y estaba allí una mujer que había estado lisiada durante dieciocho años por culpa de un espíritu maligno. Ella estaba encorvada y no podía pararse erguida.
Y no solo la creación, sino que nosotros también, quienes tenemos un anticipo del Espíritu, y clamamos por dentro mientras esperamos que Dios nos “adopte”, que realice la redención de nuestros cuerpos.