No quedó un solo hombre en Hai y Betel que no saliera a perseguir a los israelitas. Así dejaron la ciudad indefensa mientras perseguían a los israelitas.
Estos son los espíritus demoníacos que hacen milagros, que salen a reunir a todos los reyes de todo el mundo para la batalla en el día del juicio de Dios, el Todopoderoso.
Los benjamitas salieron a atacarlos y se alejaron de la ciudad mientras comenzaban a matar a los israelitas como lo habían hecho antes. Unos treinta israelitas murieron en el campo de batalla y a lo largo de los caminos, el que va hacia Betel y el que vuelve hacia Guibeá.