Fiel es Dios, que os ha llamado a la comunión con su Hijo Jesucristo, Se or nuestro.
Porque donde están dos o tres congregados para invocar mi nombre, all estoy yo entre ellos'.
Pero él les contestó: 'Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica'.
Pero Jesús le contestó al que le hablaba: '¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?'. Y extendiendo la mano hacia sus disc pulos, dijo: 'Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre'.
lo que hemos visto y o do os lo anunciamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros. Pues nosotros, en efecto, tenemos comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Jesús les contestó: 'Yo soy el pan de la vida. El que viene a m jamás tendrá hambre; el que cree en m jamás tendrá sed'.
para que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser poderosamente fortalecidos por la acción de su Esp ritu en vuestro interior; para que Cristo habite, mediante la fe, en vuestro corazón y para que, arraigados y cimentados en el amor,
Permaneced en m como yo en vosotros. Del mismo modo que el sarmiento no puede dar fruto por s mismo si no está unido a la vid, as tampoco vosotros si no estáis unidos en m. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en m y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de m no podéis hacer nada.
Si permanecéis en m y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis, y os será concedido.
con el fin de conocerle a él en persona y la fuerza de su resurrección y la comunión con sus padecimientos, hasta configurarme con su muerte,
Les he revelado tu nombre, y se lo seguiré revelando, para que el amor con que me has amado esté con ellos, y en ellos también yo.'
De modo que, si alguno está en Cristo es una nueva criatura. Lo viejo pasó. Ha empezado lo nuevo.
En cambio, si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto por causa del pecado, el Esp ritu tiene vida por causa de la justicia.
al que Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria.
'La comida para el vientre, y el vientre para la comida'; pero Dios destruirá lo uno y lo otro. El cuerpo no es para la lujuria, sino para el Se or; y el Se or para el cuerpo. Y as como Dios resucitó al Se or, as también nos resucitará a nosotros por su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Voy entonces a arrancar los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡Ni pensarlo!
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos de Cristo, puesto que padecemos con él y as también con él seremos glorificados.
Pero ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que una vez estabais lejos, habéis sido puestos cerca por la sangre de Cristo.
Jesús le contestó: 'Si uno me ama, guardará mi palabra, mi Padre lo amará y vendremos a él para fijar morada en él.
pues habéis muerto, y vuestra vida está oculta, juntamente con Cristo, en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces también vosotros seréis manifestados juntamente con él, en gloria.
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?
Porque del mismo modo que el cuerpo, aunque tiene muchos miembros, es uno solo, pues todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un solo cuerpo, as también Cristo.
Porque, si estamos injertados en él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos por una resurrección semejante.
Porque Dios no nos destinó a la ira, sino a que alcancemos la salvación por medio de nuestro Se or Jesucristo, que murió por nosotros, para que, ya nos sorprenda despiertos o ya dormidos, lleguemos a vivir en su compa a.
Venid a m todos los que estáis rendidos y agobiados por el trabajo, que yo os daré descanso. Cargad con mi yugo y aprended de m, porque soy manso y humilde de corazón, y hallaréis reposo para vosotros;
Dec a Jesús a los jud os que le hab an cre do: 'Si vosotros permanecéis en mi palabra, sois verdaderamente disc pulos m os:
en virtud de las cuales nos hizo donación de preciosas y magn ficas promesas, para que seáis participantes de la divina naturaleza huyendo de la corrupción existente en el mundo por causa de la concupiscencia.
Tengo la firme certeza de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni principados, ni lo presente ni lo futuro, ni potestades, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra cosa creada, podrá separarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Se or nuestro.
Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios la vida eterna.
Bendito Dios, Padre de nuestro Se or Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en el cielo, en Cristo,
Quien se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo no tiene a Dios. El que permanece en la doctrina, éste tiene tanto al Padre como al Hijo.
Y ya no vivo yo; es Cristo quien vive en m. Y respecto del vivir ahora en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a s mismo por m.
Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo.
'Yo soy el buen pastor: yo conozco las m as, y las m as me conocen a m, como el Padre me conoce a m y yo conozco al Padre. Yo doy mi vida por las ovejas.
El que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Esp ritu que nos ha dado.
sino que, profesando la verdad en amor, crezcamos en todos sentidos hacia él, que es la cabeza, Cristo, por quien todo el cuerpo, bien trabado y cohesionado mediante todos los ligamentos que lo mantienen, según la acción propia de cada miembro, realiza su crecimiento para edificación de s mismo en el amor.
as nosotros, aun siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero, por lo que a cada uno respecta, los unos somos miembros de los otros.
Ten por modelo las saludables palabras que escuchaste de m, con la fe y el amor en Cristo Jesús. Guarda ese buen depósito con la ayuda del Esp ritu Santo que habita en nosotros.
y conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento, para que quedéis llenos de la plenitud total de Dios.
Si hay, pues, un est mulo en Cristo, un aliento de amor, una comunicación de Esp ritu, una entra able ternura y compasión, colmad mi alegr a siendo del mismo sentir, teniendo el mismo amor, una sola alma, idénticos sentimientos.
Pues cuando se dé la orden, a la voz de un arcángel y al son de una trompeta de Dios, el mismo Se or descenderá del cielo y resucitarán en primer lugar los muertos en Cristo; después nosotros, los que vivimos, los supervivientes, seremos arrebatados juntamente con ellos entre nubes, por el aire, al encuentro del Se or. Y as estaremos siempre con el Se or.
En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado su Esp ritu.
Respóndele Jesús: 'Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre, sino por m.
¿Qué compatibilidad entre el templo de Dios y los dolos? Porque nosotros somos templo de Dios vivo, como lo dijo Dios: Habitaré y caminaré en medio de ellos; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
El Esp ritu mismo da testimonio a nuestro esp ritu de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos de Cristo, puesto que padecemos con él y as también con él seremos glorificados.
As pues, vivid en el Se or, Cristo Jesús, tal como lo habéis recibido, arraigados y sobreedificados en él y asidos a la fe, según se os ense ó, prodigando la acción de gracias.
Yo en ellos y tú en m, para que lleguen a ser consumados en uno, y as el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado como tú me has amado a m.'
En cuanto a vosotros, que permanezca en vosotros lo que desde el principio habéis o do. Si permanece en vosotros lo que habéis o do desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.
y después de recitar la acción de gracias, lo partió y dijo: 'Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros. Haced esto en mi memoria'. Lo mismo hizo con la copa, después de haber cenado, diciendo: 'Esta copa es la nueva alianza en mi sangre. Cada vez que bebáis, haced esto en mi memoria. Porque cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, estáis anunciando la muerte del Se or, hasta que venga'.
As, pues, habiendo sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Se or Jesucristo,
Tú me has dado a conocer caminos de vida: contigo, la alegr a hasta la hartura; a tu diestra, delicias sempiternas.
y ense ándoles a observar todo cuanto yo os he mandado. Y mirad: yo estoy con vosotros todos los d as hasta el final de los tiempos'.
Él nos libertó del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados.
Yo rogaré al Padre y él os dará otro Paráclito, que estará con vosotros para siempre: el Esp ritu de la verdad a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque con vosotros permanece y en vosotros estará.'
As, pues, hermanos, tenemos entera confianza para entrar en el 'lugar sant simo' en virtud de la sangre de Jesús: entrada que él inauguró para nosotros, como un camino nuevo y vivo, a través del velo, o sea, de su carne. Y tenemos as un gran sacerdote al frente de la casa de Dios. Acerquémonos, pues, con corazón sincero y fe plena, purificado el corazón de toda impureza de conciencia y lavado el cuerpo con agua pura.
Y prueba de que sois hijos es que Dios envió a nuestros corazones el Esp ritu de su Hijo, que clama: ¡ Abbá, Padre!
Servid también vosotros de piedras vivas para edificar una casa espiritual destinada a un sacerdocio santo que ofrece sacrificios espirituales, agradables a Dios por medio de Jesucristo.
Si uno confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos llegado a conocer y a creer en el amor que Dios tiene por nosotros. Dios es amor: y quien permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él.
Si, pues, habéis sido resucitados juntamente con Cristo, buscad lo de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aspirad a lo de arriba, no a lo de la tierra; pues habéis muerto, y vuestra vida está oculta, juntamente con Cristo, en Dios.
Pues ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que enviaste, Jesucristo.
No os dejéis arrastrar por la codicia y contentaos con lo que tenéis. Pues él ha dicho: No te dejaré ni te abandonaré.
Que todos sean uno. Como tú, Padre, en m y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, y as el mundo crea que tú me has enviado.
también a nosotros, muertos por nuestros pecados, nos vivificó juntamente con Cristo - pues de gracia habéis sido salvados -, con él nos resucitó y con él nos sentó en el cielo por Cristo Jesús,
Sin haberlo visto, lo amáis; y sin verlo por ahora, pero creyendo en él, experimentáis un gozo inefable y glorioso
Hacemos, pues, de embajadores en nombre de Cristo y es Dios el que por medio de nosotros os exhorta: 'En nombre de Cristo os lo pedimos: dejaos reconciliar con Dios'. Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que en él llegáramos nosotros a ser justicia de Dios.
As también vosotros consideraos, de una parte [que estáis] muertos al pecado; y de otra, vivos para Dios en Cristo Jesús.
Y que la paz de Cristo ponga orden como árbitro en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo. Sed agradecidos.
nos hab a predestinado a ser hijos adoptivos suyos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad,
Pero vosotros no viv s según la carne, sino según el esp ritu, puesto que el Esp ritu de Dios habita en vosotros. Si alguno no tiene el Esp ritu de Cristo, este tal no pertenece a Cristo.
Si guardáis mis mandamientos permaneceréis en mi amor, lo mismo que yo siempre he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Mis ovejas oyen mi voz: yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y nunca jamás perecerán, ni nadie las arrebatará de mis manos.
que murió por nosotros, para que, ya nos sorprenda despiertos o ya dormidos, lleguemos a vivir en su compa a.
Porque, si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, con mucha más razón, una vez reconciliados, seremos salvados por su vida.
Pues, ¿quién conoció la mente del Se or, de modo que pueda aconsejarle? Pero nuestra mentalidad es la de Cristo.
con la firme esperanza de que el que empezó entre vosotros la obra buena, la irá llevando a su término hasta el d a de Cristo Jesús.
'Padre quiero que donde voy a estar, estén también conmigo los que me has dado y as contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado desde antes de la creación del mundo.
porque por medio de él los unos y los otros tenemos acceso, en un solo Esp ritu, al Padre.
llevando siempre y por todas partes, en el cuerpo, la muerte que llevó Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues nosotros, aunque en vida, nos vemos siempre entregados a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
porque en éste reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente. Y vosotros habéis sido llenados en él, que es la cabeza de todo principado y potestad,
Al contrario, revest os del Se or Jesucristo y no pongáis vuestro afán en la satisfacción de los deseos de la carne.
Procurad, como hijos amados, imitar a Dios. Caminad en amor, como también Cristo os amó y se entregó a s mismo por nosotros como ofrenda y v ctima a Dios de calmante aroma.
Es el esp ritu el que da vida, la carne de nada sirve. Las palabras que yo os he dicho son esp ritu y son vida.
Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y en su parus a no nos veamos avergonzados, lejos de él.
Jesús les habló de nuevo: 'Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no andará en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida'.
Porque a los que de antemano conoció, también de antemano los destinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que éste fuera el primogénito entre muchos hermanos.
Y es Dios, que nos mantiene firmes en Cristo tanto a nosotros como a vosotros, quien nos ungió, nos marcó con su sello y puso en nuestros corazones la fianza del Esp ritu.
Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, para que obtengamos misericordia y hallemos gracia para ser socorridos en el momento oportuno.
Por lo tanto, os exhorto hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestras propias personas como v ctima viva, santa, agradable a Dios; sea éste vuestro culto espiritual.
Una cosa yo pido del Se or, una cosa suplico: habitar en la casa del Se or, todos los d as de mi vida, para contemplar la belleza del Se or al visitar su templo.
Queridos m os, ahora somos hijos de Dios, aunque todav a no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es.
En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados según la riqueza de su gracia,
El ladrón no viene sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida, una vida plena.
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