entre sí: «Sin duda este hombre es un asesino, pues, aunque se salvó del mar, la justicia divina no va a permitir que siga con vida».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

4 Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Los habitantes de la isla, al ver la serpiente colgando de su mano, se decían unos a otros: «¡Sin duda este es un asesino! Aunque se salvó del mar, la justicia no le permitirá vivir»;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Al ver los nativos a la víbora colgando de la mano de Pablo, se dijeron unos a otros: 'Sin duda éste es un asesino. Aunque se haya salvado del mar, la justicia divina no lo deja vivir.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Los nativos° entonces, cuando vieron el animal° que colgaba de su mano, decían unos a otros: Sin ninguna duda, este hombre es un homicida, pues aunque se ha salvado del mar, la Justicia° no lo ha dejado vivir.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Cuando los nativos vieron el reptil pendiente de su mano, se decían unos a otros: 'Muy criminal debe de ser este hombre cuando, salvado del mar, la justicia divina no le deja seguir viviendo'.

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Hechos 28:4
20 Referencias Cruzadas  

Así recaerá sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa que ha sido derramada sobre la tierra. Sí, desde la sangre del justo Abel hasta la de Zacarías, hijo de Berequías. A este ustedes asesinaron entre el santuario y el altar.


―¡Que la culpa de su muerte caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.


Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos hombres, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás galileos?


¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén?


No juzguen por las apariencias; juzguen con justicia.


Los isleños nos trataron con toda clase de atenciones. Encendieron una fogata y nos invitaron a acercarnos, porque estaba lloviendo y hacía frío.


Pablo, por su parte, recogió un montón de leña para la fogata. La estaba echando al fuego cuando una víbora que huía del calor le mordió la mano.


Pero Pablo sacudió la mano y la serpiente cayó en el fuego, y él no sufrió ningún daño.


Pero te diré quienes recibirán como premio el castigo del lago de fuego y azufre: los cobardes, los que no creen, los detestables; los asesinos, los que tienen relaciones sexuales prohibidas, los que practican la brujería; los que adoran dioses falsos y todos los mentirosos. Esta es la segunda muerte».


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