sabemos pues que a los que aman a Dios, todo concurre en bien a los que, según propósito, son llamados
Debemos nosotros los fuertes llevar las flaquezas de los débiles y no agraciarnos a nosotros mismos.
No os olvidéis de la beneficencia y de la contribución, porque de tales sacrificios se agrada Dios.
Asimismo el Espíritu también ayuda a nuestra flaqueza. Qué pues hemos de pedir, como se debe, no lo sabemos, mas él, el Espíritu, intercede por nosotros con gemidos indecibles.
De suerte que con toda confianza decimos (Sal. 118:6): El Señor es mi ayuda, no temeré lo que me hará el hombre.
Al que te pidiere dale, y al que quisiere tomar de tí prestado, no le vuelvas la espalda.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesu-Cristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación,
que nos consuela en toda nuestra tribulación, para que podamos consolar a los que están en cualquiera tribulación por la consolación con que somos consolados nosotros mismos por Dios.
Lleguémonos pues con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia y hallemos gracia para oportuno socorro.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis tribulación, mas tened buen ánimo. Yo he vencido al mundo.
Os exhortamos, hermanos: amonestad a los desordenados, animad a los desalentados, soportad a los débiles, sed pacientes con todos.
Venid a mí, todos los que os fatigáis y estáis cargados, y yo os haré descansar.
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas,
porque mi yugo es suave y mi carga ligera.
en la fraternidad cariñosos los unos para con los otros; en la honra previniéndoos los unos a los otros;
Dios, pues, puede hacer abundar en vosotros toda gracia, para que teniendo en todo siempre todo lo necesario abundéis para toda obra buena,
vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, longanimidad,
porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me hospedasteis;
mas Dios confirma su amor a nosotros en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo por nosotros murió;
y considerémonos los unos a los otros para estímulo de amor y buenas obras;
no abandonando la congregación de vosotros mismos, como algunos tienen por costumbre, mas exhortándonos y tanto más cuanto veis acercarse el día.
Mas el que tuviere la vida del mundo, y viere a su hermano en la necesidad, y le cerrare sus entrañas ¿cómo permanece en él el amor de Dios?
porque sé que todo esto vendrá a parar a mi salvación por vuestra oración, y la asistencia del espíritu de Jesu-Cristo,
El Dios de la paciencia y de la consolación os dé sentir lo mismo los unos con los otros según Cristo Jesús,
para que unánimemente con una sola boca glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesu-Cristo.
Porque vosotros a libertad fuisteis llamados, solamente no toméis la libertad por ocasión a la carne, pero por el amor servios los unos a los otros.
No os acongojéis, pues, para el día de mañana, porque el día de mañana se acongojará por sí mismo. Bástale al día su maldad.
cada uno según el don que recibió, poniéndolo al servicio entre vosotros como buenos dispensadores de la multiforme gracia de Dios.
No os ha tomado tentación sino humana, pero fiel es Dios que no os dejará ser tentados sobre lo que podéis, antes con la tentación dará también la salida para que podáis sobrellevarla.
No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque bien sabe vuestro Padre lo que habéis menester antes que le pidáis.