Mientras tanto, Jesús estaba en Betania, cenando en la casa de Simón, el leproso. Una mujer entró con un frasco de alabastro que contenía un costoso perfume de nardo puro. Ella quebró el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
Entonces él llamó a dos de sus discípulos y les dijo que fueran a ver a Jesús, y le preguntaran: “¿Eres tú el que hemos estado esperando, o debemos esperar a otro?”
María trajo medio litro de perfume de nardo puro y ungió los pies de Jesús, secándolos con su cabello. El aroma del perfume se esparció por toda la casa.