Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí a quienes lo aman y hacen su voluntad.
Hechos 18:7 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Entonces Pablo salió de la sinagoga y se fue a la casa de un tal Ticio Justo, que adoraba a Dios y que vivía al lado de la sinagoga. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y saliendo de allí, se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces salió de allí y fue a la casa de Ticio Justo, un gentil que adoraba a Dios y que vivía al lado de la sinagoga. Biblia Católica (Latinoamericana) Pablo cambió de lugar y se fue a la casa de un tal Tito Justo, de los que temen a Dios, que estaba pegada a la sinagoga. La Biblia Textual 3a Edicion Y saliendo de allí, entró en casa de uno llamado Ticio° Justo, temeroso de Dios, cuya casa estaba junto a la sinagoga. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y marchándose de allí, se fue a la casa de un tal Ticio Justo, temeroso de Dios, que vivía contiguo a la sinagoga. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y partiendo de allí, entró en casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, cuya casa estaba junto a la sinagoga. |
Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí a quienes lo aman y hacen su voluntad.
Él y toda su familia amaban y obedecían a Dios. Cornelio ayudaba a los judíos pobres y oraba a Dios constantemente.
Ellos le contestaron: ―Venimos de parte del capitán Cornelio, un hombre justo y que adora a Dios, respetado por todo el pueblo judío. Un ángel de Dios le dijo que tenía que invitarlo a usted a su casa, porque usted tiene algo que decirle.
Al salir ellos de la sinagoga, los invitaron a que el siguiente sábado les hablaran más de estas cosas.
Cuando terminó la reunión, muchos judíos y extranjeros que habían aceptado la religión judía acompañaron a Pablo y a Bernabé. Ellos, por su parte, los animaron a seguir confiando en el inmerecido amor de Dios.
Pero los judíos hablaron con mujeres muy distinguidas y favorables al judaísmo. También hablaron con los hombres más importantes de la ciudad, y a todos los convencieron de ir en contra de Pablo y Bernabé. Así lograron echarlos fuera de la región.
Una de ellas, que se llamaba Lidia, adoraba a Dios. Era de la ciudad de Tiatira y vendía telas muy finas y costosas. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo.
Algunos de los judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas. También se les unieron un buen número de mujeres prominentes y muchos griegos que adoraban a Dios.
También los saluda Jesús, llamado Justo. Estos son los únicos judíos que trabajan conmigo a favor del reino de Dios, y me han sido de mucho consuelo.