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1 Juan 1:3 - Biblia Castilian 2003

3 lo que hemos visto y o do os lo anunciamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros. Pues nosotros, en efecto, tenemos comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Les anunciamos lo que nosotros mismos hemos visto y oído, para que ustedes tengan comunión con nosotros; y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Lo que hemos visto y oído se lo anunciamos también a ustedes para que estén en comunión con nosotros, pues nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo, Jesús el Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 lo que hemos visto y oído os lo anunciamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros. Pues nosotros, en efecto, tenemos comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

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1 Juan 1:3
38 Referencias Cruzadas  

Todo eso lo han visto mis ojos, lo han escuchado y captado mis o dos.


Proclamaré el decreto del Se or, él me ha dicho: 'Tú eres hijo m o, yo te he engendrado en este d a.


l brame de las fauces del león, a este pobre de los cuernos del búfalo.


Pondré entre ellas una se al y enviaré salvados de ellas a las naciones: a Tarsis, Put y Lud, a Mésec y Ros, a Tubal y Yaván, y a las islas lejanas que no han tenido noticia de m ni han visto mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria en las naciones.


Si vienes con nosotros, te haremos part cipe de los bienes que Yahveh nos ha de otorgar'.


Yo no estoy ya en el mundo; pero ellos se quedan en el mundo, mientras que yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, en ese nombre que me has dado, para que también ellos, lo mismo que nosotros, sean uno.


Que todos sean uno. Como tú, Padre, en m y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, y as el mundo crea que tú me has enviado.


Padre justo, realmente el mundo no te conoce, pero yo s te conozco; y éstos han conocido que tú me has enviado.


Pues ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que enviaste, Jesucristo.


Da testimonio de ello alguien que lo vio, y su testimonio es verdadero, pues él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis.


Nosotros, pues, os anunciamos que la promesa hecha a los padres,


Ved, menospreciadores, asombraos y desapareced; porque voy a realizar en vuestros d as una obra que no la creer ais si os la contaran. '


Se aten an con constancia a la ense anza de los apóstoles y a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones.


porque ningún temor me impidió anunciaros todo el designio completo de Dios.


Nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y o do'.


Lo tuvieron a bien y era, además, una deuda que ten an que saldar. Porque si los gentiles han participado de sus bienes espirituales, deben a su vez corresponderles con bienes temporales.


De Dios viene el que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual, por iniciativa de Dios, se hizo nuestra sabidur a, como también justicia, santificación y redención.


Fiel es Dios, que os ha llamado a la comunión con su Hijo Jesucristo, Se or nuestro.


Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que recibisteis, en el cual os mantenéis firmes


a saber, que los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y part cipes de la misma promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio,


Y es justo, en efecto, que yo tenga estos sentimientos con respecto a todos vosotros, porque os llevo en mi corazón, part cipes como sois todos vosotros de mi gracia, tanto en mis cadenas como en la defensa y consolidación del evangelio.


Si hay, pues, un est mulo en Cristo, un aliento de amor, una comunicación de Esp ritu, una entra able ternura y compasión,


con el fin de conocerle a él en persona y la fuerza de su resurrección y la comunión con sus padecimientos, hasta configurarme con su muerte,


Él nos libertó del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor,


y para esperar la vuelta del cielo de su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, a Jesús, que nos libra de la ira venidera.


Los que tienen amos creyentes, no deben tenerlos en menos, so pretexto de que son hermanos; todo lo contrario, s rvanlos mejor aún, precisamente porque los que se benefician de sus servicios son creyentes y hermanos queridos. Esto es lo que debes ense ar y recomendar.


cuando dice: Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en plena asamblea cantaré tus alabanzas.


Por lo tanto, hermanos del pueblo santo que compart s una vocación celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote, objeto de nuestra profesión de fe, a Jesús,


Porque hemos sido asociados a Cristo, a condición de que mantengamos firme hasta el final la confianza del principio.


As, pues, a los presb teros que están entre vosotros los exhorto yo, presb tero como ellos, con ellos testigo de los padecimientos de Cristo y con ellos participante de la gloria que se ha de revelar:


Pues os dimos a conocer el poder y la parus a de nuestro Se or Jesucristo, no siguiendo sutiles mitos, sino en cuanto testigos oculares de su grandeza.


Lo que era desde el principio, lo que hemos o do, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que nuestras manos han palpado acerca de la Palabra de la vida -


Éste es el mensaje que de él hemos o do y os anunciamos: que Dios es luz y que en él no hay tiniebla alguna.


Pero si caminamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros; y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.


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