La Biblia Online

Anuncios


Toda la Biblia A.T. N.T.




Jeremías 1:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Yo respondí: «¡Ah, mi Señor y Dios! ¡Soy muy joven y no sé hablar!».

Ver Capítulo
Mostrar Biblia Interlineal

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.

Ver Capítulo

Biblia Nueva Traducción Viviente

—Oh Señor Soberano —respondí—. ¡No puedo hablar por ti! ¡Soy demasiado joven!

Ver Capítulo

Biblia Católica (Latinoamericana)

Yo exclamé: 'Ay, Señor, Yavé, ¡cómo podría hablar yo, que soy un muchacho!'

Ver Capítulo

La Biblia Textual 3a Edicion

Entonces dije: ¡Ah, Adonay YHVH! He aquí, no sé hablar, porque soy joven.

Ver Capítulo

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pero yo dije: '¡Ah, Señor Yahveh! Mira que no sé hablar, que soy un niño'.

Ver Capítulo

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y yo dije: ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.

Ver Capítulo
Otras versiones



Jeremías 1:6
12 Referencias Cruzadas  

Moisés volvió a preguntar: —¿Y qué hago si no me creen ni me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: “El Señor no se te ha aparecido”?


Pero Moisés respondió al Señor: —¿Y cómo va a hacerme caso el faraón si ni siquiera los israelitas me creen? Además, no tengo facilidad de palabra.


Pero Moisés respondió al Señor: —¿Y cómo va a hacerme caso el faraón si yo no tengo facilidad de palabra?


Entonces grité: «¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros y mis ojos han visto al Rey, al Señor de los Ejércitos».


Pero yo respondí: «¡Ah, mi Señor y Dios! Los profetas les dicen que no se enfrentarán con la espada ni pasarán hambre, sino que tú concederás una paz duradera en este lugar».


»¡Ah, mi Señor y Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible.


El profeta Jeremías dijo todo esto a Sedequías, rey de Judá, en Jerusalén.


Yo dije: «¡Ah, mi Señor y Dios, cómo has engañado a este pueblo y a Jerusalén! Dijiste: “Tendrán paz”, pero tienen la espada en el cuello».


Entonces exclamé: «¡No, mi Señor y Dios! ¡Yo jamás me he contaminado con nada! Desde mi niñez y hasta el día de hoy, jamás he comido carne de ningún animal que se haya encontrado muerto o que haya sido despedazado por las fieras. ¡Por mi boca no ha entrado ningún tipo de carne impura!».


y le dijo: «Corre, dile a ese joven: “Tanta gente y ganado habrá en Jerusalén, que llegará a ser una ciudad sin muros.