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Filipenses 4:3 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Y a ti, mi fiel compañero, te pido que ayudes a estas mujeres que han luchado a mi lado en el anuncio de la buena noticia. Han luchado junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a estas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Y te pido a ti, mi fiel colaborador, que ayudes a esas dos mujeres, porque trabajaron mucho a mi lado para dar a conocer a otros la Buena Noticia. Trabajaron junto con Clemente y mis demás colaboradores, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Y a ti, Sícigo, verdadero compañero, te pido que las ayudes; no olvides que ellas lucharon conmigo por el Evangelio, lo mismo que Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Ciertamente te ruego también a ti, genuino colaborador,° que las ayudes, ya que ellas lucharon juntamente conmigo en el evangelio, también con Clemente y con los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Y a ti te ruego, mi sincero Sízigo, que les ayudes, ya que ellas me asistieron en la lucha por el evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el Libro de la Vida.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y te ruego también a ti, fiel compañero, ayuda a aquellas mujeres que trabajaron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también, y los otros de mis colaboradores, cuyos nombres están en el libro de la vida.

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Otras versiones



Filipenses 4:3
28 Referencias Cruzadas  

Sin embargo, no se alegren de que puedan hacer que los espíritus obedezcan. Más bien, alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo.


Por lo tanto, hermanos en la fe, les ruego que tomen en cuenta la gran bondad de Dios. Así que, ofrezcan todo su ser como un sacrificio vivo y agradable a Dios. Esa es la verdadera adoración que él merece.


Saluden a Trifena y a Trifosa, las cuales se esfuerzan trabajando por el Señor. Saluden a Pérsida, mi querida hermana en la fe, que ha trabajado muchísimo para el Señor.


Saluden a Urbano, nuestro compañero en servicio a Cristo, y a Estaquis, mi querido hermano en la fe.


Queridos hermanos en la fe, quiero que sepan que, en realidad, lo que me ha sucedido ha ayudado a que la buena noticia siga anunciándose.


Unos lo hacen por amor, pues saben que Dios me ha pedido defender el mensaje de la buena noticia.


Pase lo que pase, pórtense bien, como lo enseña el mensaje de Cristo. De este modo, ya sea que vaya a verlos o no, quiero recibir buenas noticias de ustedes. Quiero escuchar que siguen firmes y unidos, luchando juntos para que otros crean en la buena noticia de Cristo.


pues ustedes han ayudado a anunciar la buena noticia desde el primer día hasta ahora.


Y está bien que yo piense así de todos ustedes porque los llevo en el corazón. Dios me dio el inmerecido privilegio de anunciar la buena noticia, y ustedes me han ayudado a hacerlo. Lo han hecho mientras he estado en la cárcel o he tenido que defender y confirmar la buena noticia.


Ruego a Evodia y también a Síntique que se pongan de acuerdo, pues ambas están unidas al Señor.


Así les enseñó Epafras, nuestro querido colaborador y fiel servidor de Cristo para el bien de ustedes.


A la bestia la adorarán todos los habitantes de la tierra. Es decir, aquellos cuyos nombres no han sido escritos en el libro de la vida. Ese libro pertenece al Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo.


La bestia que has visto es la que antes era, pero ya no es. Está a punto de salir del abismo, pero va rumbo a la destrucción. Los que se asombraron son aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la creación del mundo.


Vi también a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Se abrieron unos libros. Luego se abrió otro libro, que es el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según lo que habían hecho, conforme a lo que estaba escrito en los libros.


Todo aquel cuyo nombre no estaba escrito en el libro de la vida era echado al lago de fuego.


Nunca entrará en ella algo malo, ni entrarán los idólatras ni los mentirosos. Tan solo entrarán aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el libro del Cordero.


El vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida. Reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.