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Jeremías 8:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

He escuchado con suma atención, para ver si alguien habla con rectitud, pero nadie se arrepiente de su maldad; nadie reconoce el mal que ha hecho. Todos siguen su loca carrera, como caballos desbocados en combate.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Escucho sus conversaciones y no oigo una sola palabra de verdad. ¿Hay alguien que esté apenado por haber hecho lo malo? ¿Hay alguien que diga: “¡Qué cosa tan terrible he hecho!”? ¡No! ¡Todos corren por el camino del pecado tan veloces como galopa un caballo a la batalla!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Ven y oyen, pero hablan otro lenguaje y nadie llora su maldad, diciendo: '¿Qué es lo que he hecho?' Todos prosiguen su loca carrera como un caballo que se lanza a la carga.

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La Biblia Textual 3a Edicion

He estado atento y he escuchado: No hablan rectamente, No hay quien se arrepienta de su maldad, y diga: ¿Qué he hecho? Cada cual se vuelve a su carrera, Como corcel desbordado en la batalla.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Estuve atento y oí: hablan como no deben nadie se arrepiente de su maldad diciendo: '¿Qué he hecho?'. Todos se precipitan en su carrera, como caballo lanzado al combate.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Escuché y oí; pero no hablan derecho, no hay hombre que se arrepienta de su mal, y que diga: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su carrera, como caballo que arremete hacia la batalla.

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Otras versiones



Jeremías 8:6
24 Referencias Cruzadas  

Le he dicho a Dios: No me condenes. Dime qué es lo que tienes contra mí.


»Supongamos que le dijeras: “Soy culpable; no volveré a ofenderte.


Enséñame lo que no alcanzo a percibir; si he cometido algo malo, no volveré a hacerlo”.


Desde el cielo el Señor contempla a los mortales, para ver si hay alguien que sea sensato y busque a Dios.


Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad; por eso se levanta para mostrarles compasión. Porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que en él esperan!


Por causa de la perversa codicia de mi pueblo, me he enojado y lo he castigado; le he dado la espalda, pero él prefirió seguir sus obstinados caminos.


Lo ha visto y le ha asombrado ver que no hay nadie que intervenga. Por eso su propio brazo vendrá a salvarlos; su propia justicia lo sostendrá.


«He escuchado lo que dicen los profetas que profieren mentiras en mi nombre, los cuales dicen: “¡He tenido un sueño, he tenido un sueño!”.


¿vas a estar siempre enojado? ¿Guardarás rencor eternamente?”. Y mientras hablabas, hacías todo el mal posible».


«Recorran las calles de Jerusalén, observen con cuidado, busquen por las plazas. Si encuentran una sola persona que practique la justicia y busque la verdad, yo perdonaré a esta ciudad.


Si recapacita y se aparta de todas sus maldades, no morirá, sino que vivirá.


»Yo he buscado entre ellos a alguien que construya un muro y se ponga en la brecha delante de mí por mi tierra, para que yo no la destruya. ¡Y no lo he hallado!


Todo Israel ha transgredido tu Ley y se alejaron cuando rechazaron obedecerte. Por eso, las maldiciones y los juicios escritos en la Ley de Moisés, siervo de Dios, han sido derramadas sobre nosotros, porque pecamos contra ti.


La gente piadosa ha sido eliminada del país, no queda persona recta. Todos tratan de matar a alguien; unos a otros se tienden redes.


Dije a la ciudad: “¡Ciertamente me temerás; aceptarás corrección!”. Entonces no sería destruida su morada, según todo lo que decreté contra ella. A pesar de todo, se empeñaron en corromper todas sus obras.


Así dice ahora el Señor de los Ejércitos: «¡Reflexionen sobre su proceder!


Así dice el Señor de los Ejércitos: «¡Reflexionen sobre su proceder!


Los que temían al Señor hablaron entre sí, entonces él los escuchó y les prestó atención. Entonces se escribió en su presencia un libro de memorias de aquellos que temen al Señor y honran su nombre.


El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.


El resto de la humanidad, los que no murieron a causa de estas plagas, tampoco se arrepintieron de sus malas acciones ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, los cuales no pueden ver ni oír ni caminar.