Pues para que sepan que el Hijo del Hombre* tiene autoridad para perdonar pecados en la tierra, –entonces le dijo al paralítico–: ¡Levántate; toma tu camilla y vete a tu casa!”
Los hombres se maravillaron y decían: “¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y el mar lo obedecen?”
Yahoshúa recorría todo el Galil enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Su fama se extendió por toda Siria, y le llevaban todos los que tenían dolencias: los que padecían diversas enfermedades y dolores, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y él los sanaba.
Nadie me la quita, sino que yo la pongo por mi cuenta. Tengo derecho de ponerla, y tengo derecho de volverla a recibir. Este mandamiento lo recibí de mi Padre”.
Él es el reflejo de Su gloria y la expresión exacta de Su ser, quien sustenta todas las cosas con su palabra poderosa. Y después de realizar la purificación de nuestros pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.
Y cuando Yahoshúa terminó estas palabras, las multitudes estaban maravilladas de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Uno de aquellos días que Yahoshúa estaba enseñando, estaban sentados allí unos fariseos y maestros de la Torah que habían venido de todas las aldeas del Galil, de Yahudah y Yerushaláyim. El poder de Yahweh estaba con él para sanar.
Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él no se hizo nada de lo que se ha hecho.
¿Quién es éste que viene de Edom, con vestiduras brillantes desde Bozrah? ¿Quién es éste, de atuendo majestuoso, que marcha en su gran poder? “Soy yo, que contiendo victoriosamente, poderoso para dar triunfo”.
Al caer la tarde, le trajeron muchos endemoniados. Con su palabra echó fuera a los espíritus y sanó a todos los enfermos, de modo que se cumplió lo dicho por medio del profeta Yeshayah, quien dijo: “Él mismo tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades”.
Por eso también puede salvar completamente a los que por medio de él se acercan a Elohim, puesto que vive para siempre para interceder por ellos.
Y él les dijo: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Entonces se levantó y reprendió a los vientos y al mar, y se hizo una gran bonanza. Los hombres se maravillaron y decían: “¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y el mar lo obedecen?”
y a quien se lo declaró Hijo de Yahweh con poder según el espíritu de santidad por su resurrección de entre los muertos– Yahoshúa el Mashíaj nuestro Maestro.
Me refiero a Yahoshúa de Natséret, al que Yahweh ungió con espíritu de santidad y con poder, y anduvo haciendo bienes por todas partes, y curando a todos los oprimidos por el Acusador, porque Elohim estaba con él.
A éste, Elohim lo ensalzó con su diestra para ser Príncipe y Salvador, para darle a Yisrael arrepentimiento y perdón de pecados.
Pero para los llamados, tanto yahuditas como griegos, el Mashíaj es el poder de Yahweh y la sabiduría de Yahweh.
Yahoshúa recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando la Buena Noticia del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.
Entonces llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
“Todas las cosas me las ha entregado mi Padre. Nadie conoce bien al Hijo, sino el Padre. Nadie conoce bien al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
Y a la cuarta vigilia de la noche,* Yahoshúa fue a ellos caminando sobre el mar. Pero cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el mar, se turbaron diciendo: “¡Un fantasma!” Y gritaron de miedo. En seguida Yahoshúa les habló diciendo: “Tengan ánimo, soy yo; no teman!
Y cuando los hombres de aquel lugar lo reconocieron, mandaron a decirlo por toda aquella región, y trajeron a él todos los que estaban enfermos. Y le rogaban que sólo les permitiera tocar el borde de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron completamente sanos.
Entonces se acercaron a él grandes multitudes que tenían consigo cojos, ciegos, mancos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a los pies de Yahoshúa, y él los sanó; de manera que la gente se maravillaba al ver a los mudos hablar, a los mancos sanos, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y glorificaban a Elohim de Yisrael.
Pero yo también te digo que tú eres Kefá; y sobre esta roca edificaré mi comunidad, y las puertas del Sheol no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino del Cielo. Todo lo que prohíbas en la tierra habrá sido prohibido en el cielo, y lo que permitas en la tierra habrá sido permitido en el cielo”.
Yahoshúa les dijo: “Por su poca fe. Porque en verdad les digo que si tuvieran fe como un grano de mostaza, le dirían a este monte: “Pásate de aquí para allá”, y se pasaría. Nada les sería imposible. [Pero este género no sale sino con oración y ayuno”].*
En verdad les digo que todo lo que ustedes prohíban en la tierra habrá sido prohibido en el cielo, y todo lo que permitan en la tierra habrá sido permitido en el cielo”. “Otra vez les digo que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, se la concederá mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres están congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Yahoshúa se acercó a ellos y les dijo: “Toda autoridad se me ha dado en el cielo y en la tierra.
Todos se maravillaron, de modo que discutían entre ellos diciendo: “¿Qué es esto? ¡Una nueva doctrina con autoridad! Aun a los espíritus inmundos él les ordena, y le obedecen”. Pronto se extendió su fama por todas partes, en toda la región alrededor del Galil.
Al ver Yahoshúa la fe de ellos, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados se te perdonan”. Algunos de los escribas estaban sentados allí y reflexionaban en su interior: “¿Por qué habla éste así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Elohim?” Yahoshúa discernió enseguida en su espíritu que razonaban así dentro de ellos, y les dijo: “¿Por qué razonan así en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados se te perdonan;’ o decirle: ‘Levántate, toma tu camilla y anda’? Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad para perdonar pecados en la tierra (le dijo al paralítico): A ti te digo, ¡levántate, coge tu camilla y vete a tu casa!” Y se levantó, y en seguida tomó su camilla y salió delante de todos, de modo que todos quedaron asombrados y glorificaron a Yahweh, diciendo: “¡Jamás hemos visto cosa semejante!
porque como había sanado a muchos, se le tiraban encima todos los que tenían algún mal, para tocarlo. Y los espíritus inmundos, siempre que lo veían, se postraban delante de él y gritaban: “¡Tú eres el Hijo de Elohim!”
Y después de despertarse, reprendió al viento y le dijo al mar: “¡Calla! ¡Sosiégate!” Entonces el viento se calmó y hubo una gran bonanza. Y a ellos les dijo: “¿Por qué se acobardan? ¿Todavía no tienen fe?” Ellos sintieron un gran temor y se decían unos a otros: “¿Quién será éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?”
Fueron a la otra orilla del mar a la región de los gadarenos. Apenas salió él de la barca, le salió enseguida al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo. Este tenía su morada entre los sepulcros; y nadie podía atarlo ni siquiera con cadenas, ya que muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había hecho pedazos las cadenas y había roto los grillos; y nadie lo podía dominar. Continuamente, de día y de noche, andaba entre los sepulcros y por las montañas, gritando y golpeándose con piedras. Cuando vio a Yahoshúa desde lejos, corrió y se postró ante él. Y gritando con voz fuerte dijo: “¿Qué tienes que ver conmigo, Yahoshúa, Hijo del Elohim Altísimo? Te conjuro por Elohim que no me atormentes”. Porque Yahoshúa le decía: “Sal de este hombre, espíritu inmundo”. Y le preguntó: “¿Cómo te llamas?” Y le dijo: “Me llamo Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba mucho que no los enviara fuera de aquella región. Allí cerca de la montaña estaba paciendo un gran hato de cerdos. Y ellos le rogaron: “Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos”. Él les dio permiso; y los espíritus inmundos salieron y entraron en los cerdos, y el hato (que era como de dos mil) se lanzó al mar por un despeñadero y se ahogaron en el mar. Los que los apacentaban huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Entonces fueron para ver qué era lo que había sucedido. Cuando llegaron donde Yahoshúa vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. Los que habían presenciado todo les contaron lo que le había sucedido al endemoniado, y lo de los cerdos, y ellos empezaron a rogarle que saliera de sus territorios. Cuando iba a abordar el barco, el que había estado poseído por el demonio le rogaba que le permitiera ir con él. Pero Yahoshúa no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa, a tus parientes, y cuéntales cuán grandes cosas ha hecho Elohim por ti, y cómo se compadeció de ti. Entonces él se fue y comenzó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Yahoshúa por él, y todos se maravillaban.
En eso, llegó una mujer que sufría de flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho [en manos] de muchos médicos y había gastado todo lo que tenía, y de nada le había aprovechado; más bien, iba de mal en peor. Cuando oyó hablar de Yahoshúa, vino por detrás de él entre la multitud y tocó su manto, porque ella pensaba: “Si sólo toco su manto, quedaré sana”. Al instante, se secó la fuente de su sangre y sintió en su cuerpo que ya estaba sana de aquel azote. De pronto Yahoshúa, reconociendo en sí mismo que había salido poder de él, se volvió a la multitud y dijo: “¿Quién me ha tocado el manto?” Sus discípulos le dijeron: “Ya tú ves que la multitud te apretuja, y preguntas: "¿Quién me tocó?"” Pero él seguía mirando alrededor para ver a la que había hecho esto. Entonces la mujer, atemorizada y temblorosa, sabiendo lo que en ella había ocurrido, fue y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Él le dijo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu azote”.
Cogió la mano de la niña y le dijo: “Talitá, kumi” (que traducido es: Niña, te digo que te levantes). Y en seguida la niña se levantó y echó a andar, pues tenía doce años. Y ellos quedaron asombrados.
Entonces llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos.
Dondequiera que entraba, ya fuera en aldeas o ciudades o campos, ponían en las plazas a los enfermos, y le rogaban que les permitiera siquiera tocar el borde de su manto. Y todos los que lo tocaban quedaban sanos.
Entonces mandó a la multitud que se recostara en el suelo. Tomó los siete panes, y después de dar gracias, los partió y se los dio a sus discípulos para que ellos los sirvieran. Y ellos los repartieron a la multitud. También tenían unos cuantos pescaditos; y después de bendecirlos, él mandó que también los sirvieran. De modo que comieron y se saciaron, y recogieron siete canastas de los pedazos que habían sobrado, aunque eran como cuatro mil. Luego los despidió.
Entonces Yahoshúa, mirándolos, les dijo: “Para los hombres es imposible; pero no para Elohim. Porque para Elohim todas las cosas son posibles.
Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevos idiomas, tomarán serpientes en las manos, y si llegan a beber algo venenoso, no les hará daño. Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.
“El espíritu de Yahweh está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y para proclamar el año agradable de Yahweh”.
Todos quedaron asombrados y se preguntaban entre ellos: “¿Qué palabra es ésa, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?” Y su fama se divulgaba por todos los lugares de la región.
Una vez, estando Yahoshúa en una de las ciudades, sucedió que había un hombre lleno de lepra. Él vio a Yahoshúa, y postrándose sobre su rostro, le rogó: “Maestro, si quieres, puedes limpiarme”. Entonces extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero. ¡Queda limpio!” Y al instante la lepra desapareció de él.
Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (le dijo al paralítico): A ti te digo: ¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa!”
Descendió con ellos y se detuvo en un llano, junto con un numeroso grupo de sus discípulos y un gran número de personas de toda Yahudah, de Yerushaláyim, y de las costas de Tsor y de Tsidón, que habían venido para oírlo y para sanarse de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus inmundos quedaban sanos, y toda la gente procuraba tocarlo; porque salía poder de él, y sanaba a todos.
Luego se acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces le dijo: “Joven, a ti te digo: ¡Levántate!” Entonces el que había muerto se sentó y comenzó a hablar. Y Yahoshúa se lo entregó a su madre.
En aquella hora Yahoshúa sanó a muchos de enfermedades, de plagas y de espíritus malos; y a muchos ciegos les dio la vista.
Entonces les dijo: “¿Dónde está la fe de ustedes?” Atemorizados, se maravillaron diciéndose unos a otros: “¿Quién es éste, que manda aun a los vientos y al agua, y le obedecen?”
Y una mujer, que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años (la cual, aunque había gastado todo su patrimonio en médicos, ninguno la pudo sanar), se le acercó por detrás y tocó el borde del manto de Yahoshúa. De inmediato se detuvo su flujo. Entonces dijo Yahoshúa: “¿Quién fue el que me tocó?” Y como todos negaban, Kefá le dijo: “Rabí, las multitudes te aprietan y presionan”. Yahoshúa dijo: “Alguien me ha tocado, porque yo sé que ha salido poder de mí”. Entonces, cuando la mujer vio que no había pasado inadvertida, vino temblando; y postrándose delante de él, declaró ante todo el pueblo por qué motivo lo había tocado, y cómo había quedado sana al instante. Él le dijo: “Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz”.
Después de reunir a los Doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades. Los envió a proclamar el reino de Elohim y a sanar a los enfermos.
Pero al saberlo las multitudes, lo siguieron; y él los recibió y les hablaba del reino de Elohim y sanaba a los que tenían necesidad de sanación.
Y todos se maravillaban de la grandeza de Elohim. Como todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, les dijo a sus discípulos:
Los setenta volvieron con gozo, diciendo: “Maestro, ¡hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre!” Él les dijo: “Yo vi al Satán caer del cielo como un rayo. Miren, les doy autoridad de pisar serpientes, escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo; y nada los dañará.
Miren, yo enviaré el cumplimiento de la promesa de mi Padre sobre ustedes. Pero ustedes quédense en la ciudad hasta que queden revestidos del poder de lo alto”.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y vimos su gloria, una gloria como del unigénito del Padre, lleno de amor y verdad.
Yahoshúa les dijo: “Llenen de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde. Luego les dijo: “Saquen ahora y llévenle al encargado de la fiesta”. Se lo llevaron; y cuando el encargado de la fiesta probó el agua ya hecha vino, sin saber de dónde provenía (aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó al novio
Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.
“En verdad, en verdad les digo que el que oye mi palabra y le cree al que me envió tiene vida eterna. El tal no va a juicio, sino que ha pasado de muerte a vida. En verdad, en verdad les digo que viene el tiempo, y es ahora, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Elohim, y los que oigan vivirán.
Yahoshúa les dijo: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás.
El espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida.
Yahoshúa les habló otra vez a los fariseos y les dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue nunca andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las ha dado, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre. Yo y el Padre una cosa somos”.
Yahoshúa le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?”
Yahoshúa le dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
“En verdad, en verdad les digo que el que cree en mí, él también hará las obras que yo hago. Y mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que ustedes pidan en mi nombre, eso haré, para que el Padre se glorifique en el Hijo. Si me piden algo en mi nombre, yo lo haré.
Yo soy la vid, ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, éste produce mucho fruto. Pero separados de mí, nada pueden hacer.
Les he hablado de estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo!
pues le has dado autoridad sobre toda persona, para que les dé vida eterna a todos los que le has dado.
Pero recibirán poder cuando haya venido sobre ustedes el espíritu de santidad, y me serán testigos en Yerushaláyim, en toda Yahudah, en Shomrón y hasta lo último de la tierra”.
“Varones yisraelitas, escuchen estas palabras: a Yahoshúa el Natsereno, un varón aprobado por Yahweh ante ustedes por medio de las obras poderosas y las maravillas y señales que hizo Yahweh entre ustedes por medio de él, como ustedes bien saben,
Por lo tanto, sepa con certeza toda la Casa de Yisrael, que a este Yahoshúa a quien ustedes ejecutaron en un madero, Yahweh lo ha hecho soberano y Mashíaj”.
Shimón entonces le dijo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de nuestro Maestro Yahoshúa el Mashíaj de Natséret, levántate y anda”.
quede bien claro para todos ustedes y para todo el pueblo de Yisrael que ha sido en el nombre de Yahoshúa el Mashíaj, el Natsereno, a quien ustedes ejecutaron en un madero, y a quien Elohim resucitó de entre los muertos, por medio de él se encuentra este hombre curado aquí delante de ustedes.
mientras tú extiendes la mano para sanar, de manera que se hagan señales y maravillas en el nombre de tu santo Siervo Yahoshúa”.
Por mano de los Enviados se realizaron muchas señales y maravillas entre el pueblo; y se reunían de común acuerdo en el Pórtico de Shelomoh.
Hizo esto por muchos días, hasta que Shaúl, ya fastidiado, se dio vuelta y le dijo al espíritu: “¡Te mando en el nombre de Yahoshúa el Mashíaj que salgas de ella!” Y salió en el mismo momento.
Así que si por el delito de uno solo reinó la muerte por culpa de aquel, con más razón reinarán en vida los que reciben la abundancia de su favor y el don de la justificación mediante uno solo: Yahoshúa el Mashíaj.
Sabemos que el Mashíaj, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte ya no tiene más dominio sobre él. Porque al morir, para efectos del pecado murió una vez por todas; pero al vivir, vive para Elohim.
Y si el espíritu de Aquel que resucitó a Yahoshúa de entre los muertos mora en ustedes, el que resucitó al Mashíaj de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales mediante Su espíritu que mora en ustedes.
¿Quién los condenará, cuando el Mashíaj Yahoshúa fue el que murió? Y no sólo eso sino que también resucitó; y además está a la diestra de Elohim, y también intercede por nosotros.
Pues como Elohim levantó al Maestro, también a nosotros nos levantará por medio de su poder.
Pero gracias a Elohim, quien nos da la victoria por medio de nuestro Maestro Yahoshúa el Mashíaj.
y me ha dicho: “Mi gracia te basta, porque mi poder se muestra perfecto en tu debilidad”. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que habite en mí el poder del Mashíaj.*
y cuál es la inmensurable grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la operación del dominio de su fuerza. Elohim la ejerció en el Mashíaj cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su diestra en los lugares celestiales, por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y todo nombre que se menciona, no sólo en esta era sino también en la venidera.
a fin de que, conforme a las riquezas de su gloria, les conceda ser fortalecidos con poder por su espíritu en el hombre interior; para que el Mashíaj habite en sus corazones por medio de la fe; de modo que, estando arraigados y fundamentados en amor,
Por lo cual también Elohim lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre; para que en el nombre de Yahoshúa se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Yahoshúa el Mashíaj es soberano, para gloria de Yahweh el Padre.
porque por medio de él fueron creadas todas las cosas que están en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él. Él existe antes que todas las cosas, y todas las cosas subsisten en él.
Porque el Padre quiso que en él habitara toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo mismo todas las cosas, tanto sobre la tierra como en el cielo, después de hacer la paz mediante su sangre en el madero.
Porque en él reside corporalmente toda la plenitud de la cualidad divina; y ustedes están completos en él, quien es la cabeza de todo gobierno y autoridad.
porque nuestra buena nueva no se quedó para ustedes en palabras, sino que resultó en poder, o sea en el espíritu de santidad, y en plena convicción. Ustedes saben de qué manera actuamos entre ustedes a su favor.
Ellos recibirán el castigo de destrucción eterna y exclusión de la presencia del Maestro y de la gloria de su reinado,
Fiel es este mensaje y digno de toda aceptación: que el Mashíaj Yahoshúa vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. No obstante, por esta razón recibí misericordia, para que el Mashíaj Yahoshúa mostrara en mí primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, al inmortal, invisible y único Elohim, sean la honra y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
y ahora se ha manifestado por la aparición de nuestro Salvador, el Mashíaj Yahoshúa. Él anuló la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio de la Buena Noticia,
Por eso, como los hijos han participado de una naturaleza mortal, de igual manera él participó también de eso mismo, para destruir por medio de su muerte al que tenía el dominio sobre la muerte (éste es el Acusador), y para librar a los que por el temor de la muerte estaban toda la vida condenados a esclavitud.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que sea incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, pues él fue tentado en todo igual que nosotros, pero sin pecado. Así que acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que alcancemos misericordia y hallemos la gracia que nos ayude en tiempo oportuno.
Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero a fin de que nosotros, después de morir para los pecados, vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes están sanados.
Porque el Mashíaj también padeció una vez para siempre por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos al Elohim; sufrió a la verdad la muerte en la carne, pero recibió vida por el espíritu;
El que practica el pecado es del Acusador, porque el Acusador peca desde el principio. Para esto fue manifestado el Hijo de Elohim: para deshacer las obras del Acusador.
Porque todo lo que ha nacido de Elohim vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Yahoshúa es el Hijo de Elohim?
“Yo soy la Álef y la Tau”, dice Yahweh Elohim, “El Que Es, y Que Era y Que Será, el Shaday”.
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