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Referencias Cruzadas
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Mateo 2:4

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Entonces Herodes llamó a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros religiosos del pueblo, y les preguntó dónde se suponía que nacería el Mesías.

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30 Referencias Cruzadas  

estaban a cargo de los obreros y dirigían a todos los involucrados, según lo que se requiriera. Algunos de los levitas eran escribas, otros oficiales y otros porteros.

Hilcías le dijo al escriba Safán: “He encontrado el Libro de la Ley en el Templo del Señor”. Se lo dio a Safán.

Y todos los dirigentes de los sacerdotes y del pueblo eran también totalmente infieles y pecadores, y seguían todas las prácticas repugnantes de las naciones paganas. Profanaron el Templo del Señor, que él había consagrado como santo en Jerusalén.

Entonces Esdras se puso de pie e hizo que los principales sacerdotes, los levitas y todos los israelitas presentes prestaran juramento de actuar conforme a lo que se acababa de decir. Todos hicieron el juramento.

Este Esdras llegó de Babilonia y era un escriba experto en la Ley de Moisés, que el Señor, el Dios de Israel, había dado a Israel. El rey había concedido a Esdras todo lo que había pedido, porque el Señor, su Dios, estaba con él.

Salú, Amoc, Hilcías y Jedaías. Estos eran los líderes de los sacerdotes y sus parientes en el tiempo de Jesúa.

Los reyes del mundo se preparan para el ataque, y los gobernantes se reúnen para conspirar contra el Señor y su ungido, diciendo:

¿Cómo pueden decir: “Somos sabios y tenemos la Ley del Señor”? ¿No ves que los escritos de tus maestros de la Ley la han convertido en mentira?

Un sacerdote debe enseñar la verdad acerca de Dios, las personas deben acudir a él para aprender, porque él es el mensajero del Señor Todopoderoso.

“Todo maestro religioso que haya aprendido acerca del reino de los cielos es como el propietario de una casa que saca de su despensa tesoros nuevos y viejos”, respondió Jesús.

Cuando el rey Herodes escuchó esto, se preocupó mucho, y toda Jerusalén con él.

“En Belén de Judea”, le dijeron ellos, “pues eso fue lo que escribió el profeta:

Pero cuando el jefe de los sacerdotes y los maestros religiosos vieron los milagros asombrosos que él hacía, y a los niños que gritaban en el Templo, “Hosanna al hijo de David”, se sintieron ofendidos. “¿Escuchas lo que dicen estos niños?” le preguntaron.

Entonces Jesús entró al Templo. Los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo vinieron a él mientras enseñaba y le preguntaron, “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio esta autoridad?”

Entonces los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio de Caifás, el sumo sacerdote.

Cuando dijo esto, Judas, uno de los doce, llegó con una gran turba que estaba armada con espadas y palos, y habían sido enviados por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos del pueblo.

Temprano en la mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron a consultar y decidieron mandar a matar a Jesús.

porque él enseñaba como alguien que tenía autoridad, y no como sus maestros religiosos.

Entonces comenzó a explicarles que el Hijo del hombre sufriría muchas cosas y sería rechazado por los ancianos, por los sumos sacerdotes, y por los maestros religiosos. Sería llevado a la muerte, pero tres días después se levantaría de nuevo.

E inmediatamente los maestros religiosos y los jefes de los sacerdotes quisieron arrestarlo porque se dieron cuenta de que el relato que Jesús había contado estaba dirigido contra a ellos, pero tenían miedo de lo que la gente pudiera hacer.

Los jefes de los sacerdotes y los maestros religiosos estaban allí, acusándolo con rabia.

Entonces Judas llevó consigo una tropa de soldados y guardias enviados de parte de los jefes de los sacerdotes y los Fariseos. Llegaron al lugar con antorchas, lámparas y armas.

“Tu eres un maestro famoso en Israel, ¿y aún así no entiendes tales cosas?” respondió Jesús.

Cuando los Fariseos escucharon a la multitud murmurar esto acerca de él, ellos y los jefes de los sacerdotes enviaron guardias para arrestarle.

Los maestros y los Fariseos le trajeron una mujer que fue atrapada mientras cometía adulterio y la hicieron permanecer ahí en pie, delante de todos.

Y surgió gran conmoción y uno de los maestros de la ley Fariseos se puso en pie y argumentó con firmeza: “¡Consideramos que este hombre no es culpable! Es posible que un espíritu le haya hablado, o un ángel”.

El día siguiente, los gobernantes, los ancianos y los líderes religiosos se reunieron en Jerusalén.

Y estos hombres incitaron al pueblo, y junto con los ancianos y los maestros de la ley, fueron a arrestarlo. Luego lo llevaron ante el concilio,




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