Diré a Dios: ¡No me condenes! ¡Hazme saber por qué contiendes conmigo!
Diré a Dios: No me condenes; Hazme entender por qué contiendes conmigo.
Le diré a Dios: “No me condenes de plano, dime qué cargos tienes en mi contra.
Quiero decirle a Dios: No me condenes; dime por qué me has demandado.
A Dios diré: ¡No me condenes! Hazme saber por qué me atacas.
Diré a Dios: No me condenes; hazme entender por qué contiendes conmigo.
Por eso le he dicho a Dios: “Dios mío, no seas injusto conmigo; ¡dime qué mal he cometido!
¿Cuántos son mis pecados y mis culpas? ¡Demuéstrame mis transgresiones y pecados!
¿Son acaso mis quejas ante el hombre? ¿Se impacienta mi espíritu sin razón?
¿Por qué contiendes con Él? Porque Él no da cuenta de ninguno de sus actos.
¿Contenderá el censor con ’El- Shadday? El que argumenta con Dios, responda.
Si he pecado, ¿qué te hago a ti, oh Guardián del hombre? ¿Por qué me pones por blanco tuyo, Hasta convertirme en una carga para ti?°
Y que seré declarado culpable. ¿Para qué entonces fatigarme en vano?
Aunque pretenda disputar con Él, No le podría responder una entre mil razones.
Tú, en cambio, oh YHVH, Señor mío, Trata conmigo por amor de tu Nombre, Líbrame, porque tu misericordia es buena.
No entres en juicio con tu siervo, Porque ningún viviente podrá justificarse delante de ti.
j De los pecados de mi juventud y de mis rebeliones, no te acuerdes. Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, Por tu bondad, oh YHVH.
¡Escucha, oh YHVH, cuando clamo con mi voz! ¡Ten piedad de mí y respóndeme!
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Jesús el Mesías,°