Entonces Herodes llamó a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros religiosos del pueblo, y les preguntó dónde se suponía que nacería el Mesías.
¡Oh Jerusalén, Jerusalén, tu matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! Tantas veces he querido reunir a tus hijos así como una gallina reúne a sus polluelos bajo sus alas, pero no me dejaste.