Cuando se aproximaba a Jerusalén, justo en el sitio donde el camino empieza a descender desde Monte de los Olivos, la multitud de discípulos comenzó a gritar alabanzas a Dios a toda voz, por todos los milagros que habían visto.
Esta fue la primera de las señales milagrosas de Jesús, y fue realizada en Caná de Galilea. Aquí él dio a conocer su gloria, y sus discípulos pusieron su confianza en él.