“Cuando haya un profeta del Señor entre vosotros, me le mostraré en visión o le hablaré en sueños. No así con mi siervo Moisés, quien es fiel en toda mi casa. Con él hablo cara a cara, claramente, sin usar figuras; él ve la apariencia de Jehová. ¿Por qué entonces no tuvieron temor de hablar contra mi siervo Moisés?” (Números 12:6-8).
“Ustedes no entrarán en la tierra por la cual alcé mi mano jurando hacerlos habitar allí, excepto Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun. En cambio, introduciré a sus hijos, a quienes consideraron presa, para que conozcan la tierra que ustedes menospreciaron. Ustedes caerán en este desierto, pero sus hijos pastorearán en él durante cuarenta años.»
Harán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto. Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo” (Números 14:30-34).
El tema de la santidad de Dios continúa desde el libro de Levítico al libro de Números, lo cual revela la preparación e instrucción de Dios a Su pueblo para entrar a la Tierra Prometida de Canaán. La importancia del Libro de Números se indica por sus continuas referencias que se hacen en el Nuevo Testamento. El Espíritu Santo llama especialmente la atención a Números en 1 Corintios 10:1-12. Las palabras, “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, están escritas para amonestarnos a nosotros…” se refieren al pecado de los israelitas y al disgusto de Dios con ellos.
En Romanos 11:22, Pablo habla acerca de “la bondad y la severidad de Dios”, que, en pocas palabras, es el mensaje fundamental presente en Números. La severidad divina se evidencia en la muerte de la generación rebelde en el desierto; aquellos que nunca entraron en la Tierra Prometida. La bondad divina se manifiesta en favor de la nueva generación. Dios protegió, preservó y proveyó para este pueblo hasta que tomaron posesión de la tierra. Esto nos recuerda que tanto la justicia como el amor divinos están siempre en soberana armonía.
Referencias Proféticas: La demanda divina por sinceridad a su pueblo está totalmente y finalmente satisfecha en Jesucristo, quien vino a cumplir la ley por nosotros « »No malinterpreten la razón por la cual he venido. No vine para abolir la ley de Moisés o los escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos. », (Mateo 5:17). El concepto del Mesías prometido se extiende por todo el libro. La ordenanza en el capítulo 19 sobre el sacrificio de la vaca alazana “perfecta, en la cual no había falta”, prefigura a Cristo, el Cordero de Dios sin mancha o culpa, quien fue sacrificado por nuestros pecados. La imagen de la serpiente de bronce levantada sobre una asta para otorgar sanidad física (capítulo 21), también prefigura a Cristo siendo levantado, ya sea en la cruz o en el ministerio de la Palabra, para que cualquiera que lo mire por fe pueda obtener sanidad espiritual.
En el capítulo 24, el cuarto oráculo de Balaam habla de la estrella y del cetro que se levantarán de Jacob. Aquí está una profecía de Cristo quien es llamado “la estrella de la mañana” en Apocalipsis 22:16 por Su gloria, brillantez y resplandor, y por la luz que procede de Él. Él también puede ser llamado un cetro, esto es, el portador del cetro, por su realeza. Él no sólo tiene el nombre de rey sino que tiene un reino y gobierna con un cetro de gracia, misericordia y justicia.
Así como los israelitas vagaron en el desierto por 40 años debido a su rebelión, así también en ocasiones Dios permite que nos alejemos de Él y experimentemos soledad y escasez de bendiciones cuando nos rebelamos contra Él. Sin embargo, Dios es fiel y justo. Así como restauró a los israelitas a un lugar legítimo en Su corazón, siempre restaurará a los cristianos al lugar de bendición e íntima comunión con Él si nos arrepentimos y volvemos a Él pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9).