»Miren que no menosprecien a uno de estos pequeños. Pues les digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial.
Marcos 2:17 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Al oír esto, Jesús les contestó: ―No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando Jesús los oyó, les dijo: «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí. No he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores». Biblia Católica (Latinoamericana) Jesús los oyó y les dijo: 'No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. La Biblia Textual 3a Edicion Al oírlo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No vine a llamar a justos, sino a pecadores. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cuando Jesús lo oyó, les dice: 'No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y oyéndolo, Jesús les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos: No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. |
»Miren que no menosprecien a uno de estos pequeños. Pues les digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial.
Les digo que así mismo se alegran los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
Pero él le contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos!
Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.
Él les dijo: «Ustedes se hacen los buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aquello que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.
Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Ellos respondieron: ―Tú, que naciste lleno de pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo expulsaron.
Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le preguntaron: ―¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos?
A judíos y a griegos les he dicho que se arrepientan ante Dios y que crean en nuestro Señor Jesús.
Al contrario, comencé a predicar en muchos lugares. Primero, en Damasco, luego en Jerusalén y en toda Judea. Después, les prediqué a los no judíos y les pedí que se arrepintieran y obedecieran a Dios. Les dije además que hicieran lo bueno, para que demostraran su arrepentimiento.
Él se entregó a la muerte por nosotros, para rescatarnos de toda maldad y limpiarnos de pecado y tener así un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien.