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Eclesiastés 2:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

10 No negué a mis ojos ningún deseo ni privé a mi corazón de placer alguno. Mi corazón disfrutó de todos mis trabajos. ¡Solo eso saqué de tanto afanarme!

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Todo lo que quise lo hice mío; no me negué ningún placer. Hasta descubrí que me daba gran satisfacción trabajar mucho, la recompensa de toda mi labor;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Todo lo que mis ojos deseaban, me lo concedí; no hubo placer del cual me haya privado, pues encontraba mi alegría en todo lo que hacía. Así, al menos recogía el fruto de mi trabajo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Nada de cuanto mis ojos deseaban les negué, ni privé a mi corazón de placer alguno, pues mi corazón gozaba de toda mi labor, y esta era la porción° de todo mi trabajo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Nada rehusé a los deseos de mis ojos. No privé de goce alguno a mi corazón; porque mi corazón disfrutaba en todos mis esfuerzos, y ésa era la paga de todas mis fatigas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo: y esta fue mi porción de toda mi faena.

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Eclesiastés 2:10
21 Referencias Cruzadas  

La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que era atractivo a la vista y era deseable para adquirir sabiduría; así que tomó de su fruto y comió. Luego dio a su esposo, que estaba con ella, y él también comió.


los hijos de Dios vieron que las hijas de los seres humanos eran hermosas. Entonces tomaron como mujeres a todas las que desearon.


»Yo había convenido con mis ojos no mirar con lujuria a ninguna mujer joven.


Aparta mi vista de cosas vanas, preserva mi vida en tu camino.


Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad.


¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas.


Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Sigue los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero toma en cuenta que Dios te juzgará por todo esto.


Me dije entonces: «Vamos, pues, haré la prueba con los placeres y me daré la gran vida». ¡Pero aun esto resultó ser vanidad!


Pues, ¿qué gana el hombre con todos sus esfuerzos y con tanto preocuparse y afanarse bajo el sol?


Nada hay mejor para el hombre que comer, beber y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que también esto proviene de Dios,


He visto, pues, que nada hay mejor para el hombre que disfrutar de su trabajo, ya que eso le ha tocado. Pues, ¿quién lo traerá para que vea lo que sucederá después de él?


Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. ¡También esto es vanidad!


Toda su vida come en tinieblas, en medio de muchas molestias, enfermedades y enojos.


Esto es lo que he comprobado: que en la vida bajo el sol lo mejor es comer, beber y disfrutar del fruto de nuestros afanes. Es lo que Dios nos ha concedido; es lo que nos ha tocado.


a algunos Dios da abundancia, riquezas, honores y no les falta nada que pudieran desear. Sin embargo, es a otros a quienes concede disfrutar de todo ello. ¡Esto es vanidad, una penosa aflicción!


Vale más lo visible que lo imaginario. Y también esto es vanidad; ¡es correr tras el viento!


Por tanto, celebro la alegría, pues no hay para el ser humano nada mejor bajo el sol que comer, beber y alegrarse. Solo eso le queda de tanto afanarse en esta vida que Dios le ha dado bajo el sol.


Sus amores, odios y pasiones llegan a su fin; nunca más vuelven a tener parte en nada de lo que se hace bajo el sol.


Goza de la vida con la mujer amada cada día de la vida de vanidad que Dios te ha dado bajo el sol. ¡Cada uno de tus días de vanidad! Esta es la recompensa de tu vida y de los afanes que pasas bajo el sol.


Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos de la carne, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida—, proviene del Padre, sino del mundo.


Cuando él volvió, dijo a sus padres: —He visto en Timná a una joven filistea; pídanla para que sea mi esposa.


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