El pecado de Judá está inscrito con un punzón de hierro, grabado con una punta de diamante, en sus mentes y en las esquinas de sus altares donde adoran.
Cuando Jesús escuchó lo que este hombre dijo, se quedó asombrado. Entonces le dijo a los que le seguían: “En verdad les digo que no he encontrado este tipo de confianza en ninguna parte de Israel.