Algunos decían que él era, mientras que otros decían: “no, es alguien que se parece a él”. Pero el hombre seguía diciendo “¡Soy yo!”
“¿Cómo es posible que puedas ver?” le preguntaron.
Sus vecinos y aquellos que lo habían conocido como un mendigo, preguntaban: “¿No es este el hombre que solía sentarse y mendigar?”