sabiendo que la prueba de vuestra fe produce, o ejercita, la paciencia, y que la paciencia perfecciona la obra; para que así vengáis a ser perfectos y cabales, sin faltar en cosa alguna.
Y no nos gloriamos solamente en esto, sino también en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación ejercita la paciencia, la paciencia sirve a la prueba de nuestra fe, y la prueba produce la esperanza, esperanza que no burla; porque la caridad de Dios ha sido derramada en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que se nos ha dado.
para que vuestra fe probada de esta manera y mucho más acendrada que el oro (que se acrisola con el fuego) se halle digna de alabanza, de gloria y de honor en la venida manifiesta de Jesucristo para juzgaros; a quien amáis, sin haberle visto; en quien ahora igualmente creéis, aunque no lo veis; mas porque creéis os alegraréis con júbilo indecible y colmado de gloria,
Porque de su indignación procede el castigo; y de su buena voluntad pende la vida. Hasta la tarde durará el llanto, y al salir la aurora será la alegría.
y me respondió: Bástate mi gracia, porque el poder mío brilla y consigue su fin por medio de la flaqueza. Así que con gusto me gloriaré de mis flaquezas o enfermedades, para que haga morada en mí el poder de Cristo . Por cuya causa yo siento satisfacción y alegría en mis enfermedades, en los ultrajes, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias, en que me veo por amor de Cristo . Pues cuando estoy débil, entonces con la gracia soy más fuerte.
Sabemos también nosotros que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios, de aquellos, digo, que él ha llamado según su decreto para ser santos.
Orad sin intermisión. Dad gracias por todo al Señor; porque esto es lo que quiere Dios que hagáis todos en nombre de Jesucristo. No apaguéis el Espíritu de Dios.
Aquellos que sembraban con lágrimas segarán llenos de júbilo. Cuando iban, esparcían llorando sus semillas; mas cuando vuelvan, vendrán con gran regocijo, trayendo las gavillas de sus mieses.
para cuidar a los de Sión que están llorando, y para darles una corona de gloria, en lugar de la ceniza que cubre sus cabezas; el óleo propio de los días solemnes y alegres en vez de luto; un ropaje de gloria en cambio de su espíritu de aflicción; y los que habitarán en ella serán llamados los valientes en la justicia, plantío del Señor para gloria suya.
poniendo siempre los ojos en Jesús , autor y consumador de la fe, el cual en vista del gozo que le estaba preparado en la gloria sufrió la cruz, sin hacer caso de la ignominia, y en premio está sentado a la diestra del trono de Dios. Considerad, pues, atentamente a aquel Señor que sufrió tal contradicción de los pecadores contra su misma persona, a fin de que no desmayéis, perdiendo vuestros ánimos.
Me sorprendieron las tribulaciones y angustias; tus mandamientos son mi dulce meditación.
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos seréis cuando los hombres por mi causa os maldijeren, y os persiguieren, y dijeren con mentira toda suerte de mal contra vosotros. Alegraos entonces y regocijaos, porque es muy grande la recompensa que os aguarda en los cielos. Del mismo modo persiguieron a los profetas que ha habido antes de vosotros.
Por mi parte no cesaré, ¡oh Señor!, de esperar en ti; y añadiré siempre nuevas alabanzas.
corroborados en toda suerte de fortaleza por el poder glorioso de su gracia, para tener siempre una perfecta paciencia, y longanimidad acompañada de alegría,
El ánimo alegre mantiene la edad florida; deseca los huesos la tristeza de espíritu.
porque yo soy el Señor Dios tuyo, el Santo de Israel, tu Salvador ; yo di por tu rescate a Egipto, Etiopía y Sabá.
El Señor se ha hecho el amparo del pobre; socorriéndole oportunamente en la tribulación. Confíen, pues, en ti, ¡oh Dios mío!, los que conocen y adoran tu Nombre; porque jamás has desamparado, Señor, a los que a ti recurren.
Sólo os encargo ahora que vuestro proceder sea digno del Evangelio de Cristo ; para que o sea que yo vaya a veros, o que esté ausente, oiga decir de vosotros que perseveráis firmes en un mismo espíritu, trabajando unánimes por la fe del Evangelio. Y no deben intimidaros los esfuerzos de los enemigos; pues esto que hacen contra vosotros y es la causa de su perdición, lo es para vosotros de salvación; y eso es disposición de Dios;
Pero, ¡oh alma mía!, ¿por qué estás triste?; ¿por qué me llenas de turbación? Espera en Dios, pues aún he de cantarle alabanzas, por ser él el salvador que está siempre delante de mí, y el Dios mío.
Por lo cual no desmayamos; antes aunque en nosotros el hombre exterior o el cuerpo se vaya desmoronando, el interior o el espíritu se va renovando de día en día. Porque las aflicciones tan breves y tan ligeras de la vida presente nos producen el eterno peso de una sublime e incomparable gloria, y así no ponemos nosotros la mira en las cosas visibles, sino en las invisibles. Porque las que se ven, son transitorias; mas las que no se ven, son eternas.
Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis el reposo para vuestras almas. Porque suave es mi yugo y ligero el peso mío.
Portaos varonilmente todos vosotros los que tenéis puesta en el Señor vuestra esperanza, y tened buen ánimo.
Al contrario, los frutos del espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, o fidelidad, modestia, continencia, castidad. Para los que viven de esta suerte no hay ley que sea contra ellos.
Alegraos con la esperanza del premio; sed pacientes en la tribulación; en la oración continuos;
El corazón contento hace rebosar la alegría en el semblante; con la tristeza del ánimo se abate el espíritu.
¡Ah! mi carne y mi corazón desfallecen, ¡oh Dios de mi corazón, Dios que eres la herencia mía por toda la eternidad!
Desde que apunta el día estoy temiendo; pero yo confío en ti. Me gloriaré en Dios por las promesas que me tiene hechas; en Dios tengo puesta mi esperanza; nada temeré de cuanto puedan hacer contra mí los mortales.
Venga, pues, la misericordia tuya a consolarme, según la palabra que diste a tu siervo.
antes bien alegraos de ser participantes de la pasión de Cristo , para que cuando se descubra su gloria, os gocéis también con él llenos de júbilo. Si sois infamados por el nombre de Cristo , seréis bienaventurados; porque la honra, la gloria y la virtud de Dios, y su Espíritu mismo reposa sobre vosotros.
Con ansia suma estuve aguardando al Señor, y por fin inclinó a mí sus oídos, y escuchó benignamente mis súplicas. Y me sacó del lago de la miseria y del inmundo cieno. Y asentó mis pasos. Me puso en la boca un cántico nuevo, un cántico en loor de nuestro Dios. Verán estos muchos, y temerán al Señor, y pondrán en él su esperanza.
A proporción de los muchos dolores que atormentaron mi corazón, tus consuelos llenaron de alegría mi alma.
Callen ante mí las islas, y tomen nuevas fuerzas las gentes; acérquense, y hablen después, y entremos juntos en juicio:
¿Está enfermo alguno entre vosotros?; llame a los presbíteros de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con óleo en el Nombre del Señor.
A ti, ¡oh Señor!, tributaré gracias con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Me alegraré en ti y saltaré de gozo; cantaré himnos a tu Nombre, ¡oh Dios altísimo!
de manera que podamos animosamente decir: El Señor es quien me ayuda; no temeré cosa que hagan contra mí los hombres. Acordaos de vuestros prelados los cuales os han predicado la palabra de Dios, cuya fe habéis de imitar, considerando el fin dichoso de su vida.
Pero demos gracias a Dios, que nos ha dado victoria contra la muerte y el pecado, por virtud de nuestro Señor Jesucristo.
El Dios de la esperanza nuestra os colme de toda suerte de gozo y de paz en vuestra creencia, para que crezca vuestra esperanza siempre más y más, por la virtud del Espíritu Santo.
No andéis, pues, acongojados por el día de mañana; que el día de mañana harto cuidado traerá por sí; bástale ya a cada día su propio afán o tarea.
La expectación de los justos parará en contento; pero la esperanza de los impíos parará en humo.
¿Por qué estás triste, oh alma mía?; y ¿por qué me tienes en esta agitación? Espera en Dios; porque aún cantaré sus alabanzas, como que es el salvador que tengo siempre delante de mí,
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque si perseveramos, a su tiempo recogeremos el fruto.
No lo digo por razón de mi indigencia, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en abundancia; (todo lo he probado y estoy ya hecho a todo) a tener hartura, y a sufrir hambre; a tener abundancia, y a padecer necesidad.
por un lado habiendo servido de espectáculo al mundo, por las injurias y malos tratamientos que habéis recibido, y por otro tomando parte en las penas de los que sufrían semejantes indignidades. Porque os compadecisteis de los que estaban entre cadenas; y llevasteis con alegría la rapiña de vuestros bienes, considerando que teníais un patrimonio más excelente y duradero. No queráis, pues, malograr vuestra confianza, la cual recibirá un gran galardón.
Sábete que quedarán confundidos y avergonzados todos aquellos que te hacen guerra; serán como si no fuesen, y perecerán los que te contradicen.
como melancólicos, estando en realidad siempre alegres como menesterosos, siendo así que enriquecemos a muchos; como que nada tenemos, y todo lo poseemos.
a fin de conocerle a él, esto es, a Cristo , y la eficacia de su resurrección , y participar de sus penas, asemejándome a su muerte,
Pero, Señor, libra de la esclavitud a los demás de nuestros hermanos cautivos; vuelvan como torrentes al soplo del mediodía.
El justo vivirá eternamente en la memoria de Dios y de los hombres; no temerá al oír malas nuevas. Su corazón está siempre dispuesto a esperar en el Señor.
Justificados, pues, por la fe, mantengamos la paz con Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, por el cual así mismo, en virtud de la fe, tenemos cabida en esta gracia, en la cual permanecemos firmes, y nos gloriamos esperando la gloria de los hijos de Dios.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que se hallan en cualquier trabajo, con la misma consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
Te alabaré, Señor, a vista de tu estupenda grandeza; maravillosas son todas tus obras, de cuyo conocimiento está penetrada toda mi alma.
Vosotros pusisteis para siempre vuestra esperanza en el Señor, en el Señor Dios, que es nuestra fortaleza eterna.
Un día serán puestos en fuga mis enemigos. En cualquier hora que te invoco, al instante conozco que tú eres mi Dios.
Me hiciste conocer las sendas de la vida; me colmarás de gozo con la vista de tu divino rostro; en tu diestra se hallan delicias eternas.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho por nosotros objeto de maldición; pues está escrito: Maldito todo aquel que es colgado en un madero. Y todo esto, para que la bendición de Abrahán cupiese a los gentiles por Jesucristo, a fin de que así por medio de la fe recibiésemos la promesa del Espíritu Santo.
A la verdad yo estoy firmemente persuadido de que los sufrimientos o penas de la vida presente no son de comparar con aquella gloria venidera, que se ha de manifestar en nosotros.
Porque aquí está Dios, el Dios nuestro, para siempre y por los siglos de los siglos. El nos gobernará eternamente.
Y el Señor te dará un perpetuo reposo, y llenará tu alma de resplandores de gracia y reforzará tus huesos; y serás como huerto bien regado y como manantial perenne cuyas aguas jamás faltarán.
Muchas son las maravillas que has obrado, ¡oh Señor Dios mío!, y no hay quien pueda asemejarse a ti en tus designios. Me puse yo a referirlos y anunciarlos; exceden todo guarismo.
Mas este tesoro lo llevamos en vasos de barro, frágil y quebradizo; para que se reconozca que la grandeza del poder que se ve en nosotros es de Dios y no nuestra. Nos vemos acosados de toda suerte de tribulaciones, pero no por eso perdemos el ánimo; nos hallamos en grandes apuros, mas no desesperados, o sin recursos; somos perseguidos, mas no abandonados; abatidos, mas no enteramente perdidos.
Clamará a mí, y lo oiré benigno. Con él estoy en la tribulación; lo pondré a salvo, y lo llenaré de gloria.
Porque todo sumo sacerdote entresacado de los hombres, es puesto para beneficio de los hombres, en lo que mira al culto de Dios, a fin de que ofrezca dones y sacrificios por los pecados,
Porque yo tengo una firme confianza, que quien ha empezado en vosotros la buena obra de vuestra salud, la llevará a cabo hasta el día de la venida de Jesucristo;
Cuando pasares por entre las aguas, estaré yo contigo, y no te anegarán sus corrientes: cuando anduvieres por el fuego, no le quemarás, ni la llama tendrá ardor para ti;
Que no consiste el reino de Dios en comer, ni en beber esto o aquello, sino en la justicia, en la paz y en el gozo del Espíritu Santo.
Bienaventurado el hombre que teme al Señor, y que toda su afición la pone en cumplir sus mandamientos. Poderosa será sobre la tierra la descendencia suya; bendita será la generación de los justos.
Yo me regocijaré con sumo gozo en el Señor, y el alma mía se llenará de placer en mi Dios; pues él me ha revestido del ropaje de la salud, y me ha cubierto con el manto de la justicia, como a esposo adornado con guirnalda, y como esposa ataviada con sus joyas.
De esta suerte, aunque caminase yo por la sombra de la muerte, no temeré ningún desastre; porque tú estás conmigo. Tu vara y tu báculo han sido mi consuelo.
Al contrario, los frutos del espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad,
Entretanto no echéis en olvido ejercer la beneficencia, y repartir con otros vuestros bienes; porque con tales ofrendas se gana la voluntad de Dios.
Después de esto, ¿qué diremos ahora? Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? El que ni a su propio Hijo perdonó, sino que le entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo después de habérnosle dado a él, dejará de darnos cualquier otra cosa?
Si me hallare, oh Señor, en medio de la tribulación, tú me animarás, porque extendiste tu mano contra el furor de mis enemigos, y me salvó tu poderosa diestra.
Todos los días del pobre son trabajosos; mas la buena conciencia es como un banquete continuo.
ni todo lo que hay de más alto, ni de más profundo, ni otra ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que se funda en Jesucristo nuestro Señor.
Porque Dios, por el cual habéis sido llamados a la compañía de su Hijo Jesucristo nuestro Señor, es fiel en sus promesas.
Arroja en el seno del Señor tus ansiedades, y él te sustentará; no dejará al justo en agitación perpetua.
Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, o de confesar tu fe públicamente, ni de mí que estoy en cadenas por amor suyo, antes bien padece y trabaja a una conmigo por el evangelio con la virtud que recibirás de Dios.
Trocaste, ¡oh Dios!, mi llanto en regocijo, rasgaste mi cilicio, y me revestiste de gozo, a fin de que sea mi gloria el cantar tus alabanzas, y nunca tenga yo penas. ¡Oh Señor Dios mío!, yo te alabaré eternamente.
No os venguéis vosotros mismos, queridos míos, sino dad lugar a que se pase la cólera; pues está escrito: A mí toca la venganza; yo haré justicia, dice el Señor.
¡Oh Señor!, sé tú mi juez, puesto que yo he procedido según mi inocencia; y esperando en el Señor no vacilaré. Pruébame, Señor, y sondéame; acrisola el fuego mis afectos y todo mi corazón.
Porque vosotros, hermanos míos, sois llamados a un estado de libertad; cuidad solamente que esta libertad no os sirva de ocasión para vivir según la carne; pero sed siervos unos de otros por un amor espiritual,
Incliné mi corazón a la práctica perpetua de tus justísimos mandamientos, por la esperanza del galardón.
¿Por qué estás tú triste, oh alma mía?; y ¿por qué me llenas de turbación? Espera en Dios; porque todavía he de cantarle alabanzas, por ser él el salvador , que está siempre delante de mí, y el Dios mío.
Hasta ahora no habéis tenido sino tentaciones humanas, u ordinarias; pero fiel es Dios, que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que de la misma tentación os hará sacar provecho para que podáis sosteneros.
Considerad, pues, atentamente a aquel Señor que sufrió tal contradicción de los pecadores contra su misma persona, a fin de que no desmayéis, perdiendo vuestros ánimos.
Porque el pecado no se enseñoreará ya de vosotros, si no queréis; pues no estáis bajo el dominio de la ley, sino de la gracia.
Cumpla, pues, mi Dios todos vuestros deseos, según sus riquezas, con la gloria que os dé en Jesucristo.
Esos tales son del mundo, y por eso hablan el lenguaje del mundo, y el mundo los escucha.
Pues todas cuantas promesas hay de Dios, tienen en éste sí su verdad; y también por él mismo todo tiene su infalible cumplimiento para honra y gloria de Dios, lo cual hace también la gloria de nuestro ministerio.
Abate al hombre la melancolía del corazón; y con la buena conversación se alegrará.
He aquí los ojos del Señor puestos en los que le temen, y en los que confían en su misericordia;
cuando abrieres tus entrañas para socorrer al hambriento, y consolares el alma angustiada, entonces nacerá para ti luz en las tinieblas, y tus tinieblas se convertirán en claridad de mediodía. Y el Señor te dará un perpetuo reposo, y llenará tu alma de resplandores de gracia y reforzará tus huesos; y serás como huerto bien regado y como manantial perenne cuyas aguas jamás faltarán.
Pues los que obran mal, serán exterminados; mas los que esperan en el Señor, ésos heredarán la tierra. Ten un poco de paciencia, y verás que ya no existe el pecador; y buscarás el lugar en que estaba, y no le hallarás. Pero los mansos heredarán la tierra, y gozarán de muchísima paz o prosperidad.
Es, pues, la fe el fundamento o firme persuasión de las cosas que se esperan, y un convencimiento de las cosas que no se ven.
Y no nos gloriamos solamente en esto, sino también en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación ejercita la paciencia,
Desfallecerá fatigada de cansancio la edad lozana, y se caerá de flaqueza la juventud. Mas los que tienen puesta en el Señor su esperanza, adquirirán nuevas fuerzas, tomarán alas como de águila, correrán y no se fatigarán, andarán y no desfallecerán. Callen ante mí las islas, y tomen nuevas fuerzas las gentes; acérquense, y hablen después, y entremos juntos en juicio:
El Señor es mi sostén, no temo nada de cuanto pueda hacerme el hombre. El Señor está de mi parte; yo despreciaré a mis enemigos.
Sed sobrios, y estad en continua vela; porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de para que devorar.
Y los que son de Cristo tienen crucificada su propia carne con los vicios y las pasiones.
Sólo os encargo ahora que vuestro proceder sea digno del Evangelio de Cristo ; para que o sea que yo vaya a veros, o que esté ausente, oiga decir de vosotros que perseveráis firmes en un mismo espíritu, trabajando unánimes por la fe del Evangelio.
Si al rayar el alba me pusiere alas, y fuere a posar en el último extremo del mar, allá igualmente me conducirá tu mano, y me hallaré bajo el poder de tu diestra.
Por tanto, si alguno está en Cristo ya es una criatura nueva, se acabo lo que era viejo, y todo viene a ser nuevo; pues que todo ha sido renovado.
Con ansia suma estuve aguardando al Señor, y por fin inclinó a mí sus oídos, y escuchó benignamente mis súplicas. Y me sacó del lago de la miseria y del inmundo cieno. Y asentó mis pasos.
Yo, hermanos míos, no pienso haber tocado al fin de mi carrera. Mi única mira es, olvidando las cosas de atrás, y atendiendo sólo y mirando a las de adelante, ir corriendo hacia el hito, para ganar el premio a que Dios llama desde lo alto por Jesucristo.
Feliz llamaron al pueblo que goza de estas cosas. Mas yo digo: Feliz aquel pueblo que tiene al Señor por su Dios.
Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu prudencia. En todas tus empresas tenle presente, y él sea quien dirija todos tus pasos.
Aguarda al Señor, y pórtate varonilmente; cobre aliento tu corazón, y espera con paciencia el Señor.
No te dejes vencer del mal, o del deseo de venganza, mas procura vencer al mal con el bien, o a fuerza de beneficios.
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