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Apocalipsis 2:7 - Versión Biblia Libre

Si tienen oídos, oigan lo que el Espíritu le dice a las iglesias. A los que sean victoriosos yo les daré el privilegio de comer del árbol de la vida, que está en el Paraíso de Dios.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

»Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias. A todos los que salgan vencedores, les daré del fruto del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El que tenga oídos, escuche este mensaje del Espíritu a las Iglesias: 'Al vencedor le daré de comer del árbol de la vida, que está en el Paraíso de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

El que tiene oído, oiga qué dice el Espíritu a las iglesias. Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida,° que está en° el paraíso de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

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Otras versiones



Apocalipsis 2:7
36 Referencias Cruzadas  

El Señor creó toda clase de árboles para que crecieran en el jardín, árboles hermosos y árboles que producían frutas agradables al paladar. El árbol de la vida se encontraba en medio del jardín, así como el árbol del conocimiento del bien y del mal.


El fruto de los justos es un árbol de vida. La persona sabia salva a las demás personas.


La esperanza que se tarda puede causar malestar, pero un deseo cumplido puede darte vida nuevamente.


Las palabras amables son Fuente de vida, pero el decir mentiras causa gran daño.


La sabiduría es un árbol de vida para todo el que se aferra a ella, y bendice a todos los que la aceptan.


Estabas en el Edén, el jardín de Dios. Llevabas toda clase de piedras preciosas: cornalina, topacio y amatista; berilo, ónice y jaspe; lapislázuli, turquesa y esmeralda. Fueron colocados en monturas y engastes de oro, con un trabajo artesanal, y fueron hechos el día en que fuiste creado.


Los cedros del jardín de Dios no tenían nada que envidiarle. Ningún pino tenía ramas tan grandes, ni ningún plátano. Ningún árbol del jardín de Dios era tan hermoso.


¡Todo el que tenga oídos, oiga!


Entonces aquellos que viven justamente brillarán como el sol en el reino de su padre. ¡Todo el que tiene oídos, oiga!


¡Todo el que tenga oídos, escuche!


Si tienen oídos para oír, oigan lo que les digo”.


No es lo que está afuera y entra por su boca lo que los hace impuros. Es lo que sale de ella lo que los hace impuros”.


Jesús respondió: “Te prometo hoy que estarás conmigo en el paraíso”.


Algunas semillas cayeron en buen suelo y después que crecieron produjeron una cosecha cien veces mayor de lo que se había sembrado”. Después que les dijo esto, exclamó: “¡Si ustedes tienen oídos, oigan!”


Les he dicho todo esto a fin de que tengan paz porque ustedes son uno conmigo. Ustedes sufrirán en este mundo, pero sean valientes— ¡Yo he derrotado al mundo!”


Pero Dios nos ha revelado esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu ahonda en las profundidades de Dios.


fue llevado al Paraíso, y escuchó cosas tan maravillosas que no se pueden explicar, en palabras tan sagradas que ningún ser humano podría decir.


Les escribo a ustedes, padres, porque ustedes lo conocen a él, que ha existido desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido el mal.


Si alguno tiene oídos, ¡oiga!


Entonces oí una voz que procedía del cielo, que me decía: “¡Escribe esto! Benditos son los que mueren en el Señor a partir de ahora. Sí, dice el Espíritu, porque ahora ellos pueden descansar de sus aflicciones. Y lo que han logrado hablará por ellos”.


Vi lo que parecía como un mar de vidrio mezclado con fuego. Y junto al mar de vidrio estaban los que habían vencido a la bestia y su imagen, y el número de su nombre. Y tenían arpas que Dios les había dado


Si tienes oídos, oye lo que el Espíritu dice a las iglesias. La segunda muerte no hará daño a los victoriosos.


Si tienes oídos, escucha lo que el Espíritu dice a las iglesias. A los que sean victoriosos les daré del maná escondido. Les daré una piedra blanca con un nombre nuevo escrito en ella, el cual nadie conoce sino solo quienes la reciben.


Los que sean victoriosos heredarán todas estas cosas, y yo seré su Dios, y ellos serán mis hijos.


Benditos los que lavan sus túnicas para tener derecho al árbol de la vida, y para poder entrar a la ciudad por las puertas.


El Espíritu y la novia dicen: “Ven”. Quien escucha esto, diga: “Ven”. Quien tenga sed, venga, y a quien quiera le daré gratuitamente del agua de vida.


justo en medio de la calle principal de la ciudad. A ambos lados del río estaba el árbol de la vida, que producía doce cosechas de frutas, una cada mes. Las hojas del árbol eran usadas para la sanidad de los pueblos de todas las naciones.