A la sabiduría, dile: “Eres mi hermana”, y considera la inteligencia como tu mejor amiga.
¿Debo considerar a la tumba como mi padre, y al gusano como mi madre o como mi hermana?
Átalas a tus dedos y escríbelas en tu mente.
Ellas te protegerán de la mujer inmoral, y de la prostituta que viene a ti con palabras seductoras.
Cómo me gustaría que fueras como un hermano para mí, uno que amamantara a los pechos de mi madre. Entonces, si te encontrara en la calle, podría besarte y nadie me regañaría.