y siempre que se presentaran holocaustos al Señor, ya fuera en los sábados, lunas nuevas y días festivos. Debían servir regularmente ante el Señor según el número que se les exigiera.
Así que decidieron enviar un anuncio a todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, invitando a la gente a venir a celebrar la Pascua al Señor, el Dios de Israel, en Jerusalén, pues muchos no habían hecho lo que exigía la Ley.
Después presentaron también los holocaustos diarios y las ofrendas de la luna nueva, así como los de todas las fiestas anuales del señor y de los que traían ofrendas voluntarias al señor.
Por el contrario, verás a Sión como una ciudad festiva. Verás a Jerusalén como un lugar tranquilo y apacible. Será como una tienda de campaña que nunca se desmonta, cuyas estacas nunca se levantan, cuyas cuerdas nunca se rompen.
Incluso los caminos de Sión están de luto porque nadie viaja por ellos para ir a las fiestas religiosas. Todas sus puertas están vacías. Sus sacerdotes gimen de tristeza. Sus muchachas sufren. Ella misma está sumida en una amarga angustia.
“Serán jueces en las causas judiciales y basarán sus decisiones en mis leyes. Deben seguir mis instrucciones y reglamentos respecto a todas mis fiestas religiosas regulares, y deben santificar mis sábados.
Ese mismo día anunciará una reunión santa, y no deberá hacer ningún trabajo habitual. Este reglamento es para todos los tiempos y para las generaciones futuras, dondequiera que vivan.
“Estas son las fiestas sagradas del Señor, que anunciarán como reuniones sagradas para presentar ofrendas de comida al Señor. Estas incluyen holocaustos, ofrendas de grano, sacrificios y ofrendas de bebida, cada una de ellas de acuerdo al día específico.
¡Mira! Viene un mensajero desde las montañas y trae las buenas nuevas, proclamando paz. Celebra, Judá, tus festivales religiosos y guarda tus votos, porque los enemigos malvados no invadirán tu tierra nunca más. Serán destruidos por completo.
Toquen las trompetas cuando celebren también, en sus fiestas regulares y al principio de cada mes. Es decir, cuando traigas tus holocaustos y tus ofrendas de comunión que serán como un recordatorio para ti ante tu Dios. Yo soy el Señor tu Dios”.
“Presenta estas ofrendas al Señor en los momentos en que se te requiera, además de tus ofrendas para cumplir una promesa y las ofrendas de libre albedrío, ya sean holocaustos, ofrendas de grano, libaciones o sacrificios de paz”.
Quiero que sepan cuán arduo estoy trabajando por ustedes y por los que están en Laodicea—y de hecho, por todos aquellos que aún no me han conocido personalmente—