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Jeremías 47:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

3 Al oír el galope de sus corceles, el estruendo de sus carros y el estrépito de sus ruedas, los padres abandonan a sus hijos porque sus fuerzas desfallecen.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

3 Por el sonido de los cascos de sus caballos, por el alboroto de sus carros, por el estruendo de sus ruedas, los padres no cuidaron a los hijos por la debilidad de sus manos;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Escuchen el ruido de los cascos de los caballos y el estruendo de las ruedas de los carros de guerra al pasar. Los padres aterrorizados corren desesperados; ni siquiera miran hacia atrás para ver a sus hijos indefensos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Se oye el martilleo de las herraduras de sus caballos, el ruido de sus carros y el estrépito de sus ruedas. Los padres ya no miran por sus hijos, sus manos están sin fuerza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Por el galopar de sus caballos, Por el alboroto de sus carros, Por el estruendo de sus ruedas, Los padres, ya sin fuerzas, Ni siquiera miran por sus hijos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 al ruido del piafar de los cascos de sus caballos, al estruendo de sus carros, al rechinar de sus ruedas. Los padres no se vuelven a mirar por sus hijos, a causa de la debilidad de sus manos,

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Jeremías 47:3
14 Referencias Cruzadas  

Sus flechas son puntiagudas, tensos todos sus arcos; parecen pedernal los cascos de sus caballos, y torbellino las ruedas de sus carros.


¡Atacad, corceles! ¡Carros, avanzad con furia! ¡Que marchen los guerreros! ¡Que tomen sus escudos los soldados de Cus y de Fut! ¡Que tensen el arco los soldados de Lidia!


Vienen armados con arcos y lanzas; son crueles y desalmados. Vienen montados a caballo; su estruendo es como el bramido del mar. Contra ti, bella Babilonia, contra ti marchan en formación de combate, alineados como un solo hombre.


Desde Dan se escucha el resoplar de sus caballos; cuando relinchan sus corceles, tiembla toda la tierra. Vienen a devorar el país, y todo lo que hay en él, la ciudad y todos sus habitantes».


Vendrán contra ti con muchos carros y carretas, y con una multitud de ejércitos, cascos y escudos. Les encargaré que te juzguen, y te juzgarán según sus costumbres.


Desaforados corren los carros por las calles, irrumpen con violencia por las plazas. Son como antorchas de fuego, como relámpagos zigzagueantes.


Nínive es como un estanque roto cuyas aguas se derraman. «¡Deteneos! ¡Deteneos!», les gritan, pero nadie vuelve atrás.


Llevaban coraza como de hierro, y el ruido de sus alas se escuchaba como el estruendo de carros de muchos caballos que se lanzan a la batalla.


Resonaron entonces los cascos equinos; ¡galopan, galopan sus briosos corceles!


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