Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.
Mateo 19:28 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) ―Les aseguro —respondió Jesús— que en la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Biblia Nueva Traducción Viviente Jesús contestó: —Les aseguro que cuando el mundo se renueve y el Hijo del Hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes que han sido mis seguidores también se sentarán en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Biblia Católica (Latinoamericana) Jesús contestó: 'A ustedes que me han seguido, yo les digo: cuando todo comience nuevamente y el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, ustedes también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. La Biblia Textual 3a Edicion Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración,° cuando el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria,° vosotros, los que me habéis seguido, también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Jesús les contestó: 'Os lo aseguro: cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, en la regeneración, vosotros los que me habéis seguido, también os sentaréis en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Jesús les dijo: De cierto os digo: En la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. |
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.
―¡Mira, nosotros lo hemos dejado todo por seguirte! —le dijo Pedro—. ¿Y qué ganamos con eso?
―¿Qué quieres? —le preguntó Jesús. ―Ordena que en tu reino uno de estos dos hijos míos se siente a tu derecha y el otro, a tu izquierda.
»Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y Dios les añadirá todas estas cosas.
―Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—. Pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
―Permite que en tu glorioso reino uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro, a tu izquierda.
Es necesario que él permanezca en el cielo hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas. Así lo ha anunciado Dios desde hace siglos por medio de sus santos profetas.
Si resistimos, también reinaremos con él. Si decimos no conocerlo, también él dirá no conocernos.
Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que todo se hará con justicia.
Los veinticuatro líderes se arrodillaron y, tocando el suelo con su frente, adoraron a Dios. Ellos son los que están sentados delante del trono de Dios.
Apareció en el cielo algo que me pareció maravilloso y misterioso a la vez: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies. En la cabeza tenía una corona de doce estrellas.
Entonces vi tronos donde se sentaron los que recibieron autoridad para juzgar. Vi también a los que habían sido asesinados por hablar acerca de Jesús y anunciar el mensaje de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni se habían dejado poner su marca en la frente ni en la mano. Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años.
El que estaba sentado en el trono dijo: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!». Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza».
Corría por el centro de la calle principal de la ciudad. A cada lado del río estaba el árbol de la vida. El árbol produce doce cosechas al año, una por mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones.
Ya no habrá noche. No necesitarán la luz del sol ni la luz de una lámpara, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán para siempre.
Al vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono. Así como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.
El trono estaba rodeado por otros veinticuatro tronos. En estos estaban sentados veinticuatro líderes vestidos de blanco y con una corona de oro en la cabeza.
Y oí el número de los que fueron sellados: ciento cuarenta y cuatro mil de todas las tribus de Israel.