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Génesis 27:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Isaac había llegado a viejo y se había debilitado su vista. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor. —¡Hijo mío! —dijo. —Aquí estoy —contestó Esaú.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Cierto día, cuando Isaac ya era viejo y se estaba quedando ciego, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: —Hijo mío. —¿Sí, padre? —respondió Esaú.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Siendo Isaac ya anciano, y con sus ojos tan debilitados que no veía nada, llamó a su hijo mayor Esaú. Como le dijera: '¡Hijo mío!', Esaú respondió: 'Aquí estoy.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Aconteció que envejeció Isaac, y sus ojos se debilitaron hasta no ver. Entonces llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Con la vejez, se le nublaron a Isaac los ojos hasta quedarse sin vista. Llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: 'Hijo mío'. Él contestó: 'Aquí estoy'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú, su hijo el mayor, y le dijo: Mi hijo. Y él respondió: Heme aquí.

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Otras versiones



Génesis 27:1
8 Referencias Cruzadas  

—Véndeme entonces los derechos bajo juramento —insistió Jacob. Esaú se lo juró y fue así como vendió a Jacob sus derechos de primogénito.


Israel ya era muy anciano y por su avanzada edad casi no podía ver; por eso José los acercó y su padre los besó y abrazó.


Así que la esposa de Jeroboán emprendió el viaje a Siló y fue a casa de Ahías. Debido a su edad, Ahías había perdido la vista y estaba ciego.


Un día temblarán los guardianes de la casa y los fuertes caminarán encorvados; se detendrán las que muelen por ser pocas, y verán borrosos los que miran por las ventanas.


—No está así debido a sus pecados ni a los de sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.


Moisés tenía ciento veinte años cuando murió. Con todo, no se había debilitado su vista ni había perdido su vigor.


Elí ya se estaba quedando ciego. Un día, mientras él descansaba en su habitación,