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Daniel 3:30 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

30 Después de eso el rey promovió a Sadrac, Mesac y Abednego a un alto puesto en la provincia de Babilonia.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Luego el rey ascendió a Sadrac, Mesac y Abed-nego a puestos aún más altos en la provincia de Babilonia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 No los hemos cumplido, no hemos hecho lo que tú nos mandaste para que tu bendición viniera sobre nosotros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Y el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 no los guardamos ni procedimos como nos mandaste para nuestro bien.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

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Daniel 3:30
9 Referencias Cruzadas  

Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. Todo cuanto hace prospera.


«Yo lo libraré, porque él me ama; lo protegeré, porque conoce mi nombre.


y a los cuales el oficial en jefe les cambió el nombre: a Daniel lo llamó Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednego.


Además, a solicitud de Daniel, el rey nombró a Sadrac, Mesac y Abednego administradores de la provincia de Babilonia. Daniel, por su parte, permaneció en la corte real.


El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de sesenta codos de alto por seis codos de ancho, y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia.


Pero hay algunos judíos, a quienes ha puesto al frente de la provincia de Babilonia, que no acatan sus órdenes, Su Majestad. No adoran a los dioses de Su Majestad ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de Sadrac, Mesac y Abednego.


Quien quiera servirme debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará.


¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?


»Por lo tanto —dice el Señor, Dios de Israel—, de ninguna manera permitiré que tus parientes me sirvan, aun cuando yo había prometido que toda tu familia, tanto tus antepasados como tus descendientes, me servirían siempre. Yo, el Señor, lo afirmo. Yo honro a los que me honran y humillo a los que me desprecian.


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