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1 Juan 3:18 - Biblia Martin Nieto

Amémonos no de palabra ni de boquilla, sino con obras y de verdad.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Queridos hijos, que nuestro amor no quede solo en palabras; mostremos la verdad por medio de nuestras acciones.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Hijitos, no amemos con puras palabras y de labios para afuera, sino de verdad y con hechos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino con obra y de verdad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Hijitos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con obra y de verdad.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

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Otras versiones



1 Juan 3:18
18 Referencias Cruzadas  

Siguió: 'Aquí hay un lugar junto a mí; ponte sobre la roca.


Vienen a ti en masa, mi pueblo se sienta delante de ti, escucha tus palabras; pero luego no las ponen en práctica, porque tienen en su boca la mentira y su corazón va tras la ganancia injusta.


porque ama a nuestro pueblo y nos ha edificado una sinagoga'.


Por ellos yo me consagro a ti, para que también ellos sean consagrados en la verdad'.


Que vuestro amor sea sincero. Odiad el mal y abrazad el bien.


Hermanos, vosotros habéis sido llamados a ser hombres libres; pero procurad que la libertad no sea un pretexto para dar rienda suelta a las pasiones, antes bien, servíos unos a otros por amor.


antes al contrario, practicando sinceramente el amor, crezcamos en todos los sentidos hacia aquel que es la cabeza, Cristo.


Sin cesar presentamos a Dios, nuestro Padre, la actividad de vuestra fe, la eficacia de vuestro amor y la firmeza de vuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo.


Purificados por la obediencia a la verdad con el fin de llegar a una fraternidad sincera amaos entrañablemente unos a otros,


Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos junto al Padre un defensor, Jesucristo, el justo.


Hijos míos, que no os engañe nadie. El que practica la justicia es justo como él es justo;


Yo, el presbítero, a la señora elegida y a sus hijos, que amo de verdad -no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad-,


Yo, el presbítero, al queridísimo Gayo, a quien quiero de verdad.