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1 Tesalonicenses 2:2 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Y saben también que, a pesar de los sufrimientos y los insultos que antes recibimos en Filipos, nuestra confianza en nuestro Dios creció. Por eso nos atrevimos a comunicarles la buena noticia en medio de una gran lucha.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

pues habiendo antes padecido y sido ultrajados en Filipos, como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Saben lo mal que nos trataron en Filipos y cuánto sufrimos allí justo antes de verlos a ustedes. Aun así, nuestro Dios nos dio el valor de anunciarles la Buena Noticia con valentía, a pesar de gran oposición.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Acabábamos de ser muy maltratados e insultados en Filipos, pero, confiados en nuestro Dios, nos atrevimos a anunciarles el mensaje de Dios enfrentando nuevas luchas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

sino que habiendo sufrido y habiendo sido maltratados en Filipos,° como sabéis, tuvimos confianza en nuestro Dios para proclamaros el evangelio de Dios en medio de mucha oposición.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Al contrario, tras haber sufrido en Filipos los maltratos e injurias que ya conocéis, apoyados en nuestro Dios tuvimos el valor de predicar entre vosotros el evangelio de Dios, en medio de una fuerte oposición.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

pues aun habiendo antes padecido y sido afrentados en Filipos, como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición.

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Otras versiones



1 Tesalonicenses 2:2
27 Referencias Cruzadas  

En todo caso, Pablo y Bernabé pasaron allí bastante tiempo. Hablaban valientemente en el nombre del Señor, quien confirmaba el mensaje de su inmerecido amor. Lo confirmaba haciendo milagros y maravillas por medio de ellos.


Entonces, los no judíos y los judíos, apoyados por sus dirigentes, se pusieron de acuerdo para maltratarlos y apedrearlos.


De allí fuimos a Filipos, que es una colonia romana y la ciudad principal de ese territorio de Macedonia. En esa ciudad nos quedamos varios días.


Los dueños de la joven se dieron cuenta de que se les había acabado la esperanza de ganar dinero. Así que agarraron a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza, ante las autoridades.


Pero Pablo respondió a los guardias: ―¿Cómo? Nosotros somos ciudadanos romanos. Nos han azotado en público sin habernos juzgado, y nos han echado en la cárcel. ¿Y ahora quieren expulsarnos a escondidas? ¡Nada de eso! Que vengan ellos personalmente y nos lleven hasta la salida.


Atravesando Anfípolis y Apolonia, Pablo y Silas llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos.


Así que hablaba en la sinagoga con los judíos y con los griegos que adoraban a Dios. También iba todos los días a la plaza y hablaba con los que estaban por allí.


Pablo entró en la sinagoga y habló allí con toda valentía durante tres meses. Discutía acerca del reino de Dios, tratando de convencerlos.


Pedro y Juan eran personas sin estudios ni preparación. Por eso, al ver la valentía con que ellos hablaban, los gobernantes se quedaron asombrados. Reconocieron que habían estado con Jesús.


Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.


Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y predicaban la palabra de Dios sin ningún temor.


Así pues, los apóstoles salieron del tribunal. Estaban llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir insultos por causa del nombre de Jesús.


Los saluda Pablo, servidor de Cristo Jesús, quien me llamó para ser su apóstol. Él me apartó para anunciar la buena noticia de Dios.


Así que, como estamos seguros de todo esto, actuamos con plena confianza.


Quiero que sepan de la gran lucha que sostengo por el bien de ustedes y de los que están en Laodicea, y de tantos que no me conocen personalmente.


Pues nuestra buena noticia les llegó no solo con palabras, sino también con demostraciones de poder. Es decir, vieron cómo actúa el Espíritu Santo por medio de nosotros y eso los convenció profundamente. Como bien saben, estuvimos entre ustedes solo para su bien.


Y es por anunciar ese mensaje que ahora paso sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído. También estoy seguro de que Cristo tiene poder para guardar hasta el día del juicio final lo que le he confiado.


Queridos hermanos en la fe, mucho he deseado escribirles acerca de la salvación que ustedes y yo compartimos. Pero ahora siento la necesidad de escribirles acerca de otro asunto: para rogarles que luchen fuertemente por defender todo en lo que hemos creído. Porque esa enseñanza fue entregada para siempre a los creyentes.