Los habitantes de Dibón suben a su Templo para llorar en sus lugares altos. Los moabitas lloran sobre las ciudades de Nebo y Medeba. Todas las cabezas se han afeitado, todas las barbas se han cortado en señal de luto.
Todos, desde el más importante hasta el más insignificante, morirán en este país. No se les enterrará ni se les llorará; no habrá ritos para los muertos, como el inmolarse o afeitarse la cabeza.
Entonces Moisés dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar: “No dejensus cabellos sin peinar, ni rasguen sus vestidos de luto, de lo contrario, morirán y el Señor se enfadará con todos. Pero tus parientes y todos los demás israelitas pueden llorar por los que el Señor mató con fuego.
Convertiré sus festivales en tiempos de luto, y sus canciones alegres en lamentos. Yo haré que vistan silicio y que se afeiten sus cabezas. Haré que el luto sea como cuando muere su único hijo. Al final, será un día amargo.