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Ezequiel Que es, Concepto y Definicion



Ezequiel - Diccionario Español

EL PODER DE DIOS, DIOS FORTALECERÁ, EZEQUIEL. (Ezequiel 1:3). EZEKIEL. EZEQUIEL. La tradición judía afirma que Ezequiel, uno de los últimos profetas del Antiguo Testamento, escribió el libro que lleva su nombre.

Descendía de una familia sacerdotal, y cuando en su juventud se preparaba para el sacerdocio, se halló entre los judíos que Nabucodonosor se llevó a Babilonia tras tomar a Jerusalén. Ezequiel fue llamado por Dios para que fuera 'atalaya' (Ezequiel 3:17) de los judíos en cautiverio, para que los alentara y les ayudara a comprender mejor el plan y propósito de Dios.

judíos anhelaban retornar a su hogar en Jerusalén, pero Ezequiel les hizo 'comprender a Dios' y les ayudó a soportar sus padecimientos. Dios prometió a Ezequiel que el pueblo judío regresaría a Jerusalén después de setenta años de cautiverio. Profetizó la destrucción de Jerusalén; y, luego de la destrucción, preparó al pueblo judío para la nueva generación, reconstruyendo el pensamiento religioso de Israel en cuanto a la libertad y responsabilidad del individuo y el significado del genuino arrepentimiento.

Ezequiel - Diccionario Perspicacia

(Dios Fortalece).

Hijo del sacerdote Buzí. Fue uno de aquellos a quienes Nabucodonosor llevó cautivos a Babilonia con el rey Joaquín en el año 617 a. E.C. Recibió las primeras visiones de parte de Dios “en el año treinta, en el mes cuarto, en el día cinco del mes”, en “el año quinto del destierro del rey Joaquín”. Profetizó a los judíos que vivían junto al río Kebar, que, según algunas autoridades modernas, sería uno de los grandes canales babilonios. La expresión “el año treinta” debe referirse a la edad de Ezequiel, quien para esa época comenzó a cumplir con sus obligaciones de profeta. (Ezequiel 1:1-3).

Como pertenecía a una familia sacerdotal, no cabe duda de que conocería muy bien todo lo relacionado con el templo, así como las diversas actividades que en él se llevaban a cabo, y de que estaría bien versado en la Ley. Ezequiel también debía conocer muy bien a Jeremías y sus profecías, ya que este último había sido profeta en Jerusalén durante la juventud de Ezequiel. Asimismo, Ezequiel había disfrutado de la ventaja de vivir en Judá en el transcurso del reinado del justo rey Josías, quien destruyó los altares de Baal y las imágenes esculpidas, se dispuso a reparar el templo e intensificó su reforma en favor de la adoración pura en Judá cuando se encontró en el templo el libro de la Ley (al parecer el original escrito por Moisés). (2 Crónicas 34.)

¿En qué lugares estratégicos ubicó Jehová a sus profetas antes de que Jerusalén cayese ante Babilonia?

El ministerio profético de Ezequiel fue contemporáneo de los de Jeremías y Daniel. Jeremías fue el profeta de Dios para los judíos de Jerusalén y Judá, y pudo ver por sí mismo la corrupción de los reyes de Judá. Daniel, que sirvió en la corte de Babilonia y más tarde en la de Medo-Persia, recibió profecías relacionadas con la sucesión de potencias mundiales y su destrucción a manos del reino de Dios. Ezequiel sirvió en medio del pueblo judío y de sus principales en Babilonia, y allí continuó la obra de los profetas. De esta forma, mientras que los judíos de Jerusalén se beneficiaban de tener allí el templo, a su sumo sacerdote y a Jeremías, profeta y sacerdote, Jehová no olvidó a los que estaban en Babilonia. Ezequiel fue el profeta de Dios para ellos, y si bien no ofrecía sacrificios, estaba allí como consejero e instructor de la ley de Dios.

Existió asimismo un paralelismo entre la obra profética de Jeremías y la de Ezequiel, ya que ambos combatieron la idea que tenían los judíos, tanto en Jerusalén como en Babilonia, de que Dios pondría fin a la dominación babilonia pronto y Jerusalén no caería. De hecho, Jeremías envió una carta a los cautivos en la tierra de Babilonia, en la que les decía que se asentaran y estuvieran en paz en Babilonia, ya que había de transcurrir un período de setenta años antes de que fuesen liberados. Ezequiel tuvo que llegar a oír las palabras de esta carta, y tal vez también oyese la lectura del libro que Jeremías envió más tarde y en el que se predecía la caída de Babilonia. (Jeremías 29) (Jeremías 51:59-64).

Profetizó a un pueblo ‘terco’. Los cautivos que estaban en Babilonia se encontraban en mejor condición ante Jehová que los que permanecían en Judá, tal como se ilustró por las cestas de higos buenos y malos que Jeremías vio. (Jeremías 24) Pero aun así, Ezequiel no tenía una tarea sencilla delante, puesto que los israelitas cautivos también eran parte de la casa rebelde, y, como se le advirtió, moraba entre ‘gente obstinada y cosas que punzan y entre escorpiones’. (Ezequiel 2:6) «Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde». Por mandato de Jehová, Ezequiel se estableció entre los exiliados que estaban en Tel-abib, junto al río Kebar. (Ezequiel 3:4-15) A pesar de que los judíos estaban desterrados, vivían en sus propias casas. (Jeremías 29:5) «Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos». En lo concerniente a la religión, les fue posible seguir organizados hasta cierto grado. Los ancianos de Judá pudieron visitar a Ezequiel varias veces. (Ezequiel 8:1) «En el sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor». (Ezequiel 14:1) «Vinieron a mí algunos de los ancianos de Israel, y se sentaron delante de mí». (Ezequiel 20:1) «Aconteció en el año séptimo, en el mes quinto, a los diez días del mes, que vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Jehová, y se sentaron delante de mí». Después, una vez que se cumplieron los setenta años y llegó el tiempo para la restauración, muchos de estos judíos no quisieron dejar Babilonia.

Una de las razones por las que al menos algunos judíos que se hallaban en Babilonia eran renuentes a regresar a su tierra puede haber sido el materialismo. Una expedición arqueológica norteamericana que hizo excavaciones junto a un canal del Éufrates cercano a Nippur, que algunos investigadores sitúan a poca distancia de Kebar, desenterró los registros de un enorme establecimiento comercial llamado “Murashi e hijos”. Las inscripciones descubiertas allí contienen una considerable cantidad de nombres judíos, lo que indica que los israelitas estaban bien establecidos y que muchos de ellos participaban de lleno en la vida económica del país.

La muerte de su esposa. Ezequiel dice que recibió su comisión junto al río Kebar en el quinto año del exilio del rey Joaquín (o en 613 a. E.C.). Profetizó por lo menos durante veintidós años, hasta 591 a. E.C., y en el año vigésimo séptimo del cautiverio pronunció su última profecía fechada. (Ezequiel 29:17) «Aconteció en el año veintisiete en el mes primero, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo». Al parecer, Ezequiel disfrutaba de un matrimonio feliz cuando Jehová le dijo: “Hijo del hombre, mira, voy a quitarte la cosa deseable a tus ojos por un golpe”. (Ezequiel 24:16) «Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas». Quizás su esposa le haya sido infiel a él o a Jehová; no obstante, cualquiera que haya sido la razón de su muerte, a Ezequiel se le ordenó que no llorara, sino que suspirara sin palabras. También se le dijo que se pusiera su prenda para la cabeza y que no diera ningún indicio o prueba de estar de duelo. Todo esto conformaba una señal para los israelitas que estaban en el cautiverio babilonio de que Jehová profanaría su santuario, del que estaban tan orgullosos, y que, contrario a sus esperanzas, Jerusalén sería destruida. (Ezequiel 24:17-27)

Un “atalaya”. Ezequiel recibió su comisión de profetizar de manera similar a Isaías. Se le dio una visión impresionante de Jehová sentado en su trono, asistido por criaturas vivientes que tenían cuatro caras y alas, acompañadas por ruedas que se encontraban dentro de otras ruedas, las cuales se movían conforme lo hacían las criaturas vivientes. Entonces Jehová habló, llamando a Ezequiel “hijo del hombre”, para recordarle que no era más que un hombre terrestre. (Ezequiel 1-2) compárese con Isa 6. Se le envió como atalaya a la casa de Israel para advertirles de sus caminos inicuos. A pesar de que los israelitas eran de corazón muy duro, había que darles la advertencia para que supieran que Jehová había tenido un profeta en medio de ellos. Y aunque rehusarían escuchar, si él no les advertía comunicándoles las palabras que Jehová le había dado, se le consideraría responsable de sus vidas: tendría culpa por la sangre derramada. (Ezequiel 3:7-18) (Ezequiel 2:4-5) (Ezequiel 33:2-9)

Representaciones e ilustraciones. Ezequiel profetizó con frecuencia por medio de representaciones o acciones simbólicas, así como mediante visiones, alegorías y parábolas. Una representación sobresaliente fue la del sitio de Jerusalén, que duró trescientos noventa días seguidos de otros cuarenta, y que contiene una profecía importante de naturaleza cronológica. Llevar a cabo esta representación admonitoria a un pueblo incrédulo y burlón requirió obediencia, paciencia y mucha fe. Durante el sitio de Jerusalén, Ezequiel empezó a profetizar contra las naciones paganas que odiaban a Israel y que habrían de participar y regocijarse en su caída, mencionando el castigo que Jehová les impondría. Después de la caída de Jerusalén, el tono del profetizar de Ezequiel cambió. Tras condenar con severidad a los pastores codiciosos de Israel y a Seír, Ezequiel dirigió su actividad profética a edificar la fe de los israelitas en la promesa de Jehová de revivificar, recoger, unir y bendecir con un pacto de paz hasta tiempo indefinido a su pueblo Israel por medio del glorioso pastoreo de su “siervo David”. (Ezequiel 37) A continuación Ezequiel pasó a describir con detalle el templo reconstruido, de acuerdo con el modelo dado por Jehová. El templo que aparece en esta visión fue profético de algo que estaba en el futuro lejano, porque jamás se construyó un templo semejante. (Ezequiel 40), (Ezequiel 48)

Similitudes con la obra de Jesucristo. Existen varios paralelismos entre la obra de Ezequiel y la de Jesús. Ambos se presentaron ante un pueblo indiferente, de corazón duro, con un mensaje de condenación, que además era un mensaje de esperanza para los que se arrepintieran de su mal proceder. A Ezequiel se le dijo que el pueblo iría a oír sus palabras, pero que su corazón no respondería. (Ezequiel 33:30-32) Del mismo modo, cuando Jesús hablaba, se reunían muchedumbres para escucharle, pero pocos respondieron con aprecio a su enseñanza. Ezequiel predicó a los cautivos en Babilonia. Jesús declaró que era su comisión predicar liberación a los cautivos (Lucas 4:18) «El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos». Explicó con claridad a los judíos que se hallaban en cautiverio espiritual, que necesitaban liberación y que él había sido enviado para conseguirla. (Juan 8:31-36) Al igual que Ezequiel, nunca reprendió a los judíos según su propia opinión, sino que hablaba lo que Jehová le mandaba decir. (Juan 5:19-30).

La esperanza de Ezequiel. A pesar de la difícil tarea que se le encomendó, Ezequiel se mostró fiel a Dios y cumplió todo cuanto se le mandó. Figura entre los profetas que aguantaron por fe y que “[procuraron] alcanzar un lugar mejor, es decir, uno que pertenece al cielo”. (Hebreos 11:16) «Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad». Aunque no era parte de la clase que compone el Reino de los cielos (Mateo 11:11) «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él». Anhelaba el momento en que se establezca el Reino del Mesías, y a su debido tiempo recibirá, gracias a la resurrección, el cumplimiento de la promesa de Dios y la bendición del gobierno mesiánico. (Hebreos 11:39-40) Ezequiel se distinguió por su energía, valor, obediencia y celo por la adoración a Dios.

Ezequiel - Diccionario Alfonso Lockward

(Dios fortalece). Profeta que predicó en el exilio de Babilonia (“...estando yo en medio de los cautivos” (Ezequiel 1:1) «Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios». Comenzó su ministerio unos siete años antes de la caída definitiva de Jerusalén, durante el reinado de •Nabucodonosor. Sus profecías componen el libro que lleva su nombre. No se tienen más detalles sobre su vida que los que se mencionan en dicha obra. Las palabras “aconteció en el año treinta”, con las cuales comienza el libro, son interpretadas como una referencia a la edad de E. cuando recibió la comisión profética. E. era sacerdote, pero no se tienen noticias de si había servido o no en el •templo en Jerusalén. De todos modos, su visión gloriosa de un templo futuro es uno de los aspectos más interesantes de su trabajo profético, en el cual son muy abundantes las alegorías y parábolas. El mismo E. fue puesto como lección objetiva en diversas ocasiones. Una de ellas fue cuando su esposa muere el día que los caldeos terminaron el cerco de Jerusalén. Su mensaje es de juicio, en la parte inicial, y de consolación al final.

Ezequiel - Diccionario Mundo Hispano

(heb., yehezqe’l, Dios fortalece).

Profeta hebreo del exilio. Se hace un juego de palabras con este nombre en relación al llamado del profeta (Ezequiel 1:3) «vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová». Ezequiel se crió en Judea durante los últimos años de la independencia hebrea y fue deportado a Babilonia con Joaquín en el 597 a. de J.C., probablemente temprano en la vida. Es así que fue contemporáneo de Jeremías y Daniel.

Ezequiel estaba casado (Ezequiel 3:15) «Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos». Que conectaba al río Tigris con el Eufrates arriba de Babilonia; Daniel realizaba su trabajo muy distinto en la corte babilónica.

Ezequiel fue llamado como profeta en el quinto año de su cautiverio (Ezequiel 29:17) «Aconteció en el año veintisiete en el mes primero, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo». Por lo tanto su ministerio duró por lo menos 22 años, desde alrededor del 593 hasta el 571 a. de J.C.

Cuando Jerusalén finalmente fue destruida, unos diez años después de que Ezequiel llegara a Babilonia, éste entró en los sufrimientos de su pueblo. El día que comenzó el sitio final, la esposa del profeta se enfermó repentinamente y murió. Con ésto se volvió señal para el pueblo y no se le permitió realizar el período normal de duelo, sin duda para enfatizar el mayor dolor que venía sobre la nación. En Babilonia los judíos se curaron permanentemente de la idolatría; y Ezequiel, su mayor líder religioso, debe recibir reconocimiento por ser responsable en gran parte de ello.

El ministerio del profeta se divide en dos períodos. El primero termina con el sitio de Jerusalén en el 587 a. de J.C. (Ezequiel 33:21-22). Ahora el mensaje del profeta enfatizaba el consuelo y miraba hacia la venida del reino de Dios.

Se hace referencia a Ezequiel como hijo de hombre más de 70 veces en este libro, significando mortal (Salmos 8:4) «Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?». Se usa para enfatizar la debilidad del profeta y la dependencia de Dios para el éxito. Más adelante el término llegó a ser una designación profética.

Ezequiel - Diccionario de Jerusalén

(hebr. yehezq'él: Dios fortalece; NOTH 202), nombre de un sacerdote (1Par 24,16) y de un gran profeta. Éste era hijo del sacerdote Buzí, y probablemente también sacerdote, profeta y autor del libro de Ez. Según la opinión sostenida en general hasta hace pocos decenios, y que todavía defienden algunos comentadores modernos (Cooke, Howie) y celebres especialistas (Albright).

Ezequiel - Douglas Tenney

(heb., yehezqe’l, Dios fortalece).

Profeta hebreo del exilio. Se hace un juego de palabras con este nombre en relación al llamado del profeta (Ezequiel 3:7-8), (Ezequiel 3:14) «Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí». De familia sacerdotal (Ezequiel 1:3) «vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová», Ezequiel se crió en Judea durante los últimos años de la independencia hebrea y fue deportado a Babilonia con Joaquín en el 597 a. de J.C., probablemente temprano en la vida. Es así que fue contemporáneo de Jeremías y Daniel.

Ezequiel estaba casado (Ezequiel 24:18) «Hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fue mandado». y vivía con los exiliados judíos junto al canal de irrigación Quebar (Ezequiel 1:1) «Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios». (Ezequiel 1:3) «vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová». (Ezequiel 3:15) «Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos». que conectaba al río Tigris con el Eufrates arriba de Babilonia; Daniel realizaba su trabajo muy distinto en la corte babilónica.

Ezequiel fue llamado como profeta en el quinto año de su cautiverio (Ezequiel 1:1-2); la última fecha mencionada es el año 27 (Ezequiel 29:17) «Aconteció en el año veintisiete en el mes primero, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo»; por lo tanto su ministerio duró por lo menos 22 años, desde alrededor del 593 hasta el 571 a. de J.C.

Cuando Jerusalén finalmente fue destruida, unos diez años después de que Ezequiel llegara a Babilonia, éste entró en los sufrimientos de su pueblo. El día que comenzó el sitio final, la esposa del profeta se enfermó repentinamente y murió. Con ésto se volvió señal para el pueblo y no se le permitió realizar el período normal de duelo, sin duda para enfatizar el mayor dolor que venía sobre la nación. En Babilonia los judíos se curaron permanentemente de la idolatría; y Ezequiel, su mayor líder religioso, debe recibir reconocimiento por ser responsable en gran parte de ello.

El ministerio del profeta se divide en dos períodos. El primero termina con el sitio de Jerusalén en el 587 a. de J.C. (Ezequiel 24:1) «Vino a mí palabra de Jehová en el año noveno, en el mes décimo, a los diez días del mes, diciendo», (Ezequiel 24:27) «En aquel día se abrirá tu boca para hablar con el fugitivo, y hablarás, y no estarás más mudo; y les serás por señal, y sabrán que yo soy Jehová». Era un mensaje de la destrucción venidera para Jerusalén y de condenación por su pecado. El segundo período comienza con la recepción de la noticia de la caída de Jerusalén, unos dos años después (Ezequiel 33:21-22). Ahora el mensaje del profeta enfatizaba el consuelo y miraba hacia la venida del reino de Dios.

Se hace referencia a Ezequiel como hijo de hombre más de 70 veces en este libro, significando mortal (Salmos 8:4) «Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?». Se usa para enfatizar la debilidad del profeta y la dependencia de Dios para el éxito. Más adelante el término llegó a ser una designación profética.

Ezequiel - Diccionario Pastoral

(=Dios es fuerte). Profeta, tercero de los cuatro llamados 'mayores', autor del libro homónimo, hijo de Buzi (Ezequiel 1:3) «vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová». actuó en Babilonia durante el exilio (593-571 a.C.), invitando a los deportados a la fidelidad (Si 49,8); (Ezequiel 24:24) «Ezequiel, pues, os será por señal; según todas las cosas que él hizo, haréis; cuando esto ocurra, entonces sabréis que yo soy Jehová el Señor».  Levita, jefe de los cantores de David (1 Crónicas 24:16) «la decimanovena a Petaías, la vigésima a Hezequiel».

Ezequiel - Diccionario Bíblico Adventista

Ezequiel (heb. Yeje5qê'l, 'Dios fortalecerá' o 'la fuerza de Dios'). Sacerdote, hijo de Buzi nacido en Judá pero trasladado a Babilonia con el grupo llevado en cautiverio con Joaquín (597 a.C.; -3). Si el 'año treinta' (1:1) es una referencia a su edad, entonces tenía unos 25 años cuando fue deportado (cf v 2). Con un grupo de judíos se establecieron en Tel-abib (1:1, 3; 3:15), junto al 'río Quebar' (1:1), un canal de riego (conocido por las fuentes cuneiformes como Nâr Kabari) que pasaba por la ciudad de Nipur. La evidencia arqueológica certifica que en la zona vecina había un gran asentamiento judío durante el tiempo de la cautividad babilónica. Ezequiel estaba casado, pero su esposa murió unos 9 años después de comenzar su cautiverio (24:1,16); parece que tenía casa propia (; 8:1; cf ). En el 5º año de su cautividad fue llamado al oficio profético (, 3; cps 2 y 3) y sirvió como profeta por unos 22 años (29:17; desde c 593 hasta el 571 a.C.). Durante el tiempo en que el templo estuvo en ruinas y la gente en el exilio, era particularmente apropiado que los deberes de sacerdote y de profeta estuvieran unidos en una persona. Jeremías, cuyo ministerio fue, en parte, contemporáneo al de Ezequiel, también era sacerdote-profeta (), como también lo fue Zacarías y sin duda lo fueron otros más (; cf ; 6:14; , 16). En un sentido especial, Ezequiel fue un mensajero de Dios a los judíos en cautividad, como Jeremías lo fue a los judíos que permanecieron en Judá y Jerusalén, y Daniel para Nabucodonosor y la corte de Babilonia. Los 3 fueron divinamente comisionados con el propósito de asegurar los objetivos divinos en la cautividad. Aparentemente, Ezequiel fue bien recibido por la gente a quienes llevó sus mensajes inspirados, pero su misión parece haber tenido un éxito limitado (; 33:32). Ezequiel, Libro de. Escrito que contiene mensajes proféticos a los judíos en el exilio babilónico (593/92-571/70 a.C.). En las Biblias españolas Ezequiel sigue al libro de Jeremías y precede al de Daniel. En las Biblias hebreas es seguido por Oseas, puesto que el de Daniel está clasificado en la sección conocida como Hagiógrafos o Escritos. El libro de Ezequiel parece haber sido aceptado en el canon profético en una fecha temprana, y su lugar en él parece no haber producido discusiones. A diferencia de muchos otros libros del AT, Ezequiel es generalmente reconocido como auténtico aun por los eruditos críticos, aunque ha recibido algunos ataques. I. Autor y Ambientación. El autor es el profeta Ezequiel. Por el tiempo del cautiverio babilónico habían pasado más de 8 siglos desde que se había hecho el pacto formal junto al 434 monte Sinaí: Israel como nación había aceptado la invitación de Dios de ser su pueblo escogido, y se había comprometido a obedecerle como su gobernante teocrático. Era el propósito de Dios, por estricta obediencia a sus mandatos sabios y justos, que el pueblo judío reflejara el carácter de su Señor y recibiese las bendiciones espirituales y materiales que testimoniarían a las naciones de la tierra de la superioridad de la adoración y del servicio al Dios verdadero por sobre los falsos dioses. Pero la apostasía continua y creciente finalmente dejó en claro que sólo con medidas muy severas podía la nación judía descubrir y comprender su elevada misión. El pueblo había olvidado que ocupaba la tierra prometida sólo en virtud del pacto con Dios, y que la apostasía significaba la pérdida de ese derecho. En armonía con esto, Dios los envió al cautiverio para que en circunstancias adversas aprendieran la lección que no habían aprovechado en tiempos de prosperidad: que debían aceptar las responsabilidades de la relación del convenio si querían gozar de sus privilegios. Dios tenía el propósito de que sólo los líderes de Israel -los principales culpables- fueran enviados al exilio (; 9:16; -19; , 4), pero que la gran mayoría de la gente permaneciera en su patria, esperando el regreso de los líderes castigados. Para que el pueblo pudiera comprender el propósito divino y cooperar con él en el cautiverio, Dios envió al profeta Jeremías para instruir a los que quedaba atrás, y comisionó a Ezequiel para ser su portavoz a los exiliados en Babilonia. Simultáneamente, Dios envió a Daniel como su embajador a la corte de Babilonia para conseguir la cooperación de Nabucodonosor con los planes divinos. Como cuenta él mismo, Ezequiel estaba 'en medio de los cautivos junto al río Quebar' (), probablemente en Tel-abib (3:15), después de ser transportado a Babilonia con el 2º contingente de exiliados en ocasión de la cautividad de Joaquín (597 a.C.; fecha que se utiliza como punto de partida de las numerosas indicaciones cronológicas registradas en el libro; 1:2). Aparentemente, los exiliados en Tel-abib podían administrar sus propios asuntos locasles mediante un grupo de 'ancianos' (8:1; 14:1; 20:1, 3), y se les permitía comunicarse con los líderes que permanecían en Jerusalén (, 24-29). En conjunto, sin duda los exiliados llevaban una vida social y económica razonablemente normal (vs 5-10, 28). Ezequiel fue llamado a la tarea profética a mediados del verano del 593/92 a.C. (). Mientras otros profetas se habían conformado con fechar sus mensajes con la sola indicación del rey que gobernaba mientras escribían, Ezequiel y Jeremías a menudo proporcionan información cronológica casi completa -pues indican día, mes y muchas veces año-, de modo que es posible correlacionarlos con acontecimientos históricos específicos. Esto nos ayuda mucho a comprender la importancia de los mensajes sucesivos, ya que cada uno de ellos está fechado. El ministerio de Ezequiel, por lo menos en lo relacionado con sus palabras registradas, parece haberse concentrado mayormente dentro de los 7 años que precedieron inmediatamente a la destrucción de Jerusalén y del templo (586 a.C.) y en los pocos meses que siguieron a ese hecho; por tanto, su ministerio se extendió por lo menos hasta unos 15 años más (571/70 a.C.). Por el tiempo en que Ezequiel recibió el llamado para ser profeta en Babilonia, el rey Sedequías en Jerusalén estaba recibiendo enviados de las naciones vecinas que querían formar una alianza para rebelarse contra los babilonios y escapar de su yugo (, 3). Jeremías advirtió que los yugos de madera que ellos se proponían quebrar serían reemplazados por los de hierro (28:10, 12). Entre los falsos profetas que había en Jerusalén, algunos predecían el fin de la cautividad y el regreso de los cautivos 'dentro de dos años' (vs 3, 4, 11). Los judíos en Babilonia aparentemente compartían la expectativa de un cautiverio breve (29:28). Fueron estas circunstancias las que condujeron a Jeremías a aconsejar la sumisión al plan de Dios de un cautiverio prolongado (27:4-17; 29:5-13, 28) y constituyen el telón de fondo de los mensajes de Ezequiel registrados en Eze_1-23 Por otra parte, Jer_24-33 trata más particularmente con el sitio de Jerusalén y su caída (586 a.C.). Véase Profeta (II). II. Tema. Si hubiera que ponerle un título al libro, adecuado a su contenido, tal vez ninguno sería mejor que 'Cautividad y restauración', ya que estos temas son los 2 centros alrededor de los cuales se agrupan los mensajes. Los cps 1-33 se ocupan del 1º, y los cps 34-48 tratan del 2º, la llegada de noticias de la caída de Jerusalén (33:21) divide al libro lógicamente en 2 partes. El tema que reaparece continuamente y liga las 2 secciones es: 'Y sabréis que yo soy Jehová' (6:7; 7:4; etc.). Esta expresión o su equivalente aparece más de 60 veces, y destaca la causa fundamental del fracaso de Israel hasta entonces: no comprender ni apreciar el carácter justo de Dios o el elevado propósito y destino al que la relación de pacto los hubiera llevado como nación. Los 435 mensajes que entregó Ezequiel, antes de la llegada de la noticia de la caída de Jerusalén, estaban destinados a asegurar la cooperación de los exiliados con los planes de Dios para el cautiverio, quienes debían someterse a Nabucodonosor por un período de 70 años (; 29:10). Con un espíritu de optimismo injustificable, los judíos creyeron ciegamente que Dios no permitiría que esta calamidad les ocurriera (; 17:15; 26:8, 9; , 15; etc.), pero tanto Jeremías (26:6) como Ezequiel (11:5-11) procuraron destruir esta vana esperanza. Cuando la destrucción de la ciudad y del templo finalmente acabaron con ella, el pueblo se abandonó a la desesperación temiendo, quizá, que la cautividad sería permanente y que su nación nunca sería restaurada. Con su orgullo nacional totalmente humillado, la gente necesitaba palabras de ánimo, con el fin de que la pérdida de su esperanza no los incapacitara para aprender la gran lección del cautiverio y responder al llamado a regresar y reconstruir Jerusalén, que llegaría oportunamente. Dios envió esas palabras de ánimo mediante el profeta Jeremías a los judíos que permanecían en Jerusalén (-33:26), y por medio de Ezequiel a los exiliados en Babilonia (Eze_34-48). Aquí se debe recordar que Ezequiel describe a los exiliados los planes de Dios para el retorno y la restauración de las 12 tribus, planes que se centraban en la ciudad y el templo a los cuales vendría el Príncipe mesiánico. Sin embargo, por causa de su infidelidad, los judíos que retornaron no realizaron lo que Ezequiel había visualizado en visión. III. Contenido. La misteriosa visión del trono de Dios y de la 'rueda en medio de rueda' (, 16) que acompañó al llamamiento de Ezequiel al trabajo profético, estaba destinada a impresionar al profeta con la grandeza y la majestad de Dios (cf -8). Valerosamente debía proclamar las palabras que Dios le diera para hablar (-8), sin desalentarse por la falta de percepción de la gente y la dureza de su corazón (3:1-11). Llegó no sólo a ser el portavoz de Dios (-3:1), sino su atalaya sobre la casa de lsrael (3:15-21). Como evidencia del papel de Ezequiel como portavoz y atalaya, Dios lo afligió con mudez y le dio la capacidad de hablar sólo cuando le ordenaba que comunicara la palabra divina (vs 26, 27). Esta experiencia le sirvió también como testimonio al pueblo de que Dios realmente hablaba por medio del profeta. Con la llegada de la noticia de la caída de Jerusalén, su lengua fue desatada (33:21, 22). El 1er mensaje de Ezequiel (Eze_4-7) anuncia lo inevitable de la toma de Jerusalén. Debía dramatizar el sitio en forma de pantomima para impresionar a los exiliados (4:1-8) y describir los sufrimientos de su pueblo durante ese tiempo (4:9-6:7); sin embargo, un remanente escaparía (6:8-14). Pero 'el fin viene' (cp 7); lo que por siglos se había anunciado se cumpliría sin más demora. El 2º mensaje (cps 8-19) describe en gruesos trazos la razón de la cautividad, en particular la del inminente golpe del 586 a.C. que pondría en ruinas a Jerusalén: la apostasía absoluta de Israel. El cp 8 pinta un cuadro vívido de cómo los sagrados recintos del templo estaban en ese mismo momento prostituidos en diversas formas de culto pagano, y la visión del hombre con el tintero del cp 9 anuncia el fin del período de prueba de la ciudad. Las brasas de fuego esparcidas sobre la ciudad (10:2) recalcan la misma idea, que se ve confirmada por una repetición de la visión del cp 1, enfatizando así que lo que está a punto de ocurrir es la voluntad divina (10:3-22). En el cp 11 Ezequiel ve la obstinada oposición del pueblo de Jerusalén a la idea de que la ciudad caería. Por el gráfico acto de mudar sus posesiones familiares (12:1-7) refuerza la proclama divina con respecto a la suerte de la ciudad (vs 8-20) y declara que Dios ya no postergará el cumplimiento de su palabra (vs 21-28). Ezequiel entonces advierte en contra de las palabras de los falsos profetas (cp 13), y cuando los ancianos vienen para acallarlo, valerosamente proclama los pecados de ellos y repite la advertencia de castigo (cps 14 y 15). Mediante una alegoría plantea los continuos esfuerzos de Dios para exaltar a Israel, y su persistente apostasía (cp 16). El fracaso de los dirigentes contemporáneos ha vuelto inevitable la caída de Jerusalén (cp 17), y ellos no pueden escapar de la responsabilidad echando la culpa de sus males a los pecados de sus padres (cps 18 y 19). El 3er mensaje (cps 20-23) cubre generalmente el mismo tema que el 2º, y cierra con otra prolongada alegoría que señala la apostasía de Israel. El 4º mensaje (cp 24; posiblemente también el 25) anuncia el comienzo del sitio, y la destrucción del templo es gráficamente presentada por la muerte de la esposa del profeta, el 'deleite' de sus ojos (así como el templo era el 'deleite' de cada judío). En el cp 25 Ezequiel levanta su voz contra las naciones vecinas por aprovecharse de los judíos en su hora de necesidad. La siguiente sección (cps 26-32) es una serie de consejos y advertencias dados en diversas ocasiones, en los que Dios declara su propósito 436 de juzgar a las naciones vecinas, así como a Israel, especialmente a la ciudad fenicia de Tiro y a Egipto. El cp 33 contiene mayormente mensajes dirigidos al profeta, repitiendo su condición de centinela sobre Israel, aunque en los vs 21 y 22 se relata el incidente (fechado 2 meses antes que el cp 32) de la llegada de las noticias de la caída de Jerusalén. La 2ª parte del libro (cps 34-48) expone diversos aspectos de la restauración de la cautividad, Dios regresará a su pueblo a su tierra y formalizará un nuevo pacto con ellos (cp 34). El triunfo de Israel irá acompañado por la desolación de sus enemigos (cp 35). Dios dará a su pueblo un nuevo corazón, para obedecerle, y los hará mejores que nunca antes (cp 36). La nación se restablecerá y los 2 reinos, Judá y José (las 10 tribus), se volverán a unir bajo la casa de David (cp 37). Todos sus enemigos serán destruidos (cps 38 y 39). El templo será reconstruido, más amplio y glorioso que nunca (cps 40-42). El Señor volverá a morar entre su pueblo, y el servicio sacerdotal se restablecerá (cps 43 y 44). La tierra será redistribuida (cp 45) y 'el príncipe' (Mesías) entrará y saldrá entre ellos (cp 46). Del templo surgirá una corriente sanadora que restaurará la tierra entera a la belleza edénica, mostrando así la extensión de la soberanía de Dios sobre el planeta (cp 47). Por último se describe la ciudad y se la nombra Jehová-sama, 'Jehová allí' (cp 48; véase CBA 4: 597-602).