Sus hijos le trajeron la sangre. Él mojó su dedo en la sangre y la puso en los cuernos del altar. Derramó el resto de la sangre en la parte inferior del altar.
Aunque éramos sus enemigos, Dios nos convirtió en sus amigos por medio de la muerte de su Hijo, y así podemos estar totalmente seguros de que él nos salvará por la vida de su Hijo.
y por medio de él reconciliar todas las cosas en el universo consigo mismo, pues logró la paz por medio de la sangre de su cruz, reconciliando a todos los que están en la tierra y en el cielo con él.