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2 Samuel 9:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

7 ―No temas, pues en memoria de tu padre Jonatán he decidido beneficiarte. Voy a devolverte todas las tierras que pertenecían a tu abuelo Saúl, y de ahora en adelante te sentarás a mi mesa.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 —¡No tengas miedo! —le dijo David—, mi intención es mostrarte mi bondad por lo que le prometí a tu padre, Jonatán. Te daré todas las propiedades que pertenecían a tu abuelo Saúl, y comerás aquí conmigo, a la mesa del rey.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Entonces David le dijo: 'No temas, quiero tratarte con bondad debido a tu padre Jonatán. Te devolveré todas las tierras de Saúl tu abuelo, y todos los días comerás a mi mesa'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Entonces David le dijo: No temas, porque ciertamente haré contigo misericordia por amor a Jonatán tu padre, y te devolveré toda la tierra de Saúl tu padre,° y comerás siempre a mi mesa.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 'No temas, le dijo David, porque quiero tratarte con benevolencia por amor a Jonatán, tu padre. Voy a restituirte todas las tierras de Saúl, tu abuelo, y comerás siempre a mi mesa'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor a Jonatán, tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl, tu padre; y tú comerás pan a mi mesa, siempre.

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2 Samuel 9:7
32 Referencias Cruzadas  

Al ver ellos que los llevaban a la casa de José, se asustaron mucho y se dijeron: «Nos llevan por causa del dinero que se puso en nuestras bolsas la vez pasada. Ahora nos atacarán, nos acusarán, y hasta nos harán sus esclavos, con nuestros animales y todo».


―Está bien, no tengáis miedo —contestó aquel hombre—. Vuestro Dios y de vuestro padre habrá puesto ese tesoro en vuestras bolsas. A mí me consta que recibí el dinero que vosotros pagasteis. El mayordomo les llevó a Simeón,


Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más.


No hay nadie en mi familia paterna que no merezca la muerte en presencia de mi señor el rey. A pesar de eso, mi señor el rey le concedió a este tu siervo comer a la mesa real. ¿Qué derecho tengo de pedirle algo más al rey?


El rey le dijo: ―No tienes que dar más explicaciones. Ya he decidido que tú y Siba os repartáis las tierras.


El rey le dijo: ―Acompáñame. Quédate conmigo en Jerusalén, y yo me encargaré de todo lo que necesites.


Sin embargo, por el juramento que David y Jonatán se habían hecho en presencia del Señor, el rey tuvo compasión de Mefiboset, que era hijo de Jonatán y nieto de Saúl.


El rey David averiguó si había alguien de la familia de Saúl a quien pudiera beneficiar en memoria de Jonatán


Te ordeno que cultives para él la tierra y guardes la cosecha para el sustento de su casa. Que te ayuden tus quince hijos y tus veinte criados. En cuanto al nieto de tu amo, siempre comerá a mi mesa.


―Yo estoy para servirte. Haré todo lo que me mandes —respondió Siba. A partir de ese día Mefiboset se sentó a la mesa de David como uno más de los hijos del rey.


Tullido de ambos pies, Mefiboset vivía en Jerusalén, pues siempre se sentaba a la mesa del rey.


―¿No queda nadie de la familia de Saúl a quien yo pueda beneficiar en el nombre de Dios? —volvió a preguntar el rey. ―Sí. Todavía le queda a Jonatán un hijo que está tullido de ambos pies —le respondió Siba.


En cambio, sé bondadoso con los hijos de Barzilay de Galaad y permíteles comer a tu mesa, pues ellos me ampararon cuando huía de tu hermano Absalón.


Joaquín dejó su ropa de prisionero, y por el resto de su vida comió a la mesa del rey.


Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha puesto la zancadilla.


Joaquín dejó su ropa de prisionero, y por el resto de su vida comió a la mesa del rey.


«Así dice el Señor Todopoderoso: »“Juzgad con verdadera justicia; mostrad amor y compasión los unos por los otros.


Danos hoy nuestro pan cotidiano.


para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.


Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.


Pero os exhorto a temer al Señor y a servirle fielmente y de todo corazón, recordando los grandes beneficios que él ha hecho en vuestro favor.


¡Nunca dejes de ser bondadoso con mi familia, aun cuando el Señor borre de la faz de la tierra a todos tus enemigos!


Pero no tengas miedo. Quédate conmigo, que aquí estarás a salvo. Quien quiera matarte tendrá que matarme a mí.


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