Cada día debes sacrificar un toro como ofrenda para el perdón por el pecado. Al hacer esto, el altar necesita ser purificado. Úngelo para hacerlo sagrado.
Durante siete días purificarás el altar y lo consagrarás. Entonces el altar se volverá completamente santo, y todo lo que toque el altar se volverá santo.
El Señor le dijo: “Pon tu mano dentro de tus ropas cerca de tu pecho”. Así que Moisés hizo lo que se le dijo. Cuando sacó su mano, estaba blanca como la nieve, con una enfermedad de la piel.