apenas terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo. así pudieron luego proclamar el mensaje de Dios con plena libertad.
No me avergüenzo de anunciar este mensaje, que es fuerza salvadora de Dios para todo creyente, tanto si es judío como si no lo es.
como tampoco son humanas las armas con que lucho, sino divinas, capaces de echar abajo cualquier fortaleza y de poner en evidencia toda suerte de falacia o de altanería que orgullosamente trate de hacer frente al conocimiento de Dios. Capaces también de someter a Cristo todo pensamiento
Mientras Pedro permanecía bajo custodia en la cárcel, la iglesia rogaba fervientemente a Dios por él.
¿Ha caído enfermo? Que mande llamar a los dirigentes del Señor y hagan oración por él. La oración hecha con fe sanará al enfermo; el Señor le restablecerá y le serán perdonados los pecados que haya cometido.
Todo lo ha puesto Dios bajo el dominio de Cristo, constituyéndole cabeza de la Iglesia por encima de todas las cosas.
Utilizad todas las armas que Dios os proporciona, y así haréis frente con éxito a las estratagemas del diablo.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo , y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Jesús se acercó y les dijo: - Dios me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos entre los habitantes de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir lo que yo os he encomendado. Y sabed esto: que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Pedro entonces le dijo: - No tengo dinero, pero te daré lo que poseo: en nombre de Jesús de Nazaret, comienza a andar. Y, tomándole de la mano derecha, le hizo incorporarse. al instante se fortalecieron sus piernas y sus tobillos, se puso en pie de un salto y comenzó a andar. Luego entró con ellos en el templo por su propio pie, saltando y alabando a Dios.
Por tanto, hermanos míos muy queridos, manteneos firmes y constantes; destacad en todo momento por vuestra labor cristiana, seguros de que el Señor no dejará sin recompensa vuestros afanes.
También designó a doce, a quienes constituyó apóstoles, para que estuvieran con él y para enviarlos a anunciar el mensaje. Y les dio poder para expulsar demonios.
Por eso te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi Iglesia, y el poder del sepulcro no la vencerá.
Pero tengo algo que pediros, hermanos, y lo hago en nombre de nuestro Señor Jesucristo: que haya concordia entre vosotros. Desterrad cuanto signifique división y vivid en total armonía de pensamiento y de sentimiento.
Estos son los sembradores de discordias, los que viven sensualmente y no tienen el Espíritu de Dios. Así que vosotros, queridos hermanos, haced de una fe tan santa como la vuestra el firme cimiento de vuestra vida cristiana. Suplicad el apoyo del Espíritu Santo
La Iglesia gozó de un período de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Fueron días en que, impulsada por el Espíritu Santo y plenamente fiel al Señor, iba consolidándose y extendiéndose cada vez más.
Que la paz de Cristo reine en vuestras vida; a ella os ha llamado Dios para formar un solo cuerpo. Sed agradecidos.
Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán lenguas nuevas; tomarán serpientes en sus manos; aunque beban veneno, no les hará daño; pondrán sus manos sobre los enfermos y los curarán.
Yo os he dado autoridad para que pisotéeis las serpientes, los escorpiones y todas las fuerzas del enemigo, sin que nada ni nadie pueda dañaros.
Mirad, yo voy a enviaros el don prometido por mi Padre. Quedaos aquí, en Jerusalén, hasta que recibáis el poder que viene de Dios.
Debéis creerme cuando afirmo que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Dad crédito, al menos, a las obras que hago.
En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo no está al tanto de los secretos de su amo. A vosotros os llamo desde ahora amigos, porque os he dado a conocer todo lo que oí a mi Padre.
Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará para que podáis entender la verdad completa. No hablará por su propia cuenta, sino que dirá únicamente lo que ha oído y os anunciará las cosas que han de suceder. El me honrará a mí, porque todo lo que os dé a conocer lo recibirá de mí. Todo lo que el Padre tiene es también mío; por eso os he dicho que 'todo lo que el Espíritu os dé a conocer, lo recibirá de mí'.
Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que os capacitará para que deis testimonio de mí en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el último rincón de la tierra.
al llegar el día de Pentecostés continuaban todos reunidos en el mismo sitio. De pronto, un estruendo que procedía del cielo y avanzaba como un huracán invadió la casa en que estaban congregados; vieron luego una especie de lenguas de fuego que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. El Espíritu Santo los inundó a todos, y en seguida se pusieron a hablar en distintos idiomas con plena soltura, según les concedía el Espíritu.
Y eran constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los apóstoles, de compartirlo todo, de celebrar la cena del Señor y de participar en la oración.
Todo el mundo estaba impresionado a la vista de los numerosos prodigios y señales realizados por los apóstoles.
ahora, Señor, mira cómo nos amenazan y concede a tus servidores anunciar tu mensaje con plena libertad. Pon en juego tu poder, para que en el nombre de Jesús, tu santo servidor , se produzcan curaciones, señales milagrosas y prodigios. apenas terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo. así pudieron luego proclamar el mensaje de Dios con plena libertad.
Los apóstoles, por su parte, daban testimonio de la resurrección de Jesús el Señor con toda firmeza, y se les miraba con gran simpatía.
Eran muchos los milagros y prodigios que se producían entre el pueblo por medio de los apóstoles. Los fieles, por su parte, acostumbraban a reunirse en el pórtico de Salomón. Pero nadie se atrevía a unirse a ellos, aunque el pueblo los tenía en gran estima. Sin embargo, pronto fueron multitud los hombres y mujeres que creyeron en el Señor. Hasta sacaban a los enfermos a la calle y los ponían en lechos y camillas para que, al menos, la sombra de Pedro tocara a alguno de ellos al pasar. De los pueblos próximos a Jerusalén acudían también muchedumbres de gentes llevando enfermos y personas atormentadas por espíritus malignos, y todos eran curados.
El favor y el poder de Dios estaban plenamente con Esteban, que realizaba milagros y prodigios entre el pueblo.
La gente escuchaba con atención a Felipe, pues habían oído hablar de los milagros que realizaba y ahora los estaban viendo. Hubo muchos casos de espíritus malignos que abandonaron a sus víctimas lanzando alaridos. Numerosos paralíticos e inválidos fueron también curados ,
De cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y le llenó de poder; de cómo Jesús pasó por todas partes haciendo el bien y curando a todos los que padecían oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Un día de ayuno, mientras celebraban el culto al Señor, dijo el Espíritu Santo:- Apartadme a Bernabé y a Saulo para la tarea que les he encomendado. Entonces, mientras hacían la oración y el ayuno, les impusieron las manos y los despidieron.
Cuando los no judíos oyeron esto, se alegraron sobremanera y no cesaban de alabar el mensaje del Señor. Y todos los que estaban destinados a la vida eterna, abrazaron la fe. El mensaje del Señor se extendió por toda aquella región.
Dios realizaba extraordinarios milagros por medio de Pablo, hasta el punto de que el simple contacto con los pañuelos y otras prendas usadas por Pablo bastaba para curar a los enfermos o expulsar a los espíritus malignos.
De manera semejante, nosotros, siendo muchos, estamos injertados en Cristo para formar un solo cuerpo, y cada uno es un miembro al servicio de los demás.
Diferentes son, sin embargo, los dones que tenemos, conforme al reparto que Dios ha hecho libremente entre nosotros. A quien haya concedido hablar en su nombre, hágalo sin apartarse de la fe. Si de servir se trata, sirvamos con solicitud; si de enseñar, apliquémonos a enseñar. Exhorte quien posea el don de exhortar; reparta con generosidad quien tenga encomendada esa tarea. El que presida, hágalo con celo; el que ayude a los necesitados, con alegría.
Y eso hablando únicamente - a más no me atrevo - de lo que Cristo ha llevado a cabo sirviéndose de mí como instrumento, a fin de que todas las naciones obedezcan a Dios. Se ha valido para ello de palabras y acciones, de señales y prodigios, y de la fuerza del Espíritu Santo. El resultado es que desde Jerusalén, viajando en todas direcciones hasta llegar a las tierras de Iliria, he llevado a cabo la proclamación del mensaje de Cristo.
El mensaje de la muerte de Cristo en la cruz es, ciertamente, un absurdo para los que van por sendas de perdición; más para nosotros, los que estamos en camino de salvación, es poder de Dios.
Reunido, pues, en espíritu con vosotros, en el nombre y con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo he decidido dejar a ese individuo a merced de Satanás, a ver si, recibiendo un golpe de muerte su pecadora condición humana, su espíritu se salva en el día del Señor.
Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de funciones, pero uno mismo es el Señor. Son distintas las actividades, pero el Dios que lo activa todo en todos es siempre el mismo. La presencia del Espíritu en cada uno se ordena al bien de todos.
Vosotros formáis el cuerpo de Cristo, y cada uno por separado constituye un miembro. Es Dios quien ha asignado en la iglesia un puesto a cada uno: en primer lugar están los apóstoles; en segundo lugar, los que comunican mensajes en nombre de Dios; en tercer lugar, los encargados de enseñar; vienen después los que tienen el don de hacer milagros, de realizar curaciones, de asistir a los necesitados, de presidir la asamblea, de hablar un lenguaje misterioso.
Concluyendo: el que posea el don de hablar en un lenguaje misterioso, pídale a Dios el don de interpretarlo.
Pero nosotros hemos de dar gracias a Dios, que por medio de nuestro Señor Jesucristo nos concede la victoria.
Sin embargo, se trata de un tesoro que guardamos en vasijas de barro, a fin de que nadie ponga en duda que la fuente de este poder extraordinario está en Dios y no en nosotros.
Que llene de luz los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a la que os llama, qué inmensa la gloria que ofrece en herencia a su pueblo y qué formidable la potencia que despliega en favor de nosotros los creyentes, esgrimiendo la eficacia de su fuerza poderosa. Es el poder que Dios desplegó en Cristo al resucitarle y sentarle a su lado en el cielo, en el lugar de honor,
Todo lo ha puesto Dios bajo el dominio de Cristo, constituyéndole cabeza de la Iglesia por encima de todas las cosas. La Iglesia, que es el cuerpo de Cristo, y, como tal, plenitud del que llena totalmente el universo.
Ya no sois, por tanto, extranjeros o advenedizos. Sois conciudadanos en medio de un pueblo consagrado, sois familia de Dios, sois piedras de un edificio construido sobre el cimiento de los apóstoles y los profetas. Y Cristo Jesús es en ese edificio la piedra angular. En Cristo queda ensamblado todo el edificio, por él crece hasta convertirse en templo consagrado al Señor, Y por él, también vosotros os vais integrando en el edificio que se construye, hasta llegar a ser, por medio del Espíritu, casa en la que habita Dios.
Así, por medio de la Iglesia, los principados y potestades de los cielos tienen ahora conocimiento de la fecunda sabiduría de Dios contenida en el plan que desde la eternidad proyectó realizar en Cristo Jesús, Señor nuestro.
A Dios, que, desplegando su poder sobre nosotros, es capaz de realizar todas las cosas incomparablemente mejor de cuanto pensamos o pedimos, a él la gloria en Cristo y en la Iglesia, de edad en edad y por generaciones sin término. Amén.
El es quien a unos ha hecho apóstoles; a otros, profetas; a otros, anunciadores del mensaje salvador; a otros, encargados de dirigir y enseñar a los creyentes. Capacita así a los fieles, para que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo hasta que todos alcancemos la unidad propia de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios; hasta que seamos hombres perfectos; hasta que alcancemos, en madurez y plenitud, la talla de Cristo.
Porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador del cuerpo que es la Iglesia.
Y para terminar os pido que os hagáis fuertes, unidos al poder irresistible del Señor. Utilizad todas las armas que Dios os proporciona, y así haréis frente con éxito a las estratagemas del diablo.
Como casco, usad el de la salvación, y como espada, la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios. Y todo esto hacedlo orando y suplicando sin cesar bajo la guía del Espíritu; renunciad incluso al sueño, si es preciso, y orad con insistencia por todos los creyentes.
Por eso, Dios le exaltó sobre todo lo que existe y le otorgó el más excelso de los nombres, para que todos los seres, en el cielo, en la tierra y en los abismos, caigan de rodillas ante el nombre de Jesús, y todos proclamen que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
El es también la cabeza del cuerpo que es la Iglesia; en él comienza todo; él es el primogénito de los que han de resucitar; él tiene la primacía de todas las cosas.
Es en Cristo hecho hombre en quien habita la plenitud de la divinidad, y en él, que es cabeza de todo principado y de toda potestad, habéis alcanzado vuestra plenitud.
Que la paz de Cristo reine en vuestras vida; a ella os ha llamado Dios para formar un solo cuerpo. Sed agradecidos. El mensaje de Cristo llene con toda su riqueza vuestros corazones, y sed de veras maestros y consejeros los unos de los otros. Con un corazón profundamente agradecido, cantad a Dios salmos, himnos y canciones inspiradas.
Porque el mensaje de salvación que os anunciamos no se redujo a palabras hueras, sino que estaba lleno de la fuerza y la plenitud del Espíritu Santo . Como también vosotros sabéis cuál fue nuestro comportamiento entre vosotros trabajando por vuestro bien.
Esta es la razón por la que rogamos sin cesar por vosotros para que seáis dignos del llamamiento con que os ha distinguido nuestro Dios; para que él lleve a término, con eficacia y plenitud, tanto vuestros buenos propósitos como la obra de vuestra fe. De este modo, nuestro Señor Jesús será glorificado entre vosotros, y vosotros en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y de Jesucristo, el Señor.
aunque es posible que me retrase. De ser así, podrás saber por esta carta cómo debes comportarte en la casa de Dios, es decir, en la iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.
Porque no es un espíritu de cobardía el que Dios nos otorga, sino de fortaleza, amor y dominio de nosotros mismos.
Pues bien, si alguien quiere ser utensilio para usos nobles, consagrado, útil al Señor y a punto para toda obra buena, preciso será que se purifique de todo lo malo.
proclama el mensaje e insiste en todo momento, tanto si gusta como si no gusta. Argumenta, reprende, exhorta, echando mano de toda tu paciencia y tu competencia en enseñar.
El se entregó por nosotros a fin de liberarnos de toda maldad y convertirnos en pueblo suyo limpio y elegido, totalmente entregado a la práctica del bien. Acerca de todas estas cosas has de hablar, aconsejar y reprender con plena autoridad. Y que nadie te haga de menos.
y de la que Dios mismo ha dado testimonio valiéndose de milagros, prodigios y toda suerte de maravillas, además de los dones del Espíritu Santo, que ha repartido según su voluntad.
y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y de toda clase de obras buenas. Que nadie deje de asistir a las reuniones de su iglesia, como algunos tienen por costumbre. Por el contrario, animaos unos a otros, tanto más cuanto que estáis viendo que se acerca el día del Señor.
Y, puesto que somos nosotros los que recibimos ese reino inconmovible, seamos agradecidos, ridiendo así, respetuosos y reverentes, un culto agradable a Dios. Que no en vano nuestro Dios es fuego devorador.
también vosotros, como piedras vivas, constituís un templo espiritual y un sacerdocio consagrado, que por medio de Jesucristo ofrece sacrificios espirituales y agradables a Dios.
Pero vosotros sois 'raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su posesión', destinado a cantar las grandezas del Dios que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.
Que todos, como buenos administradores de los múltiples dones de Dios, pongan al servicio de los demás el don que recibieron. El que habla, que comunique palabra de Dios. El que presta un servicio, hágalo consciente de que es Dios quien le da las fuerzas. Así, en todo lo que hagáis, Dios resultará glorificado por medio de Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el poder para siempre. Amén.
a que no dejéis de apacentar el rebaño de Dios confiado a vuestro cargo. Velad sobre él, no a la fuerza o por una rastrera ganancia, sino gustosamente y con generosidad, como Dios quiere; no como dictadores, sino como modelos del rebaño.
Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo necesario para una vida de auténtica fe al llevarnos al conocimiento de quienes nos llamó por su propia gloria y fuerza poderosa.
Pero el que sigue pecando pertenece al diablo, porque el diablo es pecador desde el principio del mundo. El Hijo de Dios vino para aniquilar la obra del diablo,
En cuanto a vosotros, hijos míos, pertenecéis a Dios y habéis vencido a esos pretendidos profetas, pues el que está con vosotros es más fuerte que el que está con el mundo.
ya que los hijos de Dios están equipados para vencer al mundo. Nuestra fe es la que vence al mundo, pues solamente quien cree que Jesús es el Hijo de Dios, es capaz de triunfar sobre el mundo.
Juan a las siete Iglesias de la provincia de Asia: Gracia y paz de parte de Dios, que es, que era y que está para llegar; de parte de los siete espíritu que rodean su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de todos los resucitados y el dominador de todos los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos ha liberado con su muerte de nuestros pecados,
Aunque tienes a tu favor que aborreces la conducta de los nicolaítas, como la aborrezco yo también.
Cambia, pues, de conducta, porque, si no, iré pronto a ti y entraré en combate contra ésos con la espada que sale de mi boca.
Sólo os pido que lo que ahora poseéis lo conservéis intacto hasta mi venida. Y al vencedor, al que me sea fiel hasta el fin, yo le daré poder sobre las naciones. como el Padre me lo dio a mí, para que pueda gobernarlas con cetro de hierro y quebrarlas como vasijas de barra. Le daré también el lucero de la mañana. (El v.28 está incluido en el anterior)
Al vencedor le pondré de columna en el templo de mi Dios, para que ya nunca salga de allí. Y sobre la columna grabaré el nombre de mi Dios, y grabaré también, junto a mi nombre nuevo, el nombre de la ciudad de mi Dios , la Jerusalén nueva, que desciende del trono celeste de mi Dios.
Al vencedor le sentaré en mi trono, junto a mí, así como yo he vencido y me he sentado junto a mi Padre en su mismo trono.
Cantaban un cántico nuevo, que decía: -Digno eres de recibir el libro y romper sus sellos, porque has sido degollado y con tu sangre has adquirido para Dios gentes de toda raza, lengua, pueblo y nación. Con ellas has constituido un reino de sacerdotes, que servirán a nuestro Dios y reinarán sobre la tierra.
¡Alegraos, por tanto, cielos, y quienes en ellos tenéis vuestra morada! Temblad, en cambio, vosotros, tierra y mar, porque el diablo ha bajado hasta vosotros ebrio de furor, sabiendo que es corto el tiempo con que cuenta.
Alegrémonos y gocémonos y ensalcemos su grandeza, porque es el tiempo de las bodas del Cordero. ¡Mirad a la esposa engalanada, vestida de lino finísimo y deslumbrante de blancura. El lino que representa las buenas acciones de los consagrados a Dios.
Vi también unos tronos; a los que se sentaron en ellos se les dio poder para juzgar. Y vi a los que habían sido asesinados por haber dado testimonio de Jesús y por haber proclamado la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no llevaban tatuada en la frente ni en las manos la marca de la bestia. Todos éstos recobraron la vista y reinaron con Cristo mil años. Los demás muertos, en cambio, no volvieron a la vida hasta pasados los mil años. Es la primera resurrección. ¡Dichosos aquellos a quienes Dios ha elegido para tomar parte en ella! Invulnerables a la segunda muerte, serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él los mil años.
Vi también bajar del cielo la ciudad santa, la nueva Jerusalén. Venía de Dios, ataviada como una novia que se engalana para su esposo. Y oí que desde el trono decía una voz poderosa: - He aquí que Dios ha montado su tienda de campaña entre los hombres. Habitará con ellos, ellos serán su pueblo y él será el Dios - con - ellos.
Jesús reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Otra cosa os digo también: si dos de vosotros, estéis donde estéis, os ponéis de acuerdo para pedir algo en oración, mi Padre celestial os lo concederá. Pues allí donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Esta buena noticia del reino se anunciará por todo el mundo, para que todas las naciones la conozcan. Entonces llegará el fin.
Los discípulos salieron en todas direcciones a anunciar el mensaje. Y el Señor mismo les ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas.
Jesús reunió a los doce discípulos y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades. Los envió a anunciar el reino de Dios y a curar a los enfermos.
Ellos salieron y recorrieron todas las aldeas, anunciando por todas partes el mensaje de salvación y curando a los enfermos.
y también que en su nombre se han de anunciar a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, un mensaje de conversión y de perdón de los pecados.
- Tú vete - replicó Ananías -, porque he sido yo quien he elegido a ese hombre para que anuncie mi mensaje a todas las naciones, a sus gobernadores y al pueblo de Israel.
Entre tanto, el mensaje de Dios se divulgaba y penetraba en todas las esferas sociales.
No obstante, Pablo y Bernabé permanecieron allí por algún tiempo hablando resueltamente del Señor, quien confirmaba su mensaje de bendición con las señales milagrosas y los prodigios que realizaba por medio de ellos.
Ahora, pues, ninguna condena pesa ya sobre aquellos que están injertados en Cristo Jesús.
Ahora bien, ¿cómo van a invocar a aquel en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído su mensaje? ¿Y cómo van a oír su mensaje que no ha sido proclamado? Y, finalmente, ¿cómo va a proclamarse ese mensaje, si no existen los mensajeros? Por eso dice la Escritura: ¡Bien venidos sean los que llegan anunciando buenas nuevas!
Cristo subió al madero cargando sobre sí nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos con toda rectitud. Habéis sido, pues, salvados a costa de sus heridas;
Únete al canal de BibliaTodo en tu app favorita: