Entonces Herodes llamó a los sabios y se reunió con ellos en privado, y logró saber por medio de ellos el momento exacto en que había aparecido la estrella.
Sin embargo, Pedro se levantó y corrió hacia la tumba. E inclinándose, miró hacia adentro y vio solamente los trapos fúnebres de lino. Entonces se devolvió a su casa, preguntándose qué había ocurrido.
Ellas fueron a la tumba de mañana y no encontraron su cuerpo. Y regresaron diciendo que habían tenido una visión de unos ángeles que les dijeron que él está vivo.